text 43: José Luis Vilacañas, Supervivencia



La finalidad de esa retórica es producir miedo, y con él generar la demanda de seguridad por parte de la población. El Estado así se legitima en su propia política. En suma, un círculo vicioso.
No hay Apocalipsis sin aceleración. Y no hay aceleración sin escalada. El círculo vicioso es un conocido instrumento de escalada. En este caso se trata, diría Agamben, de sembrar inquietud, generar miedo, ofrecer seguridad a cambio de eliminar libertades, aumentar la dominación. Estos fenómenos llevan el viento en las alas cuando se dan en un ambiente en el que también otros elementos en escalada dominan la situación. En este caso, son los fenómenos de aumento de población, intensas migraciones, reemergencia del aspecto siniestro de la Tierra con fenómenos meteorológicos extraños, plagas bíblicas, guerras continuas, masas de refugiados. La sincronía refuerza recíprocamente las escaladas, y de esta manera la alarma se hace general e intensa.
Así se vive en una atmósfera que connota todas las vivencias con una sensibilidad hiperestésica. Tarde o temprano, el miedo genera odio y este produce hostilidad. Y cuando la vida está dominada por la presencia del enemigo, como amenaza permanente, entonces ninguna conversación es posible con el enemigo, cuyas palabras son sonidos de un lenguaje extraño. Llegados ahí, a voces demandaremos poderes fuertes, con manos libres, grandes líderes que vendan fuerza, radicalidad, atrevimiento y dureza, los ingredientes de la oferta de seguridad. Así, la excepcionalidad será también un fenómeno de escalada y de aceleración, y en su torbellino todo estará permitido para garantizar la supervivencia.
Todos estos procesos no tienen necesidad de mucha retórica porque anclan en la estructura de la imaginación. No requieren mucho refinamiento. No hace falta un gran poder para ponerlos en marcha. Se encarga de ello la aspiración de la mente humana a la prevención. Es ella la que atiza los procesos de escalada. En este sentido, la necesidad de prevención se siente desprotegida ante su enemigo interno, la imaginación. Agamben, que en su filosofía ha abordado el concepto de ser humano evadiendo estos hechos elementales, tiene que situar todos estos fenómenos en el poder del Estado. Pero hay razones para sugerir que, por el contrario, el Estado ha conocido una historia tan larga y continua por las bases antropológicas que le ofrecen su razón de ser. Sin ellas, su dominación sería insoportable. En realidad, calma deseos reales.

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