Creacionistes: a favor d´un cristianisme darwinista.
Otra cosa en la que también
coincidieron (los candidatos que competían por la nominación republicana para
las próximas elecciones a Presidente de los Estados Unidos) -y esto es lo más
llamativo- fue en rechazar la teoría de la evolución de Darwin porque, “a su
entender, el hombre fue creado por Dios”. Si digo que es lo más llamativo no es
-o no solamente- por su primitivo e irracional repudio a la ciencia, sino
porque, mientras negaban la selección natural de las especies, con sus
propuestas intentaban impulsarla y desarrollarla, reimplantarla entre los
humanos y dejarle el camino expedito, sin frenos ni trabas. Si el papel del
Estado y de los Gobiernos queda reducido al mínimo, como ellos pretenden; si
las empresas deben campar por sus fueros sin control ni normas, y la educación
de los niños depender tan sólo de los medios económicos y las peculiares
creencias de cada familia; si la doctrina es que cada cual se las arregle por
sí solo y el que sufra pobreza, o mala salud, o ancianidad desvalida, o
impedimento físico o psíquico, o simplemente mala suerte, que allá se las
componga o perezca, no me digan que esto no es una entronización de la ley del
más fuerte, también llamada ley de la selva, a fin de que sobrevivan sólo los
agraciados por la fortuna o por la naturaleza, los que nacen ricos y sanos, y
-claro está- los depredadores más fieros. Una de las cosas que nos distinguen
de los animales -a los hombres” creados por Dios”, según estos individuos-, es
nuestra disposición a renunciar voluntariamente a parte de nuestro poder y de
nuestra fuerza, a dotarnos de leyes que no condenen a la desaparición “natural”
a los débiles y desfavorecidos, así como nuestra capacidad para sentir
cualquiera de las palabras modernas -”empatía”, “solidaridad”- que han venido
a sustituir a otras más tradicionales, como “caridad” o “piedad” o
“misericordia”. Pero, según buena parte de la actual derecha mundial, esos
conceptos están de sobra, de tal manera que los que más dicen detestar a Darwin
resultan ser, en realidad, los más fervientes partidarios de lo que él se
limitó a describir y exponer.
Y esa no es la única contradicción o hipocresía flagrantes. Esa
derecha que aboga por el “Sálvese quien pueda, y el que no púdrase”; que se
opone a la intervención del Estado para ayudar a la gente en apuros; que
detesta la sanidad pública y la educación universales; que considera meros
parásitos a quienes no se pueden valer por sí mismos o ya han nacido casi
abocados a la marginación y la indigencia; que culpa a quienes enferman o se
ven arruinados por el motivo que sea; esa derecha, digo, se reclama “cristiana”
invariablemente. Y, o yo he olvidado mi catecismo, o el cristianismo predica
con énfasis lo que sus supuestos representantes hoy repudian: la compasión, la
piedad, la caridad y la misericordia.
Javier Marías, Escuela de inmisericordes, El País semanal, 19/02/2012
http://javiermariasblog.wordpress.com/
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