text 26: Monólogo del virus
Detened, queridos humanos, todas vuestras llamadas ridículas a la guerra. Bajad la mirada de venganza que me dedicáis. Apagad el halo de terror que rodea mi nombre. Nosotros, los virus, desde el origen bacteriano del mundo, somos el verdadero continuum de la vida en la Tierra. Sin nosotros, nunca hubieras visto la luz del día, ni tampoco lo hubiera hecho siquiera la primera célula.
Los virus somos vuestros antepasados, al igual que las piedras y las algas, y mucho más que los monos. Estamos dondequiera que estéis y donde no estais también estamos. Parecemos malvados, si solo veis en el universo que se os parece. Pero sobre todo, dejad de decir que soy yo quien os está matando. No morís por mi acción en vuestros tejidos, sino por la falta de cuidado entre vosotros. Si no hubiérais sido tan buitres entre vosotros como lo habéis sido con todo lo que vive en este planeta, todavía habría suficientes camas, enfermeras y respiradores para sobrevivir al daño que hago a vuestros pulmones. Si no almacenarais a vuestros ancianos en hogares para moribundos y a vuestros semejantes sanos en conejeras de hormigón armado, no estaríais allí. Si no hubierais cambiado toda la extensión, ayer aún exuberante, caótica, infinitamente poblada del mundo o mejor dicho de los mundos, en un vasto desierto para la mono cultura de lo Mismo y del Más, no hubiese podido lanzarme a la conquista planetaria de vuestras gargantas.
Agradecédmelo más bien. Sin mí, ¿cuánto tiempo más habríamos hecho pasar por necesarios estos asuntos aparentemente incuestionables y de repente suspendidos? Globalización, concursos, tráfico aéreo, límites presupuestarios, elecciones, el espectáculo de competiciones deportivas, Disneyland, las salas de fitness, la mayoría de las tiendas, el parlamento, el acuartelamiento escolar, las reuniones masivas, la mayoría de los trabajos de oficina, toda esta sociabilidad borracha, que es solo la otra cara de la angustiada soledad de los habitáculos metropolitanos: todo esto era innecesario, una vez que el estado de necesidad se manifiesta. Agradecedme el trance de la verdad que haréis las próximas semanas: finalmente viviréis vuestras propias vida, sin las miles de lagunas que año tras año, mantienen lo insostenible. Sin daros cuenta nunca os habíais mudado a vuestra propia existencia. Estabais entre las cajas y no lo sabíais. Ahora viviréis con vuestros seres queridos. Viviréis en casa. Dejaréis de estar en tránsito hacia la muerte. Podéis odiar a vuestro esposo. Vomitaréis a vuestros hijos. Quizás queráis dinamitar el decorado de vuestra vida diaria. A decir verdad, ya no estábais dando luz al mundo, confinados en estas metrópolis de separación. Vuestro mundo ya no era habitable en ninguno de sus puntos, excepto con la condición de huir constantemente. Era necesario estar tan aturdidos por el movimiento y las distracciones por la presencia tan grande que la fealdad había ganado. Y lo fantasmal reinó entre los seres. Todo se había vuelto tan efectivo que ya nada tenía sentido. ¡Agradecedme todo esto y bienvenidos a la tierra!
Gracias a mí, por tiempo indefinido, ya no trabajarás, tus hijos no irán a la escuela y, sin embargo, será todo lo contrario de las vacaciones. Las vacaciones son ese espacio que debe ser amueblado a toda costa mientras se espera el regreso esperado del trabajo. Pero allí, lo que se abre ante ti, gracias a mí, no es un espacio demarcado, es una gran brecha. He venido a desmontarlo todo. Nadie os asegura que el no-mundo de antes volverá. Todas estas tonterías rentables pueden haber terminado. A fuerza de no ser pagados, ¿qué podría ser más natural que no pagar el alquiler? ¿Por qué seguiría pagando sus deudas al banco, el que ya no puede trabajar de todos modos? ¿No es suicida, al final, vivir donde ni siquiera puedes cultivar un jardín? Quien no tenga más dinero no dejará de comer, y quien tiene el hierro tiene el pan, como decía Auguste Blanqui.
Dadme las gracias: os coloco al pie de la bifurcación que estructuraba tácitamente vuestras vidas: la economía o la vida. Depende de vosotros. El alcance es histórico. O los gobernantes os imponen su estado de emergencia, o vosotros inventáis el vuestro. O te apegas a las verdades emergentes o pones tu cabeza en el patíbulo. O usais el tiempo que os doy ahora para reconfigurar el mundo de después en base a las lecciones del colapso en marcha, o éste terminará por radicalizarse del todo, más todavía. El desastre termina cuando la economía se detiene. La economía es devastadora. Era una tesis antes del mes pasado. Ahora es un hecho. Nadie puede ignorar la policía, la vigilancia, la propaganda, la logística y el teletrabajo necesarios para reprimirlo.
Frente a mí, no cedais ante el pánico o la negación. No cedais ante la histeria biopolítica. Las próximas semanas serán terribles, abrumadoras, crueles. Las puertas de la Muerte estarán abiertas de par en par. Soy la producción más devastadora de los estragos de la producción. Vengo a anular a los nihilistas. La injusticia de este mundo nunca será más flagrante. Es una civilización, y no a vosotros, la que vengo a enterrar. Quienes quieran vivir tendrán que crear nuevos hábitos propios. Evitarme será la ocasión para esta reinvención, este nuevo arte de la distancia. El arte del saludo, en el cual algunos eran lo suficiente miopes como para ver la forma misma de la institución, pronto ya no obedecerá a ninguna etiqueta. Será un acuerdo entre seres conscientes. No lo hagas “por otros”, por “la población” o por la “sociedad”, hazlo por los tuyos. Cuida de tus amigos y tus amores. Repiensa con ellos, soberanamente, una forma justa de vida. Conformad grupos de vida, ampliadlos y no podré hacer nada contra vosotros. Esto es una llamada no al retorno masivo a la disciplina, sino de la atención. No al fin de la levedad, sino de toda negligencia. ¿Qué otra forma me tenía para recordaros que la salvación está en cada gesto ? Que todo está en lo ínfimo.
Tuve que enfrentarme a los hechos: la humanidad solo se plantea las preguntas que ya no se puede plantear.
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