Heidegger, oblit de l'ésser i política.
-Vuelvo a tu escrito. Heidegger, señalas, volverá en breve a ser
juzgado por su imbricación profunda con la ideología völkisch del
Nacionalsocialismo y añades “pero ahora estamos en un proceso más
profundo y denso, en un nivel cada vez más complejo, con una novedad:
como compañero de ruta de su pensar filosófico surge un furibundo
antisemitismo”. ¿De qué va este furibundo antisemitismo? ¿Pero no sintió
Heidegger profundo amor y respeto por una filósofa que era judía? ¿No
se comportó correctamente, y con algún riesgo, en el caso de algunos
colegas suyos que eran judíos?
-La hagiografía
heideggeriana sostiene lo siguiente: Heidegger no tenía nada que ver con
el odio racial a los judíos propio de los nazis, Heidegger sentía
“exclusivamente” una cierta aversión cultural a ciertas formas judías de
pensamiento; este antijudaísmo sería en ese momento una práctica
intelectual habitual alemana, por así decirlo, una actitud mental
“standard” de izquierda a derecha; ergo: no puede probarse con
rotundidad una hostilidad sistemática de Heidegger frente a los judíos.
Heidegger era un simple pensador conservador de provincias, con un vago
antisemitismo espiritual (geistigen Antisemitismus), una perversión
cultural.
-¿Y no es eso?
-Todas estas tesis
oficiales son muy cuestionables incluso sin los inéditos SH, hay
suficientes testimonios, algunos te los he mencionado, aparte de
acciones concretas durante su rectorado o menciones en su
correspondencia privada. Pero en los SH, Heidegger habla explícitamente
del “Principio de la Raza” (Rasseprinzip) y añade que los judíos tenían
un “talento" especial para el "cálculo” (Rechnerische). Tenemos que
explicar aquí que lo obtenido mediante cálculo (das Rechnerische) posee,
para Heidegger, un sentido despectivo, ya que quien calcula “no
piensa”. El dominio del número (die Herrschaft der Zahl está vacío,
falto de sentido, se agota en el “ingenio sin fondo” y la “racionalidad
abstracta”. Lo calculado (das Rechnerische) es la marca de Caín de la
mente sin espíritu, el indicador del “impulso ilimitado de la
descomposición de la comprensión”. Después de la observación de que los
judíos dotados para el cálculo habrían vivido históricamente la mayor
parte del tiempo según el Rasseprinzip sigue una frase ignominiosa.
Heidegger se queja de que los judíos habrían hecho todo lo posible para
asegurar que el Rasseprinzip no se les aplicara a ellos mismos, ergo: a
pesar de que vivían según un criterio racial no querían ser tratados en
consecuencia, atribuyendo a los judíos “calculadores” (rechnerisch) una
forma de vida (viven según el Rasseprinzip) para luego descalificarlos y
desnaturalizarlos atribuyéndoles esa misma característica. Si se
aplicara legítimamente el Rasseprinzip a los judíos, estos no poseerían
política, cultural y socialmente el poder que no les corresponde de
acuerdo con sus propios principios. Reflexionemos: Heidegger escribe con
plena conciencia del odio oficial a los judíos impulsado por el
Nacionalsocialismo. Esta afirmación evoca, al imputar a los judíos un
“talento” (Begabung) particular para el “cálculo” (Rechenhafte), el
fundamento de la racionalidad “sin fondo”: Heidegger alude a la infamia
recurrente dentro de la inteligencia NS (y no solo, basta con pensar en
Wagner o Nietzsche en el siglo XIX) de que los judíos habrían inventado
el “Universalismo” -la Igualdad de todas las personas-, para ser ellos
mismos reconocidos como iguales, mientras de manera oculta guiaban a su
pueblo con el Rasseprinzip. Ahora entendemos en su plenitud su aversión
contra todo Humanismo en la polémica con Sartre después de 1945. La
invención judía de la igualdad y de la moral (el Cristianismo, la
Ilustración, el Anarquismo, el Socialismo, el Marxismo) era la coartada
para conseguir el Poder y la influencia histórica; fundaron el imperio
de la existencia (Daseins) sin raíces en la profundidad existencial de
los pueblos metafísicos (los alemanes), el dominio del mero “ente”
(Seienden) sobre el “ser” (Sein). Heidegger era el filósofo más
innovador de Alemania entre 1927 (recordemos la fecha de publicación de Sein und Zeit)
y 1933, justo cuando los judíos empezaron a irse del país por el
ascenso del Nacionalsocialismo. No debería sorprendernos que los judíos
alemanes más talentosos para la Filosofía hubieran estudiado con él, tal
era su fama, como lo cuenta la propia Arendt. ¿Podían los estudiantes
judíos alemanes (que no se sentían judíos racialmente, se encontraban
integrados en Weimar) en los años veinte saber el perverso “camino” que
el Meister iba a tomar?
