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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: març, 2020

text 50: Fernando Savater, ‘Cúnico’

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En cuestión de pánicos virales, las cosas no han cambiado tanto desde aquellos terrores del año mil a los que dedicó su tesis Ortega. Se supone siempre que se trata de castigos divinos, no meros accidentes. Antaño los merecimos por nuestra impiedad, por entregarnos a la blasfemia y a la lujuria, por no pagar el diezmo a la Iglesia, por la arrogancia del Rey frente al Papa. Ahora no es Dios propiamente quien nos castiga, sino las contradicciones del capitalismo, y los pecados se llaman consumismo, individualismo, heteropatriarcado, rechazo al diferente, ecocidio, afán de lucro... En cualquier caso, retornan los flagelantes: “¡Arrepentíos, el día se acerca...!”. Algunos escépticos señalan que, si se trata de castigos, Dios o sus franquicias no tienen buena puntería porque fulminan a quien menos lo merece. El gran terremoto de Lisboa (1755) ocurrió la mañana de un día festivo y los fieles que estaban en misa perecieron bajo los escombros de las iglesias. Según Voltaire, si se trata

text 49: Josep Ramoneda, Quan s’obrin le portes

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Em fa la sensació que la humanitat tindrà, com a efecte d’aquesta experiència, una nova disputa amb ella mateixa, per un dels seus trets genuïns: l’atracció i el rebuig del pròxim, la necessitat i el recel de l’altre. Si alguna cosa fa un mal profund en l’enclaustrament és precisament no poder trobar-te amb la gent propera. I la pantalla no és intermediari suficient. Mirar-se, conversar, tocar-se, no tenen marge virtual, la plenitud emocional només s’aconsegueix en directe. La llibertat de circulació en busca d'un mateix i dels altres és la més elemental de les llibertats. I espero que ens afanyem a recuperar-la quan tornin a obrir les cases. La porta oberta com a símbol de l’hospitalitat i del reconeixement de l’altre, era el que abans el xiprer simbolitzava al camp. Estar junts és l’última línia de defensa davant de la societat de les dades, en què l’Estat exerceix la sobirania de manera individualitzada, a partir del control telemàtic de les persones. Els Estats h

text 48: José María Lassalle, Libres frente al miedo

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Las previsiones han sido desbordadas en toda Europa. La Covid-19 está siendo un enemigo insuperable para nuestro continente porque el virus fue sembrado cuando estábamos instalados en una normalidad que escondía su propagación silenciosa. Se infiltró en nuestras vidas agazapado detrás de los hábitos de convivencia de sociedades acostumbradas a una estructura cotidiana de libertad que descansa sobre la responsabilidad de cada uno. Una libertad que es difícil de desarraigar y que cuesta limitar y disciplinar. Entre otras cosas porque nuestra historia es, en parte, y en especial en el mundo mediterráneo, un esfuerzo de generaciones por liberarnos de instituciones de poder basadas en la culpa y la disciplina moral. Una conquista que nos hace rechazar por principio mecanismos de estabulación y que nos lleva a defender formas de socialización cooperativa a partir de nuestra libertad, sin dirigismos ni autoridades centralizadas. Incluso hemos promovido revoluciones políticas para con

text 47: Richard Ford, La vista desde mi ventana

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En estos tiempos de plaga… No, suena demasiado dramático. En estos tiempos de aislamiento forzoso, la verdad es que la costa de Maine, donde vivo (tres horas al norte de Boston [en el noreste de EE UU]), parece no haberse inmutado, relativamente hablando. Las tiendas están cerradas, y también los restaurantes, los colegios y la YMCA [Asociación Cristiana de Jóvenes]. Pero la “cuarentena”, en sentido figurado, es la manera que tiene Maine de salir adelante. Esto queda muy al norte, de camino a ninguna parte excepto Canadá. El resto de la gente está allí abajo. La distancia social es nuestra idea de una comunidad estrechamente unida.   Robert Frost , nuestro poeta favorito, escribió un poema al respecto. Decía: “Las buenas vallas hacen buenos vecinos”. Marx   afirmaba que el dinero es el gran agente de separación. Y puesto que, para los estadounidenses, el dinero significa más que Dios, se podría decir que hemos moldeado todo un país a base de distanciamientos. Cincuenta peq

