"Vagos y maleantes".



"Se arguye que, abolida la propiedad privada cesará toda actividad  productiva y reinará la más absoluta vagancia. Según esto, ya hace mucho tiempo que se habría hundido en la vagancia una sociedad como la burguesa en la que los que trabajan no se enriquecen y los que verdaderamente  se enriquecen son precisamente los que no trabajan".

En estos momentos devastadores para las conquistas sociales, oía hace unos días a un tertuliano que  se refería a la reforma laboral en curso criticando a sus detractores. Uno de sus argumentos fue que la nueva norma  molesta sobre todo a aquellos que estaban siempre  pensando en la indemnización por año de trabajo, la cual a  juicio del tertuliano era tan generosa como injusta. Los responsables políticos y representantes de la patronal visten de manera menos burda la cosa, pero no dejan de sugerir lo mismo, en el convencimiento de que toda medida  que no incentive el darwinismo social lo que hace es fomentar la tendencia a la vagancia de los ciudadanos.

 De ahí la conveniencia  de rememorar ciertos análisis de Carlos Marx. Así los  del Manifiesto Comunista en los que  el pensador desmonta los argumentos según los cuales la realización del ideario revolucionario llevará a privar a los ciudadanos de poder adquirir bienes y servicios. Marx precisa en efecto  que el único objetivo sería impedir  que tal posesión de bienes y  servicios se convierta en instrumentos para hacerse propietario del trabajo ajeno, y es en el contexto de tal reflexión aparece  el tan  sabroso  como irónico párrafo que citaba al principio.

Y en el momento en que el banco central europeo da dinero al uno por ciento a los bancos privados para que estos compren deuda de los estados a intereses que en ocasiones superan el siete por ciento, tampoco es ocioso citar este otro párrafo del programa teórico  expuesto en el mismo Manifiesto:
"Centralización del crédito en el estado por medio de bancos surtidos con capital del estado y régimen de monopolio."

Y en estas oigo en la radio que el ministro de economía se felicita del supuesto apoyo de los ciudadanos a las recientes medidas económicas del gobierno, declarando que España muestra así ser "un país serio del que se fían los inversores". Sospecho  que  en lo que está realmente afirmando es la conveniencia de que seamos un país genuflexo del que se fían los especuladores.

"¡Siervo ruin y perezoso!" es el anatema que, en la parábola bíblica,  lanza su amo al pobre diablo que no ha sabido hacer fructificar  el talento único que le ha prestado; un amo  que se reconoce a sí mismo como Señor que exige dónde no ha dado y recolecta dónde no ha sembrado.

Víctor Gómez Pin, El trabajo ... ajeo, El Boomeran(g), 21/02/2012

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