-No, no podían probablemente aunque tal vez tuvieran algunas pistas delante suyo. Pero después…
-Después de 1945, muchos de ellos como Herbert Marcuse, Leo Strauss,
Günther Anders, Hans Jonas o Karl Löwith se volvieron críticos abiertos
de su letra y espíritu. En cuanto a Arendt siempre fue su amante judía
vergonzosa, oculta y nocturna, y creo que tenían afinidades electivas en
cuanto a la matriz conservadora en filosofía. El sello de su absolución
fue puesto por Arendt, en un discurso de cumpleaños difundido por la
radio de Alemania Occidental en 1969: el nazismo de Heidegger, explicó,
fue una “aventura”, un error, que ocurrió sólo porque el pensador,
ingenuamente, “sucumbió a la tentación… de ‘intervenir’ en el mundo de
los asuntos humanos”. La moraleja que se desprende del caso de Heidegger
fue que “el ‘Yo’ pensante" es completamente diferente del yo de la
conciencia”, de modo que el pensamiento de Heidegger no puede estar
contaminado por las acciones del simple hombre. Esta rigurosa y
autoritaria concepción de la no unidad entre obra y autor, donde el
contenido de verdad de una “corpus” filosófico no tiene que reflejarse
necesariamente en la mentalidad y en la ética de la vida del filósofo,
exacerba y agudiza de tal forma la autonomía “débil” de la filosofía,
que cualquier comportamiento o acción en el ámbito de lo político, de
por sí despreciable y relegada a mera nota biográfica, no puede arrojar
ningún cono de sombra sobre su “opus magnum” o ser utilizado como “via
regia” para nuevas lecturas interpretativas. Dicho secamente: no puede
desacreditarse, al realizar la conexión entre política y filosofía, la
ontología heideggeriana, ni ninguna otra, poniéndola a trasluz con
asuntos que resultan, por definición, “externos”, como lo es una
decisión resuelta en política.Pero: ¿Heidegger era racista ex ante de
1933? Ya hay pistas de antisemitismo völkisch, muy cercano al
sentimiento nazi, en 1916 en una carta a su mujer Elfride: Heidegger le
hablaba del “Judaización” (Verjudung) de la Cultura alemana y de las
Universidades, y que la Raza alemana (deutsche Rasse) deberá encontrar
una gran fuerza interior para superarlo; en 1929 Heidegger volvía a
avisar contra el peligro de die Verjudung des deutschen Geistes,
una “creciente judaización” de la vida espiritual alemana”. En el
ámbito universitario tenemos un caso testimoniado de su antisemitismo
académico: el caso de la filósofa Helene Weiss
-No conozco el caso. ¿Puedes explicarlo?
-En 1934 Heidegger la rechazó como candidata al doctorado por el hecho
de ser judía (“weil Sie Jüdin war”); Weiss había estudiado con Heidegger
desde 1920 y en la famosa entrevista a Der Spiegel aquél la
calificó cínicamente como una de las alumnas “más antiguas y capaces”,
señalando simplemente que su doctorado en Freiburg “no fue posible”;
Weiss se fue de Alemania y se doctoró en 1942 en Basilea con el profesor
Schmalenbach, con una tesis sobre la causalidad y la caída en la
filosofía de Aristóteles, en la que deja constancia de su deuda
intelectual con el trabajo de hermenéutica que Heidegger había
practicado sobre el corpus aristotélico en los años ’20. ¿Se comportó
correctamente con colegas suyos judíos? En la foja del Heidegger–Rektor
nazi figura su violenta denuncia de 1933 contra el filósofo judío
Richard Hönigswald que enseñaba filosofía del lenguaje en la Universidad
de Münich (Benjamin le hizo una bella recensión a una de sus obras)
escribiendo un informe a las autoridades utilizando todo el léxico
racista del NSDAP; a Hönigswald lo acusa de enseñar una filosofía que
“no ve la tradición racial fundada en su origen en la Sangre y el Suelo”
(seiner Herkunft aus Blut und Boden), de utilizar una Dialéctica “sin
arraigo” para engañar a los jóvenes, etc.; por supuesto gracias al
dossier de Heidegger, Hönigswald fue expulsado y terminó salvando su
vida emigrando a EEUU. El objetivo político de Heidegger es claro
-¿Y cuál es?
-Asegurar en la universidad lo que el NSDAP llamaba “Homogeneidad Racial” (la Gleichartigkeit der Rasse)…
-Heidegger,
señalas también, coloca como causas del “olvido del Ser” al Platonismo,
Cristianismo, Liberalismo, Socialismo y al Marxismo. ¿Y de qué va todo
esto del olvido del Ser?