text 46: Javier Salas, El peligroso placer de insultar desde los balcones

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Pero, ¿por qué desde los balcones se mira mal a todos los viandantes, sin saber si están vulnerando el confinamiento por obligación o por gusto? Es probable que seamos víctimas de   un atajo mental , el sesgo de disponibilidad: hemos recibido tantos vídeos de personas detenidas por saltarse el aislamiento, tantas noticias de multas y sanciones, que tendemos a pensar que quien va por la calle es culpable. Se sumaría otro sesgo, el de atribución: sobrevaloramos nuestras razones para bajar a la calle, pero tendemos a dudar de las de los demás. Un estudio publicado esta semana añade   una evidencia nueva : castigamos públicamente para mejorar nuestra reputación, incluso en situaciones ambiguas en que el castigo puede no ser merecido. Y lo hacemos más cuando la audiencia es más ideológica, algo que puede ayudar a explicar muchos comportamientos en redes como Twitter. La neurociencia nos da una pista clara: tirarle de las orejas a los demás proporciona placer. “Algunos experimentos

text 45: Santiago Sánchez-Migallón Jiménez, Carta abierta a Frits Rosendall

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Según informa  El Confidencial , las declaraciones del señor Frits Rosendaal, un excelente científico, jefe de epidemiología clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden (Países Bajos), han sido estas: En Italia, la capacidad de las UCI se gestiona de manera muy distinta (a Holanda). Ellos admiten a personas que nosotros no incluiríamos porque son demasiado viejas. Los ancianos tienen una posición muy diferente en la cultura italiana. Con esto se criticaba la gestión italiana y española de la crisis: si aceptamos a ancianos en el sistema sanitario, lo colapsamos y al final habrá más muertos, ya que a esos ancianos que ya de por sí tenían muchas probabilidades de morir, le sumamos los jóvenes que hubieran sobrevivido si el sistema no se hubiera colapsado ¿Parece lógico no? Siguiendo su precisa lógica, señor Rosendaal, le propongo lo siguiente. A partir de ahora en Holanda, a todo anciano que supere, pongamos los 75 años de edad, se le suministrará gratuita, p

text 44: César Rendueles, La tormenta perfecta de autoritarismo

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La fortaleza del Estado de derecho se demuestra en los momentos de crisis. Pensar que los derechos civiles son para cuando nos los podemos permitir es sencillamente no creer en los derechos civiles. Si en algún momento necesitamos que funcionen los mecanismos de control de las fuerzas de seguridad es cuando les otorgamos poderes extraordinarios.  … lo cierto es que muchas personas justifican e incluso jalean los abusos de poder. Esta especie de masoquismo ciudadano, de subordinación entusiasta, forma parte de un fenómeno más amplio de normalización del linchamiento social. Las personas que vigilan desde la ventana de su casa a sus vecinos y acosan a quienes salen a la calle por un motivo que no les parece apropiado se han convertido en el paisaje social de muchos barrios durante el confinamiento. Esta especie de comunitarismo represivo era bastante previsible, en realidad. A menudo, las catástrofes aumentan la cohesión, pero al precio de un incremento de la coacción social. El

text 43: José Luis Vilacañas, Supervivencia

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La finalidad de esa retórica es producir miedo, y con él generar la demanda de seguridad por parte de la población. El Estado así se legitima en su propia política. En suma, un círculo vicioso. No hay Apocalipsis sin aceleración. Y no hay aceleración sin escalada. El círculo vicioso es un conocido instrumento de escalada. En este caso se trata, diría Agamben, de sembrar inquietud, generar miedo, ofrecer seguridad a cambio de eliminar libertades, aumentar la dominación. Estos fenómenos llevan el viento en las alas cuando se dan en un ambiente en el que también otros elementos en escalada dominan la situación. En este caso, son los fenómenos de aumento de población, intensas migraciones, reemergencia del aspecto siniestro de la Tierra con fenómenos meteorológicos extraños, plagas bíblicas, guerras continuas, masas de refugiados. La sincronía refuerza recíprocamente las escaladas, y de esta manera la alarma se hace general e intensa. Así se vive en una atmósfera que connota t

text 42: Santiago Alba Rico, Apología del contagio

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El coronavirus (una) es aleatorio. Es decir, no ha sido creado por el hombre ni su destino depende en último término de la humanidad. Por un lado, escoge a  sus víctimas sin ningún criterio, del modo más democrático concebible. Como la peste de Atenas, la ‘negra’ medieval, la de Londres o la llamada ‘española’ de hace un siglo, amenaza por igual la vida de pobres y ricos, de plebeyos y nobles, con una ligera indulgencia –menos mal– hacia los subsaharianos, cuyos sistemas sanitarios no resistirían el embate. Un virus es tan subhumano que ni siquiera reconoce nuestras jerarquías sociales y nuestras taxonomías históricas, lo que nos aturde y nos humaniza a la baja. ¡Incluso a los pobres tranquiliza una guadaña con conciencia de clase! Por otro lado, su propia contingencia impide atribuirle la más mínima intención culpable; nos mata sin ningún sentido, ni para él ni para nosotros; no gana nada en un mundo en el que el beneficio es siempre un atenuante y hasta un mérito; lo perdemos

