Domini de la naturalesa?
Muchos idearios de izquierda han sido productivistas
(como abrumadoramente lo ha sido la cultura política y económica de los últimos
dos siglos); pero algunas líneas minoritarias del pensamiento socialista
formularon tempranas críticas del productivismo y la noción burguesa de
progreso. Destacaría en ello el novelista, diseñador y revolucionario británico William Morris[1]; y también vale la pena rememorar al Walter Benjamin de Dirección única, un libro de
apuntes, fragmentos y agudezas publicado en 1928:
“Dominar la naturaleza, enseñan los imperialistas, es
el sentido de toda técnica. Pero ¿quién confiaría en un maestro que,
recurriendo al palmetazo, viera el sentido de la educación en el dominio de los
niños por los adultos? ¿No es la educación, ante todo, la organización
indispensable de la relación entre las generaciones y, por tanto, si se quiere
hablar de dominio, el dominio de la relación entre las generaciones y no de los
niños? Lo mismo ocurre con la técnica: no es el dominio de la naturaleza, sino dominio
de la relación entre naturaleza y humanidad.”[2]
Dominar no
la naturaleza sino la relación entre naturaleza y humanidad.Dominar
nuestro dominio: esta idea sigue siendo inmensamente fecunda en el siglo XXI[3]. Todas las relaciones humanas entrañan ejercicio de poder,
señalaba un filósofo como Michel
Foucault (en
la estela de Nietzsche)[4]. Pero si, en un ejercicio de reflexividad guiado por los
valores de la compasión, trato de dominar no al otro sino mi relación con el otro, si
trato de dominar mi dominio, se abren impensadas posibilidades de
transformación. De verdadera humanización para esos inmaduros homínidos que aún
seguimos siendo.
[1] William Morris, Cómo vivimos y cómo podríamos vivir, Pepitas
de Calabaza, Logroño 2004. Da título al volumen una conferencia pronunciada por
Morris el 30 de noviembre de 1884.
[3] Por lo demás, podemos rastrearla también en un famoso
pasaje del libro tercero del Capital de Marx: ahí el pensador de Tréveris no
define el socialismo como dominación humana sobre la naturaleza, sino más bien
como control sobre el
metabolismo entre sociedad y naturaleza, regulación
consciente de los intercambios materiales entre seres humanos y naturaleza. En
la esfera de la producción material, dice Marx,
“la única libertad posible es la regulación racional, por parte del ser humano
socializado, de los productores asociados, de su metabolismo [Stoffwechsel] con la
naturaleza; que lo controlen juntos en lugar de ser dominados por él como por
un poder ciego”. Citado por Michael
Löwy enEcosocialismo, El Colectivo/
Ediciones Herramienta, Buenos Aires 2011, p. 73.
[4] Habría que tener aquí en cuenta la ambivalencia del
concepto, que señaló Spinoza,
sobre la que no se puede insistir demasiado: poder como capacidad frente a
poder como dominación. Spinoza en su Tractatus politicus (1677,
capítulo 2: “Del derecho natural”) establece la importante diferencia entre las
palabras latinas potentia y potestas. Potentia significa
el poder de las cosas en la naturaleza, incluidas las personas, “de existir y
actuar”. Potestas se
utiliza en cambio cuando se habla de un ser en poder de otro. (En alemán, la
pareja de conceptos Macht/
Herrschaft capta la distinción: se ve bien en Max Weber.)
Tenemos entonces potentia como
“poder para”, poder
en cuanto capacidad. Y potestas en cuanto “poder
sobre otros”, poder en cuanto
dominación. El primero es más originario que el segundo. Puede
verse al respecto también Jorge
Riechmann, ¿Cómo
vivir? Acerca de la vida buena, Los Libros de la
Catarata, Madrid 2011, p. 33-35
Jorge Riechmann, dominar nuestro
dominio, tratar de comprender, tratar de ayudar,
05/02/2012
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