Desmitificant la pena de mort.
MITO 1
La pena de muerte tiene un efecto disuasorio sobre la delincuencia violenta y hace que la sociedad sea más segura.
REALIDAD 1
No hay datos convincentes que demuestren que la pena de muerte tenga un efecto disuasorio único.
Más de tres décadas después de abolir la pena de muerte, el índice de
asesinatos de Canadá sigue siendo alrededor de un tercio inferior al de
1976.
Un estudio comparó durante 35
años los índices de asesinatos de Hong Kong, donde no hay pena de
muerte, y Singapur, cuyo tamaño de población es similar y donde se
llevan a cabo ejecuciones periódicamente. La pena de muerte tenía poco
impacto en los índices de delincuencia.
MITO 2
La amenaza de ejecución es una estrategia eficaz para prevenir los atentados terroristas.
REALIDAD 2
No es probable que la perspectiva de una ejecución tenga un efecto
disuasorio en personas dispuestas a matar y causar lesiones por una
ideología política o de otra índole.
En realidad, algunas autoridades de la lucha antiterrorista han
señalado en reiteradas ocasiones que las personas ejecutadas pueden ser
percibidas como mártires cuyo recuerdo se convierte en punto de cohesión
para su ideología o sus organizaciones.
Los grupos armados de oposición han señalado también al uso de la pena
de muerte como justificación de sus represalias, continuando así el
ciclo de violencia.
MITO 3
La pena de muerte está bien siempre que cuente con el apoyo de la mayoría de la población.
REALIDAD 3
La historia está llena de violaciones de derechos humanos que apoyaba
la mayoría de la población, pero que posteriormente se consideraron
terribles.
La esclavitud, la
segregación racial y los linchamientos tuvieron el apoyo en las
sociedades donde existían, pero constituían violaciones graves de los
derechos humanos.
En última instancia, los gobiernos tienen la obligación de proteger los
derechos de todas las personas, aunque a veces eso suponga actuar
contra la opinión de la mayoría.
Por
otra parte, la opinión pública suele cambiar en función del liderazgo
político y cuando se facilita información objetiva sobre la pena de
muerte a la ciudadanía.
MITO 4
Se ha demostrado que todas las personas ejecutadas son culpables de delitos graves.
REALIDAD 4
En todo el mundo, cientos de presos son ejecutados tras juicios
manifiestamente injustos. Esto puede incluir el uso de “confesiones”
obtenidas bajo tortura, la denegación del acceso a un abogado y una
representación procesal inadecuada.
Los países que más ejecuciones llevan a cabo son también aquellos en
donde la imparcialidad del sistema de justicia suscita gran
preocupación, como China, Irán e Irak.
Las 144 exoneraciones de condenados a muerte registradas en Estados
Unidos desde 1973 demuestran que, por muchas salvaguardias legales que
existan, ningún sistema de justicia está libre de error. Mientras la
justicia humana siga siendo falible, no se podrá descartar el riesgo de
ejecutar a un inocente.
MITO 5
Los familiares de las víctimas de asesinato exigen la pena capital.
REALIDAD 5
El movimiento mundial contra la pena de muerte incluye a muchas
personas que han perdido a sus seres queridos a causa de un delito
violento o que han sido ellas mismas víctimas de un delito de
este tipo, pero que por razones éticas o religiosas no quieren que se
imponga la pena de muerte “en su nombre”. En Estados Unidos,
organizaciones como Familias de Víctimas de Asesinato por los Derechos
Humanos impulsan el movimiento por la abolición de la pena de muerte,
por ejemplo, en Nuevo Hampshire.
Josefina Salomón, Cinco mitos y realidades sobre la pena de muerte, el diario.es, 26/03/2014
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