text 41: Diego Delgado Gomez, El shock ha cambiado de bando

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El miedo lleva demasiado tiempo siendo la herramienta hegemónica para los cambios sistémicos. El shock, su shock, ha funcionado a las mil maravillas a la hora de pulverizar la conciencia comunitaria de naciones enteras; sin embargo, la naturaleza —en un alarde de justicia poética, pues en solo tres días de confinamiento, la contaminación ha descendido en un 50% en Madrid y Barcelona— ha querido que, en este caso, el shock no sea pactado en lujosos despachos para afectar solo a las mayorías más desfavorecidas. El shock ha cambiado de bando; y este, el nuestro, une en lugar de dividir. Solidariza en vez de aterrorizar.  https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/el-shock-ha-cambiado-de-bando?fbclid=IwAR2IdygOfwKWsJA7W9lpeJkrGvnUx0qpGpXCf7A3G6jPYrHCQl9cLCVGnEs

text 40: Santiago M. Zarria, Filosofar en tiempos de pandemia

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Día 3 El barniz de la civilización.  El orgullo y el conocimiento se han convertido en la niebla que ha cegado nuestros ojos e infectado a los demás sentidos, eso nos recuerda Nietzsche en  Sobre la verdad y la mentira . Seducidos y engañados construimos un altar para nosotros mismos bajo el firmamento. Si pudiéramos comunicarnos con un mosquito, dice Nietzsche, sabríamos que él también se considera el centro del universo. Un titilante «punto azul pálido» demandando atención. Vanidosa angustia. Para conocer nuestra condición humana es preciso saber el lugar que ocupamos en la naturaleza, porque cuando se quita el barniz de la civilización solo queda el hombre, desnudo y frágil.  Dia 4 La fractura de la convivencia. La vida se renueva en dos tiempos: en el calor del hogar, la fortaleza de lo privado, y en el calor del pasillo, la fortaleza de lo comunitario. Hay una responsabilidad manifiesta que nos vincula a todos. Una red que ha sido sacudida por discursos altanero

text: 39: Daniel Bernabé, Momento Dunquerque: trastienda económica y política de una pandemia

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Recuerden, nuestro presente es Dunquerque. Hemos perdido la primera batalla y estamos pagando un alto precio. La abnegada labor de los sanitarios en unas condiciones imposibles, la decidida actitud de miles de trabajadoras y trabajadores de la limpieza, del transporte, del sector primario, de la alimentación y de millones de personas que responsablemente están siguiendo el confinamiento, nos puede dar una posibilidad de rescatar de la enfermedad a muchos de los nuestros. Si existe un mañana es gracias a ellos. El papel decisivo de la clase trabajadora, lo público, el Estado, la existencia de una sociedad que había sido negada por los neoliberales, es condición no sólo para que la crisis económica no la paguen los mismos de siempre sino, sobre todo en estos momentos, para que podamos ganar la guerra contra el coronavirus. Y para eso el Gobierno debe decidir ya entre los que anticipan lo nuevo que puede llegar o los que quieren volver a la normalidad que nos trajo hasta aquí

text 38: Slavoj Zizek, Un golpe tipo ‘Kill Bill’ al capitalismo

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La epidemia de coronavirus es una especie de “técnica de los cinco puntos para explotar un corazón” dirigida al sistema capitalista global. Una señal de que no podemos continuar por el camino que estábamos recorriendo hasta ahora, de que un cambio radical es necesario. Hace años, Fredric Jameson llamó la atención sobre el potencial utópico de las películas sobre catástrofes cósmicas (un meteorito que amenaza la vida en la Tierra o un virus acabando con la humanidad). Semejantes amenazas globales dan lugar a su vez a una solidaridad global, pues nuestras pequeñas diferencias se vuelven insignificantes y todos trabajamos juntos para encontrar una solución. Y aquí estamos, en la vida real. La cuestión no está en disfrutar sádicamente la expansión del sufrimiento en tanto sirve a nuestra causa, por el contrario, la cuestión es reflexionar sobre el triste hecho de que necesitemos una catástrofe para ser capaces de repensar las características básicas de la sociedad en la que vi

text 37:Franco Bifo Berardi, la epidemia psíquica, la parálisis relacional y el deseo de abrazar

