Raffaele Simone: "L´electorat tradicional i natural de l´esquerra s´ha evaporat".".
Raffaele Simone |
"Bajo el monstruo amable todo será fluido, divertido, fun. Nadie se
sentirá triste, todos tendremos la sensación de estar mejor y más contentos. El
monstruo amable no destruye: perturba, comprime, enerva, apaga, atonta. Lo único
que hará falta será acostumbrarse a pagar la cuenta (acaso a plazos o con
tarjeta de crédito)", escribe afilado el autor italiano en El monstruo
amable. ¿El mundo se vuelve de derechas? (Taurus). Ese es el cebo del
bicho: un buen plato de entretenimiento, capaz de reconfortar en las
satisfacciones e inmune a las injusticias y las desigualdades.
Y una buena maquinaria propagandística bien engrasada, con medidas que
camuflen el desastre imparable: unas migas populistas en forma de rebajas de
sueldos de los gestores de los bancos que tengan ayudas públicas y ya se ha
solidarizado el dolor. Todos tranquilos, porque Rato pasará a cobrar sólo
600.000 euros al año. ¿Le llegará para la hipoteca?
El mito del monstruo amable ha pervertido la definición de bienestar: si
antes abrigaba con el bien común, ahora lo hace con el lujo y el ocio. Si antes
el bienestar era compartido, ahora es radicalmente individualista. ¿Y alguien ha
sido capaz de pararle los pies? No. ¿Ni siquiera la izquierda? Tal y como
subraya Simone en el libro, la izquierda ha sido completamente incapaz de
entender en las últimas dos décadas qué era el mundo globalizado. Posiblemente,
porque ese mundo era un invento ajeno. Sea como fuere, Simone, que es de los
autores que grita mucho más por escrito que en persona, aclara que la izquierda
no ha podido desmontar la estrategia pop (tan divertida como burguesa) de la
derecha.
¿Por qué? "No sé, quizás la complejidad de los fenómenos de esa globalización
y la relativa mediocridad de las personas que han gestionado en estos últimos 25
años la izquierda en Europa". Esa crisis de la izquierda es tanto ideológica
como política, según el profesor. "Sus ideales se han disuelto. La clase obrera
ha desarrollado un proceso de distanciamiento al convertirse en burguesía. Sin
que se diera cuenta, el electorado tradicional y natural de la izquierda se ha
evaporado incluso en un mundo como el que ha dejado la crisis actual",
explica.
En cuanto a la representatividad política de la izquierda "La gente se ha
distanciado de la política, no cree en ella. Ve corrupción, clientelismo y
profesionalización". De hecho, en el libro cuenta cómo la neoderecha se ha
aprovechado de este descrédito para limpiar de su discurso político la
ideología, considerada como algo antiguo. Pasado de moda. ¿La consecuencia? "El
olor de la derecha se esparce ya por todo Occidente y roza el resto del mundo.
Tal y como van las cosas, nadie conseguirá escapar de él", certifica en el
ensayo breve.
La izquierda ha tenido oportunidades para replantearse sus orígenes, sus
motivaciones y sus ideales. Pero "ha dejado que se desgasten". Incluso sus
fundamentos más sólidos se han debilitado, paradójicamente: "Con la inmigración
clandestina se reveló la actitud pasiva de la izquierda ante uno de los
fenómenos sociales más importantes de los últimos tiempos. Ningún partido de
izquierda en Europa ha elaborado una posición firme, articulada y concreta de
respuesta. Este es un regalo que ha hecho la izquierda a la derecha, porque la
derecha sí tiene un argumento para responder a la inmigración clandestina:
respuestas extremadamente brutales y de exclusión".
Así es como ve Simone a la izquierda, a remolque de la brecha social que abre
la derecha desde finales del siglo XX. De la neoderecha dice que ya no es un
partido político, sino "una de las formas planetarias de la modernidad": ubicua,
amigable e inaprehensible. Líquida, vaya. Ese buen rollo esconde lo que se
conoce, tendencia a la superioridad, la propiedad y la privacidad. "La derecha
reconduce las desigualdades entre los hombres a la naturaleza misma. Las trata
como algo inevitable o incluso saludable, porque reflejan una disparidad que
está en las propias cosas, no en la arbitrariedad de la Historia. Los que están
arriba deben aprovecharse de los que están abajo, porque así son las cosas. Por
ello, las diferencias no deben corregirse con medidas de reequilibrio, sino que
deben dejarse como están, y si acaso sacarse partido de ellas", declara negro
sobre blanco.
¿Considera que la izquierda política se ha alejado de esas actitudes? "No,
esta izquierda huele a derechas, en actitudes y en comportamientos. Espero su
renacer, pero tengo miedo porque supone una clase dirigente inteligente, capaz
de darse cuenta de la recuperación de lo perdido y capaz de generar ideas de
izquierda y a la altura del tiempo", se lamenta.
Sin embargo, Simone recoge velas al hablar de la indignación mundial. Se
revuelve, no parece cómodo con la idea de la calle en armas, a pesar de que una
de las críticas más airadas que lanza contra la izquierda adormecida es el
"buenismo", la mentalidad de dejar pasar los problemas, la pérdida de
radicalidad en sus posturas por miedo a ser tachada de comunista.
"Los movimientos espontáneos son minoritarios, ni siquiera son de izquierdas,
son pura manifestación de energía, no tienen tesis ni un programa político, sólo
tienen frases contundentes que no son tesis políticas, apenas eslóganes. Ahora
el efecto es que los movimientos se han quedado en silencio", comenta con
descrédito. "Esos movimientos pueden dar impulsos. No hay discursos articulados.
No tenemos más". ¿Antes teníamos menos, no? "Sí. Ahora tenemos energía, pero
esta energía tiene que canalizarse en partidos. Reflexionemos sobre sus
exigencias. Pero ellos no son una respuesta política".
Lo que confirma la separación entre la clase política y la calle, porque no
parece que alguien haya tenido en cuenta sus reivindicaciones. "Exactamente. La
izquierda está muy alejada de la calle. Es un indicio preocupante, porque quiere
decir que los mecanismos de la democracia han dejado de interesarnos y podríamos
acabar por no querer partidos", dice subrayando la amenaza de vuelta de los
fascismos y las dictaduras.
De todas maneras, el nombramiento de Mario Monti como primer ministro
italiano tampoco quedará como el dechado de democracia directa, que reclama
Simone para cualquier país. "Monti no ha sido elegido, pero no hay nada
inconstitucional en la decisión", y es que ese monstruo amable sabe jugar hasta
con las constituciones (de cualquier país).
"Es un gobierno de derechas, pero responsable, competente, no todas son
medidas para aprobar, pero están solventando problemas de hace años. Así que
como solución de emergencia va bien. No teníamos otra solución". ¿Cuándo acaba
la emergencia? "No sé, porque la enfermedad está en el pueblo y si el pueblo no
se corrige no tendremos un futuro de cambio e innovación". Simone no habla en su
libro de la capacidad de la izquierda varada para desviar responsabilidades.
Raffaele Simone, "Esta izquierda huele a derechas", Peio H. Riaño, Público, 04/02/2012
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