-El “Olvido del Ser” es un terminus tecnicus clave,
fundamentado en la idea de decadencia, muy querida y utilizada por el
nuevo universo ideológico de la derecha europea, de Taine a Nietzsche,
de Pessoa a Pound. Heidegger fue atraído por el Nacionalsocialismo
porque creyó, hasta su muerte, que el movimiento ofrecía la solución
definitiva a la crisis de la civilización europea. Esta “Krisis”, tomada
en el sentido griego de “krínein”, como situación inestable que aguarda
una decisión, este “estado de perdido del hombre” o “Selbstverlorenheit
des Menschen”, era el resultado del “olvido” o “retirada” en torno a la
cuestión del ser. Heidegger va a argumentar que el más representativo y
la más peligrosa forma de este pathos tecnológico se encuentra
en el Americanismo y el Bolchevismo o Comunismo. Europa occidental se ha
“dis-puesto” en medio del ente y este emplazamiento fundamental de la
Modernidad es justamente “lo técnico”. Dicha disposición no es técnica
porque haya máquinas a vapor primero, y luego motores a explosión, sino
que, continua Heidegger, al contrario: si hay tales instrumentos es
porque la época es “técnica”. Eso que llamamos “tecnología moderna” no
es sólo una herramienta: previamente a todo es esa “técnica” un modo ya
decidido de interpretación del mundo, una Weltaschauung, que no
sólo determina los medios de transporte, la distribución de alimentos y
la industria del ocio, sino toda la actitud del hombre en su abanico de
posibilidades. La “Technik” acuña previamente al hombre sus capacidades
de equipamiento; por eso ella sólo es dominada allí donde, entrando
previamente en ella y sin reservas o miramientos, se le dice un “sí
incondicional”. Esto significa, concluye Heidegger, que la dominación
práctica de la técnica y su despliegue carente de condiciones, presupone
ya la sumisión metafísica a la “Technik”. La salvación del Occidente
europeo depende de poner bajo la cuestión del “Sein” la pregunta por la
Técnica, pero no bajo los presupuestos del Liberalismo y el Marxismo,
estrechamente ligados. En esta tarea de ejecución de esa voluntad
metafísica, que no puede verse como un simple “producto” del egoísmo y
arbitrariedad de “dictadores” y “estados autoritarios”, es donde
Heidegger cree que el nacional-socialismo puede garantizar el volver al
ocaso del inicio griego y poner en obra aquello que en aquel comienzo le
adivino esencialmente al saber.
-Y esto es un punto nodal en su cosmovisión político-filosófica.
-Es aquí donde él cree ver, en el NSDAP y en Adolf Hitler, la respuesta
más efectiva al problema del olvido del ser que culminó con el problema
de la técnica. Heidegger abrazó la causa nacionalsocialista, como lo
reconoce él mismo, desde posiciones político-filosóficas cercanas a la
corriente nacional-social de F. Naumann (Heidegger mismo lo ha
confesado), corriente congregada durante la década del ’20 en el
“Juni-Klub” de Moeller van der Bruck, el autor de un libro célebre
editado en 1923: Das Dritte Reich. La vertiente Naumann sostenía
la idea de un nuevo “Reich”, un estado cesarista, una nueva comunidad
del pueblo alemán, el papel rector de una gran Alemania en Europa, todo
ello en un programa político revolucionario, antiliberal,
antibolchevique, antiparlamentario y... socialista “alemán”. La enorme
seducción que ejerció sobre Heidegger el NSDAP se basaba en la creencia
que presentaba, aparte de una opción real de poder, la solución final a
la “Verfall” de Occidente y la promesa de un nuevo “inicio” en la
historia del ser. Era obvio para un intelectual de la talla de Heidegger
que tanto la opción Naumann como la opción más tardía por el NSDAP,
ambas enemigas acérrimas de la república de Weimar y la derrota de 1918,
planteaban una “konservative Revolution”, antiliberal, antimarxista y
con fuertes contenidos antisemitas. La Krisis en la que estaba
inmersa Europa era, en la visión apocalíptica de Heidegger, una fase, en
los hechos, “escatológica” y “climática” de olvido del ser. Esta etapa
estaba jalonada por los nombres de Platón, Descartes y Nietzsche, y en
ella la historia de la metafísica occidental era sólo un reflejo exacto
de que la ruina del saber, la pregunta primordial por la cuestión del
ser, es proporcional a la tarea pendiente de la época sólo en un
sentido: la decadencia, la Verfall, al igual que la tarea pendiente, es gigantesca, un trabajo de Sisífo. En este sentido, Sein und Zeit
era el intento, dentro de la visión de Heidegger en 1933, de recoger el
fundamento (“Grund”) de ese olvido del Ser, olvido sobre el cual se
apoya y crece, desde Platón, la decadencia del Occidente europeo.
