La fragilitat de la memòria





Muchas veces pensamos que la memoria es una grabadora que va almacenando recuerdos que se alojan en el cerebro y que permanecen allí intactos incluso si no podemos acceder a ellos. De acuerdo con esta teoría, si logramos abrir esa ventana, la imagen aflora clara y exacta. Pero la psicología experimental y la práctica forense muestran otra realidad: que la memoria es dúctil, frágil y poco fiable; que puede añadir recuerdos de cosas que nunca sucedieron, modificar otros y, a través de las técnicas adecuadas, ser manipulada por terceros. En definitiva, que la mente mezcla muy fácilmente realidad y ficción a la hora de construir nuestro pasado.

La ONG estadounidense Innocence Project, que ha logrado la excarcelación de 349 presos desde 1992 gracias a pruebas de ADN –algunos de ellos en el corredor de la muerte a la espera de ser ejecutados–, asegura que, según sus estudios estadísticos, el 71% de las condenas a inocentes tiene su origen en identificaciones erróneas llevadas a cabo por víctimas y testigos. En España, los experimentos psicológicos de Diges también dan cuenta del inmenso margen de error que tiene esta prueba. En uno de ellos, en el que participaron 300 personas, solo el 28% identificó correctamente a un hombre presente en una rueda de reconocimiento a quien todos habían visto previamente (es decir, el 72% falló). Y cuando el sospechoso no estaba, la mitad de la gente señaló a un inocente como culpable.

Aparte de los estudios, la práctica judicial es contundente. Muchas veces, víctimas que han identificado con total seguridad a alguien como su agresor cambian de idea cuando aparece un segundo individuo contra el que hay más indicios, al que vuelven a reconocer “sin ningún género de dudas”. Es la prueba de la falta de relación entre la seguridad del testigo y la exactitud de su recuerdo. Aunque en España no existe una organización como Innocence Project, durante los últimos 10 años los medios de comunicación han publicado una veintena de casos sangrantes. Como los del gaditano Rafael Ricardi y el holandés Romano van der Dussen, presos durante 13 y 12 años, respectivamente, por violaciones que no habían cometido.

Mónica Cebeiro Belaza, Un falso recuerdo me llevó a la cárcel, El País semanal 12/03/2017


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Entrevista amb Elizabeth Loftus: "Tus recuerdos son como Wikipedia, se pueden modificar"

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