A favor d'una política de la fraternitat (Alicia García Ruiz).




La fraternidad es la gran olvidada de la Revolución francesa, pero en un momento como e que hoy vivimos es también el gran valor por reencontrar. (...)

La apuesta que hacemos es que, en efecto, la fraternidad es un valor político y ha de tener un programa específico para su puesta en práctica. Autores como John Rawls así lo han creído, sin ignorar las dificultades y los escepticismos que ello puede suscitar. Rawls no confía demasiado en la dimensión emotiva de la fraternidad, pero sí que cree firmemente que se trata de una concepción políticamente practicable y así lo expresa claramente en su Teoría de la justicia. (...)

La constelación de realidades humanas (el cuidado, la estima, la reciprocidad, la vulnerabilidad) que giran en torno a la historia del concepto de fraternidad han de ser incluidas en las concepciones políticas y tener un momento institucional. En un contexto cada vez más áspero y descarnado, como el del capitalismo en su actual fase, probablemente uno de los desafíos centrales más urgentes, junto con las presiones a las que hoy están sometidos los principios de igualdad y libertad, será el de darles una dimensión pública y reconocimiento político, en otras palabras, una encarnación. ¿Por qué? Porque el despliegue práctico de este ethos parece el único que puede garantizar la ciudadanía plena o activa, y no un reconocimiento puramente abstracto y pasivo. Los programas políticos fraternales habrán de constituirse, además, en función de una tensión productiva con los otros dos pilares con los que forman la tríada revolucionaria, con la libertad e igualdad. 

Alicia García Ruiz, Impedir que el mundo se deshaga, Los libros de la catarata, Madrid 2016

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