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28 de febrero Las convulsiones recientes del cuerpo planetario quizás estén provocando un colapso que obligue al organismo a detenerse, a ralentizar sus movimientos, a abandonar los lugares abarrotados y las frenéticas negociaciones cotidianas. ¿Y si esta fuera la vía de salida que no conseguíamos encontrar, y que ahora se nos presenta en forma de una epidemia psíquica, de un virus lingüístico generado por un biovirus ? La Tierra ha alcanzado un grado de irritación extremo, y ​​el cuerpo colectivo de la sociedad padece desde hace tiempo un estado de stress intolerable: la enfermedad se manifiesta en este punto, modestamente letal, pero devastadora en el plano social y psíquico, como una reacción de autodefensa de la Tierra y del cuerpo planetario. Para las personas más jóvenes, es solo una gripe fastidiosa. Lo que provoca pánico es que el virus escapa a nuestro saber: no lo conoce la medicina, no lo conoce el sistema inmunitario. Y lo ignoto de repente detiene la máq

text 36: Antonio Diéguez Lucena, Pandemónium pandémico

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Nadie pone en duda ya que la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2 será un hito histórico comparable al 11S y desencadenará cambios sustanciales en las sociedades que la hayan padecido con más crudeza. Es muy posible que, como algunos anuncian, tenga incluso importantes consecuencias geoestratégicas, situando a China en una posición de mayor liderazgo mundial, y que la economía mundial sufra un impacto del que tardará en recuperarse. No es de extrañar, por tanto, que empiecen a multiplicarse los artículos de analistas políticos, de economistas, de sociólogos, etc. intentando desentrañar algunas de estas consecuencias. Es mucho lo que nos jugamos. Los filósofos también hemos salido a la palestra, pero en mi opinión con poca fortuna, al menos por el momento. Quizás porque como se suele repetir en estos casos abusando de Hegel, la filosofía es como la lechuza de Minerva, que solo levanta el vuelo al anochecer, cuando los acontecimientos han cesado. Solo entonces se t

text 35: Ana Carrasco-Conde, Enmarcar el marco: la norma y la gestación de la normalidad

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Una norma es una escuadra y esta no es más que una plantilla que da la medida a seguir. De hecho, según Plinio y Vitrubio, la “norma” era denominada la herramienta del carpintero para asegurar el equilibrio adecuado de una estructura regulando el ángulo recto entre los tablones y que, por tanto, construía el orden mismo en base a sus medidas. Cuando algo la excedía nos encontrábamos ante lo “enorme” (enormis), literalmente lo irregular: lo que sale de la norma por no cumplir la proporcionalidad por su excesivo (excessivus) tamaño, traspasa (ex), etimológicamente, la línea de la medida al cruzarla (cedere). Cuando algo no respondía a la medida entonces estábamos ante lo anormal, es decir, aquello para lo que no había escuadra, regla o medida. Lo anormal es desde entonces lo excepcional (exceptio), lo que no se ajusta y desajusta, lo que no puede ser aprehendido (ceptus) por la norma y, por ello, se arroja fuera de ella (ex). Ciertamente, lo excepcional no puede generar norma, p

text 34: Manuel Arias Maldonado, Pánico en las calles

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Ha dicho el filósofo francés  Yves Michaud : «La desproporción entre el impacto mediático y la gravedad del hecho es descomunal. En las sociedades hiperprotegidas e hipertecnificadas, la seguridad se convierte a la vez en una obsesión y una ficción». Pero no lo ha dicho ahora, sino hace más de doce años, en relación con aquello que vino a llamarse síndrome de las vacas locas. Es evidente, sin embargo, que sus palabras podrían aplicarse perfectamente a la sociedad española de ahora mismo, sacudida por el contagio del virus del ébola en un hospital de Alcorcón. Es una vieja certeza que la fabulación del peligro se anticipa a éste, hasta el punto de pasar a formar parte del mismo. Si algo distingue al miedo, es su capacidad para amplificar la amenaza que parece cernerse sobre nosotros, de forma que nuestra percepción del peligro pierde toda relación con su contenido objetivo. De hecho, a veces no existe otro peligro que el imaginado por la víctima, que es, por tanto, vícti

text 33: Martín Caparrós, La era de la mascarilla

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Tampoco recuerdo ninguno que haya desnudado tanto la debilidad de casi todo: estamos mucho más cerca que lo que creíamos del caos global. Tanto lío por un virus menor. Es sorprendente comprobar la fragilidad de todo eso que creíamos rocosamente sólido, cemento armado. En unos días los grandes y poderosos del mundo  perdieron fortunas , la confianza de sus súbditos, el control de muchas situaciones. Los gobiernos, la gran banca, los petroleros altivos, los fabricantes de punta, los financistas recontraglobales, los que rigen y manejan el mundo, los que nos habían convencido de que nunca nada los desarmaría, deben estar asustados preguntándose si aprenderemos la lección y decidiremos desafiar, cual virus chino, sus poderes que ya no se ven tan poderosos. Quizás esa sea, al fin y al cabo, la revelación de la era de la mascarilla. https://www.nytimes.com/es/2020/03/10/espanol/opinion/coronavirus-apocalipsis-mascarilla.html