L'exposició pública.
Incluso hurtados en apariencia a la mirada, vivimos expuestos. Siempre estamos puestos en obra y ello, como Aristóteles
nos recuerda, es trágico. Supone, al margen de la mayor o menor
presentación pública, una permanente intemperie. Y eso no significa, sin
más, en situación difícil o complicada, aunque con frecuencia suele
serlo. Para ejercer con dignidad tamaña permanente exposición se
requiere arte, el del artífice, el de no quedar reducidos a artefactos.
Expuestos a la acción ajena, a los efectos y funcionamiento de los
procesos y de las decisiones, al devenir del tiempo, como toda obra,
requerimos demorarnos, porque posee y poseemos un modo propio de vivirlo.
Ángel Gabilondo, El arte de la exposición, El salto del Ángel, 11/03/2014
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