Vivim en l'era de la responsabilitat biològica (Nikolas Rose)
El Roto |
Subjetivación. Con la expresión "salud para todos" me
refiero a la extensión del alcance de la medicina: de curar la enfermedad a
gestionar la salud. Gestionar la salud a través de acciones de los propios
individuos, responsabilizando a los individuos de su propia salud, obligándoles
a asumir la responsabilidad de su propia salud. Esta ética de la salud parece
ser a menudo nuestro único vocabulario común: la creencia de que deseamos
nuestra salud y prolongar nuestras vidas tanto como nos sea posible. (...)
Junto con mi colega Carlos
Novas, argumentamos que esta forma pasiva de ciudadanía biológica se ha visto
superada por otra forma más activa en la cual los individuos se organizan y se
reúnen para reivindicar sus derechos biológicos y biomédicos. Exigen
inversiones, recursos, investigación y curas para sus trastornos particulares.
Hemos empezado a ver un tejido de reivindicación activa formado por un amplio
conjunto de grupos que hacen campaña a favor de sus condiciones particulares.
Existe un libro clásico escrito por el Boston Women’s Health Collective, en
1974, con el título Nuestros
cuerpos, nosotras mismas que defiende la idea de que las
mujeres deberían reconquistar el conocimiento de sus cuerpos, tomar un control
activo sobre sus propios cuerpos, retirar el control de sus cuerpos a las
autoridades que pretenden gestionarlos. De forma paradójica y, por cierto, en
una forma que nunca habría imaginado el Boston Women’s Health Collective, la
idea de que somos nuestros propios cuerpos se ha convertido en una especie de
realidad en la medida en que la característica organizativa central de nuestra
relación con nuestro cuerpo se ha convertido en algo biológico. Nos imaginamos
como criaturas biológicas y, al menos en parte, como corpóreos, somáticos.
Nuestro propio soma, nuestro propio cuerpo ha devenido la característica
constitutiva de nuestra subjetividad. Foucault,
en Historia de la sexualidad
afirma que, bajo el psicoanálisis, el deseo y la organización del deseo se
convierten en el territorio ético por excelencia dentro del cual tiene lugar un
combate sobre una serie de temas distintos. Creo que hoy en día el propio
tejido y naturaleza del cuerpo humano es objeto de la ética: la forma como nos
juzgamos y valoramos nuestra actuación sobre nosotros mismos y las
reclamaciones a las autoridades en relación con nosotros mismos. Nos hemos
convertido en nuestros cuerpos, en este sentido. A esto me refiero cuando
utilizo la expresión «individualidad somática».
Pensarnos como
biología, como encarnados, corporizados, no significa ya que nos consideremos
condenados o determinados por la biología. Nuestra biología es oportunidad,
esperanza, algo sobre lo que podemos actuar incluso si estamos afectados por un
trastorno genético, por una depresión o una mutación en el cromosoma 22: ello
no significa que debamos aceptar pasivamente nuestra suerte. Más bien lo
contrario. Cuanto más sepamos, más podremos actuar y cuanto más podamos actuar,
más deberíamos actuar. A esto se refiere mi colega Carlos Novas con la
expresión «economía política de la esperanza». Esperamos lo mejor, y no se
trata de esperanza en abstracto, es una esperanza que se transforma en acción.
Cada individuo espera lo mejor para sí mismo y para su familia, y esta
esperanza está vinculada con la esperanza que tienen los doctores y los
científicos en su capacidad para encontrar aquello que nos va a curar. También
está relacionada con la esperanza que tienen las empresas en obtener un rendimiento
económico al proveernos con aquellas cosas que van a curar, mantener,
controlar, regular y gestionar nuestros cuerpos. Es una esperanza psicológica,
sociológica, comercial y cultural. La bioeconomía en bloque, en cierto sentido,
está conducida por una alianza entre estos distintos tipos de esperanza. Y esto
está conectado a su vez con algunos aspectos de la comercialización. Creemos
que somos criaturas biológicas, pero ¿qué significa esto? Pensemos en la vieja
máxima: «conócete a ti mismo». Pero ¿cómo puede uno conocerse? Desde luego no
mediante un ejercicio inocente de introspección. Uno se conoce a sí mismo
porque dispone del lenguaje para ello, de unos valores para juzgarse, de unas
técnicas para la intervención sobre uno mismo. ¿Quién pone este lenguaje, estas
normas y estas técnicas a nuestra disposición? En mi libro argumento que, en la
medida en que nuestros cuerpos se han convertido en algo crucial en nuestra
forma de subjetivación, son los expertos en biomedicina quienes nos proporcionan
este lenguaje y esta forma de conocimiento, y las normas de acuerdo con las
cuales podemos juzgarnos. Nos proporcionan técnicas con las que actuar sobre
nosotros mismos.
... una norma de
salud, se ha convertido en algo central en la forma en que gestionamos nuestra
existencia.
La norma es parte de
las prácticas de definición y gestión de dicha anormalidad.
Estas normas han
devenido cruciales para la gestión de nuestra existencia, no sólo porque
alguien nos lo manda, sino porque nosotros mismos nos hemos decidido someter a
esta norma de salud o juzgarnos como fracasados por nuestra divergencia con la
norma.
En la regulación de la
obesidad, y en general en la regulación de cualquier otro tipo de desorden, nos
sentimos obligados a responsabilizarnos como ciudadanos biológicos capaces de
conocer nuestra naturaleza, nuestro estado general, a entender las
implicaciones que nuestro presente tiene para nuestro futuro y a actuar sobre
nuestro presente para ser capaces de gobernar nuestras vidas y las de nuestros
familiares en el futuro.
Vivimos en la era de
la responsabilidad biológica.
Y esta responsabilidad
tiene doble filo. Por una parte, hemos arrebatado, a las autoridades, el
control sobre nuestros cuerpos y nuestras características en tanto que seres
vivos están ahora en nuestras manos. Nuestra vida está en nuestras manos.
Recuerdo una serie clásica que emitió la BBC años atrás en la que los doctores
aparecían como héroes, se llamaba Tu
vida en sus manos. Si en la actualidad emitieran una serie como esa,
se llamaría: Tu vida en tus manos.
Sería responsabilidad tuya gestionar y controlar tu vida y tu existencia y,
hasta cierto punto al menos, sería tu responsabilidad si las cosas fueran
terriblemente mal, si enfermaras por beber demasiado o si tuvieras un infarto
por comer demasiada carne roja.
Nikolas Rose, Las políticas de la vida en el siglo XXI,
en Anna Quintanas eds., El transfondo biopolítico de la bioética,
Documenta Universitaria, Girona 2013
Transcripción
del seminario que el autor realizó en la Universidad de Girona del 7 de octubre
de 2011 (sesión matinal).
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