Peirce, la lògica i el pensar.





En primer lugar, es útil contar con una pequeña infraestructura lógica para hablar de creencias, es útil intentar construir lo que podríamos llamar una "lógica de la creencia". Para este fin voy a recurrir a Peirce, a quien es habitual considerar como un lógico. Sin embargo, en la tradición en la cual él se inserta, la Lógica no es exclusivamente un instrumento de clasificación o de formalización, sino una herramienta de invención, de descubrimiento y de investigación. La Lógica es, de acuerdo con la vieja denominación que encabezaba uno de los Tratados de Port-Royal, el arte de pensar entendido como arte de producir pensamiento, de inventar ideas nuevas en relación, obviamente, con la experiencia real, el arte de producir sentido. Peirce se refiere a esta "lógica del pensamiento" (es decir, a esta lógica de la acción de pensar) en los siguientes términos: "No nos es necesario a nosotros saber con detalle cómo está hecho nuestro pensar sino sólo cómo puede hacerse" (El hombre, un signo, Ed.Crítica). Y es el caso que el pensamiento se hace forzado por una duda. Evidentemente, "tiene que ser una duda viva y real" (ibíd., p. 184), que Peirce concibe como "un estado de inquietud e insatisfacción" comparable "a la irritación de un nervio" (p. 182) y que funciona como un estímulo para el pensamiento. Ahora bien, "el pensamiento... consiste en una relación" (p. 208, subrayado de P.). ¿Qué es, pues, lo que el pensamiento relaciona para dar lugar a la acción de pensar en cuanto tal? Para explicarlo, como ya habían hecho Locke y Hume, utiliza el ejemplo de la música: 

"En una pieza musical están las notas separadas y está el aire [en el sentido de `aria' o `canción']... El aire consiste en una cierta sucesión de los sonidos, que impresionan al oído a lo largo de momentos distintos y, para percibirlo, tiene que haber una cierta continuidad de la consciencia que nos haga presentes los acontecimientos de un lapso de tiempo. Ciertamente, sólo oímos el aire oyendo las notas separadas, pero no puede decirse que lo oímos directamente, ya que sólo oímos lo que está presente en cada instante... Algunos elementos (las sensaciones [a las que representan las notas en el ejemplo]) están completamente presentes en cada instante en tanto duran, mientras que otros (como el pensamiento [al que representa el aire del ejemplo]) son acciones que tienen principio, mitad y fin, y que consisten en una congruencia en la sucesión de sensaciones que fluyen en la mente... El pensamiento es un hilo melódico que recorre la sucesión de nuestras sensaciones". 

Se notará que, aquí, Peirce pone aparte dos escenarios bien diversos y completamente irreductibles: de un lado, los "elementos" o las impresiones sensibles; y, de otro lado, la relación entre esas notas, elementos o impresiones. De un lado, las notas; de otro, la canción o, mejor dicho, el cantar, la acción de cantar (una acción que consiste en una relación). De un lado, las impresiones sensibles; de otro, el pensamiento o, mejor dicho, el pensar, la acción de pensar que consiste en una relación que va más allá de lo relacionado y es irreductible a ello. Se comprende bien, de este modo, la insistencia de Peirce en la Lógica de Relaciones, que no es otra cosa sino una manera de mantener que las relaciones son irreductibles a los términos relacionados y que, por tanto, la Lógica de Relaciones es irreductible a la Lógica de Términos. Supongamos que yo digo la frase "Antígona desobedeció a Creonte al enterrar a su hermano". Podría parecer que la relación "desobedecer" queda suficientemente expresada como una suma de las proposiciones (1) "Creonte dio orden de no enterrar a los vencidos" y (2) "Antígona enterró a uno de los vencidos". Pero esto es falso, porque siempre habría que añadir: "Luego Antígona desobedeció a Creonte", del mismo modo que una melodía es algo más que la yuxtaposición de sus notas (aunque no pueda existir sin notas). Pensar consiste en establecer relaciones de este tipo, relaciones que sin duda se establecen a partir de impresiones sensibles, pero que no se reducen a ellas.

José Luis Pardo, fragmentos de una enciclopedia, Facebook 09/03/2017

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