L'enfocament "de baix a dalt" de la neurociència.
La metodología, denominada “enfoque de arriba hacia abajo”, se llama así
porque se comienza con la comprensión corriente de lo que hacen las criaturas
inteligentes y luego se pregunta qué clase de operaciones subyacentes podrían
producir o explicar esas actividades cognitivas. Por otro lado, la metodología
que comienza por el extremo opuesto del espectro se denomina “enfoque de abajo
hacia arriba”. La idea básica es que las actividades cognitivas son
esencialmente sólo actividades del sistema nervioso; y si queremos entenderlas,
entonces la mejor manera de hacerlo es analizar el sistema nervioso mismo,
descubriendo la estructura y conducta de sus elementos más pequeños, sus
interconexiones e interactividad, su desarrollo en el tiempo y su control
colectivo de la conducta.
Esta es la metodología que guía las diversas disciplinas agrupadas bajo el
término neurociencia y es
esencialmente el mismo espíritu que nos lleva a quitar la tapa de atrás del
reloj despertador y desarmarlo para ver por qué funciona. Este enfoque de la
conducta inteligente tiene una larga historia. El griego Hipócrates sabía que el deterioro del cerebro acaba con la cordura
y el médico romano Galeno ya había
descubierto la existencia de y la diferencia entre el sistema nervioso
somatosensorial (el conjunto de fibras que conducen la información del “tacto”
al cerebro) y el sistema nervioso motor (el conjunto de fibras que parten del
cerebro y de la médula espinal controlando los músculos del cuerpo). La
disección de animales muertos permitió descubrirlos y Galeno advirtió que lesiones o cortes localizados en los dos
sistemas de animales vivos producían “ceguera” táctil en el primer caso y
parálisis localizada en el segundo.
El progreso sistemático del conocimiento de la estructura y funcionamiento
del sistema nervioso tuvo que esperar hasta siglos más recientes, ya que las
autoridades religiosas no veían con beneplácito o directamente prohibieron la
disección post mortem del cuerpo
humano. Aun así, la mayor parte de la anatomía del sistema nervioso ya era más
o menos comprendida a fines del siglo XVII. Sin embargo, esto permitió sólo un
conocimiento limitado del funcionamiento, y el progreso real sobre la
microestructura y la microactividad del cerebro tuvo que esperar el desarrollo
de técnicas microscópicas modernas, el desarrollo de la teoría química y
eléctrica y el desarrollo de los modernos instrumentos electrónicos de medición
y registro. Como resultado, los descubrimientos más importantes se hicieron en
este siglo. (…)
Las consideraciones éticas por supuesto impiden la libre experimentación
con personas vivas, pero la naturaleza es lo suficientemente cruel como para
realizar sus propios experimentos, y los neurólogos normalmente ven una
cantidad de cerebros con diversos tipos de lesiones, víctimas de anormalidades
químicas, físicas o degenerativas. En tales casos se puede aprender mucho de la
cirugía o de análisis post mortem. (…)
La convicción del materialismo metodológico es que si comenzamos a entender
la conducta física, química, eléctrica y evolutiva de las neuronas, y
especialmente de sistemas de neuronas, y los modos en que ejercen control una
sobre otra y sobre la conducta, entonces estaremos encaminados hacia la
comprensión de todo lo que hay que saber sobre la inteligencia natural. Es
verdad que el enfoque de abajo hacia arriba no se ocupa directamente de los
conocidos fenómenos mentalistas identificados según la psicología tradicional,
pero el hecho puede considerarse como una virtud del enfoque. Si las gastadas
categorías de la psicología popular (creencias, deseo, conciencia y otros)
realmente tienen integridad objetiva, entonces el enfoque de abajo hacia arriba
finalmente nos llevará de nuevo a ellas. Y si no la tienen, entonces dicho
enfoque, al estar tan estrechamente ligado al cerebro empírico, ofrece las
mejores posibilidades de elaborar un nuevo conjunto de conceptos más adecuados
para comprender la vida interna. Evidentemente esta metodología es la que da
expresión más directa a los temas filosóficos desarrollados por los
materialistas reduccionistas y eliminadores.
Puede parecer que un enfoque tan despiadadamente materialista degrada o
subestima seriamente la verdadera naturaleza de la inteligencia consciente.
Pero la respuesta materialista es que tal reacción en sí es la que degrada y
subestima seriamente el poder y el virtuosismo del cerebro humano, a medida que continúa revelándose a través de la
investigación neurocientífica.
Paul M. Churchland, Materia y
conciencia. Introducción contemporánea a la filosofía de la mente, Gedisa,
Barna 1999 (págs.. 145-147)
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