L'egaliberté d'Étienne Balibar (Alicia Garcia Ruiz).


by Klein
Es preciso preguntarnos acerca de qué relación guardan entre sí la libertad y la igualdad y si es posible la comunicación entre las dos. El potente concepto de egaliberté (igualibertad) que ha desarrollado Étienne Balibar constituye una herramienta teórica única para mostrar que, en efecto, este paso no solo es sustancial, sino constitutivo de una lectura política de ambos que aspire a afrontar los desafíos del presente en el que vivimos, una sociedad cada vez más arrojada a una deriva securitaria y cada vez más herida por la desigualdad. 

Balibar muestra, mediante un estudio sólidamente fundado en términos históricos, que la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) instituye un espacio simbólico nuevo para la política posterior a ella, que marca un punto de inflexión histórico a menudo desantendido en las numerosas críticas y lecturas que se han efectuado de este documento.

La propuesta de Balibar parte del primer artículo de la Declaración que establece que "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos". Históricamente, los intérpretes liberales han puesto el acento sobre el término de libertad, mientras que la tradición socialista ha enfatizado el de igualdad. Frente a esta contraposición, lo que se pretende argumentar es que en la Declaración no existe ningún hiato entre ambos conceptos, sino una equivalencia total. Tanto la libertad como la igualdad se experimentan en la vida política como igualmente necesarios: la falta de libertad se acompaña de una carencia de igualdad y viceversa. Esto es precisamente lo que se intentó evitar en el diseño conceptual de la Declaración: obligar a elegir entre las dos cosas desactiva la verdadera potencia que representa el modo en el que está formulada la Declaración y la inteligencia política de sus redactores.

Con el fin de demostrar esta relación de coimplicación entre los conceptos de igualdad y de libertad, Balibar desarrolla su "proposición de egaliberté", que pretende sortear los siguientes problemas. En primer lugar, es preciso evitar la interpretación de que la igualdad es algo básicamente económico o social mientras que la libertad es sobre todo de naturaleza jurídica. En segundo lugar, las ideas de libertad e igualdad se entienden siempre en relación con el concepto de Estado. El Estado aparece como el agente que hace posible la igualdad mediante las herramientas de distribución, mientras que la preservación de la libertad se concibe como limitación de la intervención del Estado. En ambos casos la consecuencia es la misma: la efectuación de la libertad o de la igualdad es redirigida al marco conceptual de la teoría del Estado y queda atrapada en él. Con ello se genera la reproducción de dicotomías derivadas de esta separación entre libertad e igualdad tales como la duplicidad entre derechos "formales" y "efectivos" o la consideración de la libertad como asunto individual, concepción que reduce las libertades colectivas al papel de garantías de las libertades individuales. En tercer lugar, la Declaración presenta una radical novedad histórica frente a tradiciones de pensamiento político que, más que prolongar, cuestiona. La Declaración no responde ni al paradigma teológico de la soberanía ni al del derecho natural que trata de contrarrestar al primero, sino que escapa a ese sistema: usa ambas terminologías solo en orden a invalidar su lógica, a suspender el juego conceptual al que obligan a jugar. La enunciación de la Declaración muestra una clara voluntad en sus redactores de sustraerse al marco clásico en el que se ha inscrito la cuestión de la igualdad y la libertad, a saber, el aparato conceptual que gira en torno a la problemática de los orígenes y modalidades de la asociación política. De hecho, ni siquiera hay en ella mención alguna al artefacto teórico del contrato social. En el primer artículo no se comienza desde ningún otro lugar que desde el marco que ella misma ha establecido: que todo los hombres nacen libres e iguales.

Alicia García Ruiz, Impedir que el mundo se deshaga, Los libros de la catarata, Madrid 2016

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