-En cambio, el Dasein es otra cosa muy distinta.
-El “Da-sein”, lamentablemente, no vive en general como sí mismo, sino
del modo en que “se” vive; es vivido por la dictadura del “se”. En su
“encontrarse” misterioso, el “Gehimmis”, y en su “estar de acuerdo con”,
no puede el “Da-sein” plantear “de qué (“dass”) él es” y se aparta
finalmente del “dass” de su “ser-en-el-mundo”, abriéndose tan sólo hacia
aquello que le sale a su encuentro. Por ello tiene el “Da-sein” miedo,
ansiedad y angustia ante la posibilidad de la nada y la muerte. El
lenguaje mismo no permite al “Da-sein” una apertura del propio
“ser-en-el-mundo”, sino que hace “cháchara”, “charla”, que demora el
encuentro con el “Sein”, introduciendo la ambigüedad y hundiéndolo en lo
impropio de la autenticidad (Sein und Zeit; parágrafos: 35; 36 y
37). Obviamente el hecho que el “Da-sein” pueda, desde Platón, hundirse
(“Einfallen”) muestra que, según su ser, este estado puede modificarse;
esto también quiere decir, dirá Heidegger: si hasta ahora (el año 1927)
el “Da-sein” es “impropiamente”, también puede ser “propiamente”, a
través de una revolución radical, que exige el estado de decisión, la
“Entscheidung”. Y ese momento kairológico será la Machtergreifung, la toma del poder por los nazis en 1933…
-El
Comunismo –“igualado con el Bolchevismo judeo-asiático- es sólo un
desarrollo más, vuelvo a citarte, con el cual prosigue y se completa el
“despliegue del Poder”. ¿En qué poder pensaba Heidegger? ¿De qué
despliegue hablaba?
-A un alumno y discípulo suyo, Herbert
Marcuse, Heidegger le confesaba por carta en 1947 que “ yo esperaba del
Nacionalsocialismo una renovación espiritual de la vida entera, una
conciliación de la lucha de clases y la salvación de la existencia
occidental ante el peligro del Comunismo...”. Esas frases son de el
período 1938-1941, el despliegue del Poder es la extensión del Nihilismo
a nivel mundial, por cierto, el famoso Americanismo que describía
Gramsci, es decir, del Liberalismo como mera potencia del Ente
(entendido como pérdida y olvido del Ser) que es ilimitado por medio del
Maquinismo (traducido de la jerga de la autenticidad heideggeriana: el
sistema capitalista). El Bolchevismo en su variante stalinista es un
artículo injertado, una mercadería exportada de Occidente al Ost eslavo-asiático, y con ella lleva de contrabando a Asia su Machenschaft,
el “Maquinismo”, el Americanismo, central en su filosofía tardía. En un
primer nivel de significado designa la capacidad de posesión de lo real
en orden de dominarlo y hacerlo parte de nuestros fines subjetivos, el
reino liberal del cálculo y la utilidad burguesa. Para Heidegger la
democracia liberal no puede corresponderse, en una relación adecuada y
de dominio, con la técnica. Para él existe, como en Jünger, una estrecha
conexión entre el grado de movilización de la tecnología, en los
niveles parcial, general o total, y la “razón de estado” que le
corresponde en grado de controlarla y manipularla. A la “totale
Mobilmachung” de la edad de la técnica moderna le corresponde el FührerPrinzip
y una raza especial, la alemana, raza que tiene el portento exclusivo
de “Meditar” (filosofar) y no el parlamentarismo como sistema político
ideal y la mezcla racial o los Üntermenschen.
-Has
hablado en varias ocasiones de los esfuerzos de los heidégeriannes
franceses en su hermenéutica de la inocencia. Te pregunto a continuación
sobre ello.
-De acuerdo.
Salvador López Arnal entrevista a Nicolás González Varela, Martin Heidegger y el Nazismo (III), Rebelión, 14/02/2014
Nicolás González Varela, profesor, filósofo, trabajador incansable, activista, autor de un libro imprescindible –Nietzsche contra la democracia (Montesinos,
Barcelona)- y un gran número de artículos imprescindibles, Nicolás
González Varela es el editor -traductor, anotador y presentador- del Cuaderno Spinoza de Marx (El Viejo Topo, Barcelona, 2012) y del texto del joven Marx Sobre el suicidio
(El Viejo Topo, Barcelona, 2013), y uno de los marxistas de mayor
erudición y proyección internacional. Su último trabajo ha sido la
edición crítica de Fernando Pessoa. Política y profecía. Escritos políticos 1910-1935 (Montesinos, Barcelona, 2013. Está preparando un libro sobre el pensamiento político de Heidegger: Heidegger. Política del Ser y Nazismo, de próxima aparición.
[*] La primera parte de esta entrevista puede verse en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180044 La segunda en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180356
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