Manifest per una ciutadania global.
El pasado jueves 30 se presentó en Science-Po, la Facultad de Ciencias Políticas de París, el “Manifiesto por una Democracia Global”. En el panel de la presentación estuvieron Boutros Boutros Ghali, ex Secretario General de la ONU, Pascal Lamy, ex Secretario General de la OMC y Fernando Iglesias, el Presidente del Consejo del Movimiento Federal Mundial y Vicepresidente de la Organización No-Gubernamental “Democracia Global”,
una organización independiente y pluralista con sede en Buenos Aires
cuyo objetivo es “impulsar la democracia global promoviendo la
existencia de instituciones democráticas a nivel continental,
internacional y mundial”.
El manifiesto dice acusa a la política de ir con el reloj retrasado
con respecto a las transformaciones tecnológicas y económicas. “La
economía se ha globalizado”, dice “pero las instituciones políticas y la
democracia, no”. Las instituciones internacionales no son ni eficaces
ni democráticas, lamentan, y las nacionales, aunque democráticas (no
siempre) están vaciadas de contenido y capacidad de acción.
El orden actual, concluyen sus autores,
de es capaz de lograr que los avances científico-tecnológicos,
productos y económicos lleguen a toda la humanidad. Al contrario,
sostienen: “asistimos al aumento de las desigualdades sociales, del calentamiento global y de la proliferación nuclear”.
¿Qué propone el manifiesto? Algo
en teoría muy sencillo: reconocer que la gestión de una economía global
requiere instituciones globales, no meros acuerdos
intergubernamentales, frágiles y fragmentarios por naturaleza. Esas
instituciones, que deberán ocuparse de la no proliferación, la equidad y
la sostenibilidad, deben ser eficaces y, a la vez, democráticas.
Se trata tanto de democratizar la globalización como de globalizar la democracia,
lo que requiere instituciones democráticas regionales (especialmente
jurídicas, pero también parlamentarias). Pero este proceso, advierte, no
puede ser gestionado ni liderado por las élites actuales, sino por un
proceso político abierto a todos los ciudadanos. Como señalan los
autores del manifiesto, “no queremos ser mundialmente gobernados por
quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a nivel nacional, ni por
organismos inter-nacionales que no nos representan adecuadamente”. Por
eso, democracia global trabaja “en la construcción de espacios políticos
supranacionales”
El manifiesto convoca “a todos los seres humanos a participar de la constitución de una democracia global”. “Compartimos”,
dicen, “el creciente rechazo a seguir siendo gobernados por poderes
políticos y económicos sobre cuyas resoluciones no tenemos influencia”. Y
concluyen: “reivindicamos nuestro derecho a participar de las
decisiones globales fundamentales que afectan nuestras vidas. Queremos ser ciudadanos del mundo y no sus meros habitantes”.
Puede que sea una utopía, pero es una bella utopía, les invito a sumarse.
José Ignacio Torreblanca, Manifiesto por una democracia global, Café Steiner, 05/02/2014
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