Tecnologia i condició humana.
Este mundo es un mundo provisto de su particular lenguaje o lenguajes. Ahora,
por ejemplo, el auge de la relación entre cristales (de los móviles, las
tabletas, las teles, los ordenadores) ha inaugurado una conversación múltiple y
compleja. Es una cháchara que en cuanto a los cristales sigue a las que a
finales del siglo XIX mantuvieron los nuevos edificios de vidrio y acero pero en
cuya interrelación -unida a las piezas decorativas del Art Deco y del Art
Nouveau- no sobresalió la gran dinamicidad que caracteriza a nuestra época. La
tecnología es una cara del progreso pero esto es sólo una apreciación
superficial. Más que un aspecto de cada temporada histórica es un trasunto de su
alma. No usamos las novedades tecnológicas sólo de adentro a afuera como
herramientas sino también de fuera adentro como elementos de la condición
humana. De este modo es que la tecnología actúa de forma importante. No
facilitándonos una labor sino, a la vez, trabajando sobre hacia la mayor
complejidad de nuestra inteligencia. Y no sólo de la inteligencia.
Actualmente, la mayor parte de los nuevos aparatos inteligentes son artículos
emocionales. Efectúan emociones y producen efectos afectivos. Para bien o para
mal, la última revolución tecnológica, la tercera o la cuarta revolución
industrial, es imposible considerarla una fase de la producción material sino
como siempre fue, por otra parte, de la producción humana. Nosotros, más que
nunca, nos reconocemos como artefactos. Objetos de reparación física o psíquica
sea través de las prótesis, los injertos, los trasplantes. A través de los
psicofármacos, las psicoterapias, las ablaciones cerebrales matéricas o no.
Somos, a imagen y semejanza de los aparatos, una subespecie de la ecología
tecnológica. Nos reinventamos como ellos, perdemos actualidad o ganamos
obsolescencia a su semejanza. Están a nuestro lado pero nunca han estado,
también, tan insertos en nuestros mismos cuerpos, desde los dispositivos para la
salud a los dispositivos para dar cuenta de nuestra identidad general. La
tecnología ha dejado hace tiempo de se un ramo de la ingeniería para
transformarse en un dominio inseparable de la biología.
Vicente Verdú, Biología tecnológica, El Boomeran(g), 07/02/2012
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