Foucault i la bogeria.
La obra de Michel Foucault (1926 -1984) continúa siendo uno de los
referentes intelectuales más importantes para la comprensión de las
relaciones entre la sociedad y el trastorno mental. Para Foucault, las
categorías de locura, delincuencia o desviación sexual son construidas
en función de discursos políticos para normalizar. Desde esta
perspectiva, es necesario tener en cuenta que no es lo mismo ser
diferente, que estar enfermo.
Foucault |
La pregunta fundamental que se formula Foucault, y hay que resaltar que la hace cuando aún es un joven estudiante que está finalizando su formación en el Hospital de Sainte Anne de París, difícilmente puede ser más clara e ir más dirigida a la raíz del tema que nos ocupa: “había seguido también estudios de psicopatología, una pretendida disciplina, que no enseñaba gran cosa. Entonces se me planteó la pregunta: cómo un saber tan escaso puede arrastrar tanto poder?”. (1975).
Foucault se plantea por qué la sociedad delega un poder tan grande en
los profesionales de la salud mental, y se pregunta si no será porque
cumplen una determinada función de control social al servicio de los
intereses del sistema, no tanto por la valía de sus conocimientos
científicos, que como señalará en sus trabajos han sido muy escasos en
algunas etapas históricas, sin que ello haya menguado lo más mínimo su
poder.
Para Foucault (1973, 2003) el diagnóstico psiquiátrico no es algo
objetivo, neutro, sino que se halla vinculado a lo que denominó “la
biopolítica” (1979) que sería el intento por parte del poder de
controlar la salud, la higiene, la alimentación, la sexualidad, la
natalidad dado que constituyen temas políticos, fundamentalmente desde
el siglo XVIII. Foucault introduce también (1966) el concepto de
“episteme” que sería la estructura de pensamiento propia de cada época
histórica. Así pues, la psiquiatría no es una ciencia exacta, sino que
se halla condicionada por el episteme del momento histórico. De suyo,
tal como demuestra la psiquiatría transcultural, (y ya planteó con gran
agudeza en los 50 Karen Horney), ni siquiera tenemos aún una definición
de lo que es salud mental ó trastorno mental, porque depende del
contexto social y cultural, obviamente ligados a las relaciones de
poder.
En uno de sus primeros libros Historia de la locura en la época
clásica (1964 ) Foucault señala que en la Edad Media la locura fue
considerada un misterio sagrado que formaba parte del vasto campo de la
experiencia humana. Asimismo, en el Renacimiento fue vista como una
forma especial de razón de tipo irónico que mostraba el absurdo del
mundo. La locura era a la vez trágica y cómica. Esta imagen cristaliza
en la nave de los locos, un grupo de personas que se hallaba fuera de la
sociedad, pero que también eran considerados peregrinos en busca de la
razón y por extensión de la razón del mundo, representando la conexión
entre orden y caos. Como señala Downing (2008), Foucault sostiene que en
la Edad Media y el Renacimiento, la locura era vista como un fenómeno
humano integral. La locura se oponía a la razón, pero como un modo
humano alternativo de existencia, no como su simple rechazo. En esta
línea ve El elogio de la locura de Erasmo o las tragedias de
Shakespeare. Hasta la Ilustración la locura era vista como un lugar
imaginario, un lugar de paso entre el mundo y lo que hay detrás, entre
la vida y la muerte, entre lo tangible y lo sagrado
Al llegar la Edad clásica (siglos XVII y XVIII) tiene lugar el gran
cambio, ya que la locura se convierte en la sinrazón, en algo ligado a
lo inhumano, en lo opuesto a lo racional en el planteamiento
cartesiano. Con la llegada de la terapéutica moderna el loco vuelve a
la sociedad pero se le somete a una terapia moral. Así Foucault critica
la figura de Pinel, objeto de gran admiración en la historia de la
psiquiatría, ya que liberó de sus cadenas a los alienados de Bicêtre en
1793 o la figura de Samuel Tuke en Inglaterra que fundó un asilo
cuáquero para alienados. Como señala Downing (2008) para Foucault ni el
uno ni el otro eran propiamente filántropos, ni introdujeron un giro
humanitario al tratamiento de la locura, tal como nos los ha mostrado la
historia de la psiquiatría. Así, considera que el tratamiento de Tuke
tenía en realidad un fuerte componente de moral burguesa ya que lo que
buscaba era que la conducta del alienado no disturbara la moral de la
sociedad. Para Foucault, Tuke sustituye el terror de la locura por la
angustia de la la moral burguesa. Como es sabido, Tuke organizaba “tea
parties” donde enseñaba a los locos a mostrarse de modo educado y de
acuerdo a las normas sociales establecidas. Para Foucault en realidad
Tuke no les deja expresarse. Por su parte, en relación a Pinel, Foucault
considera que el asilo en el que se sigue manteniendo a los locos es
también un régimen de autoridad. El loco está libre ahora de sus
cadenas, pero está preso de la moral burguesa
Tras todos estos cambios acontece otro de gran relevancia: al final
de la Ilustración, el loco se convierte en “enfermo mental”. Pero la
autoridad del médico no es científica, es la autoridad que le confiere
la sociedad. De este modo, la utilización del término enfermedad
legitima el trabajo del médico. Como señala Dawning (2008) para
Foucault, ya desde la Ilustración, el nuevo espacio social de la locura
se ha convertido en objeto de saber. El personaje del médico, el
psiquiatra, el psicólogo, se constituye en el sujeto de ese saber.
¿Pero, qué vigencia tiene la obra de Michel Foucault en el mundo
profundamente globalizado de hoy, en la sociedad de la información, en
una sociedad sometida a la psiquiatrización del DSM? Nuevos autores,
como el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Ham, plantean que estamos
pasando de la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento (el
paradigma del emprendedor, “yes, we can”) y la sociedad de la
autoexplotación, una sociedad en la que están surgiendo nuevas formas de
biopolítica. Estamos transitando de la sociedad de los muros de los
psiquiátricos y de las prisiones, a la sociedad de los gimnasios y los
centros comerciales, en la que la depresión ocupa un espacio cada vez
más relevante
Es para debatir en profundidad y en un espacio de libertad todas estas
ideas, para lo que hemos organizado una Jornada titulada ”La
biopolítica, 30 años después”, el viernes 7 de marzo en el Aula Magna de
la Universidad de Barcelona, con la colaboración del DIARIO
PÚBLICO. Intervienen Tomás Ibáñez, Federico Javaloy, Miguel Morey, Jorge
de los Santos, Joseba Achotegui, Toni Talarn, María Palacín
y Josep Baptista Trobalón
No es necesario realizar inscripción y la entrada es gratuita. Os esperamos!!!!
Joseba Achotegui, La biopolítica, 30 años después. Vigencia de Michel Foucault, Salud mental en tiempos difíciles.Público, 16/02/2014
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