Le Parlament des invisibles.
Estoy siguiendo con mucho interés la iniciativa Raconter la vie de Pierre Rosanvallon, director y profesor del Collège de France,
autor de importantes reflexiones sobre la cultura democrática y que
también anima un debate público informado, dirigiendo la colección de la République des idées y la página web La Vie des idées.
Para «narrar la vida»
en toda la diversidad de experiencias, la colección acoge escrituras y
aproximaciones múltiples: testimonios, análisis sociológicos,
encuestas periodísticas y etnográficas y literatura. Todas las
jerarquías de «géneros» o de «estilos» están abolidas; las palabras en
bruto son consideradas tan legítimas como los textos de los
profesionales de la escritura. Raconter la vie es la comunidad
de los que se interesan por la vida de los demás, y nos invita —a cada
uno de nosotros— a relatar una faceta de nuestra existencia, a
intercambiar con quienes compartimos una comunidad de experiencia y a
escuchar a aquellos más distantes, con el objetivo de conocerse
mutuamente. Este espacio de intercambio y de edición virtual acoge, a
partes iguales y en igualdad de condiciones, todos los relatos vitales. De manera que, al conocerlos y reconocerlos, les restituye su dignidad. En este sentido, Raconterlavie.fr es un lugar creador de vínculos.
Rosanvallon ha
desarrollado las ideas básicas del proyecto en un manifiesto que
constituye uno de los primeros textos de la colección: «Le Parlement des
invisibles». En el primer capítulo, «Una sociedad a la búsqueda de sí
misma», se ofrece un diagnóstico sobre la lenta deriva democrática que
va separando una parte creciente de la sociedad de las instituciones
políticas. Una parte de la sociedad cada vez más invisible y a la espera
de reconocimiento, que se siente mal representada por unos partidos
políticos profesionalizados y cada vez más autoreferentes, y que se ha
vuelto difícilmente representable, al convertirse en una sociedad de
individuos y prácticamente ilegible.
La reconstrucción de la representación democrática solo será posible partiendo del reconocimiento de la individualidad. Y ello supone dar la palabra, volverse visible, insertarse en una nueva historia colectiva. En definitiva, construir una democracia narrativa, expresión de la democracia como forma de sociedad y no tan solo como régimen político…
«La democracia entendida como condición necesaria para constituir una
sociedad de individuos plenamente iguales en dignidad, igualmente
reconocidos y considerados, y que puedan verdaderamente construir una
sociedad en común».
En esta perspectiva, el proyecto de Raconter la vie
seria como una especie de «Facebook social y ciudadano», sobre el que
trata el segundo capítulo del libro. En él, se evoca cómo el movimiento
obrero tomó la palabra en el siglo XIX para hacerse oír por el conjunto
de la sociedad, para dar a conocer las realidades del trabajo, para
expresarse y para obtener el reconocimiento y la representación.
Expresión encarnada en formas diversas: poesía, encuestas sociales,
periodismo, novelas, canciones… Es decir, una pluralidad de
perspectivas, de fuerte contenido narrativo, cultural y creativo, para
hacer emerger la pluralidad de puntos de vista y de vivencias. Palabras para cambiar el mundo.
Vivir las ideas políticas es el camino para otra política.
Antoni Gutierrez-Rubí, Narrar la vida: la construcción del Nosostros, Micropolítica, 16/03/2014
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