Per una democràcia més deliberativa.

 


En el ámbito de la filosofía política, hace años que se echa de menos una democracia más “deliberativa”. Deliberar no es negociar un acuerdo concreto. Antes de llegar a acuerdos hacen falta discusiones más básicas que pongan sobre la mesa distintas opciones, con argumentos a favor y en contra, que justifiquen las propuestas. En las democracias actuales no se delibera. Cada partido fija su posición, a ser posible distanciada de la del Gobierno, sin preocuparse mucho de razonarla. Volviendo al tema anterior, si cada grupo parlamentario se esforzara por presentar su proyecto de Presupuestos para 2014, en lugar de una lista de enmiendas que sistemáticamente son rechazadas, la ocasión para deliberar estaría servida, la ciudadanía podría comparar las opciones de unos y otros y tendría más argumentos y más motivos para, llegado el caso, decidir su voto.

No son operaciones de mercadotecnia las que devolverán la credibilidad a la política. Esta se consigue con hechos, no con propaganda. Hay una profesión que, desde hace tiempo, conserva el primer puesto en las encuestas por lo que hace a la confianza de los ciudadanos. Es la profesión sanitaria. No solo es una profesión altamente vocacional, que se ejerce con gusto, sino que no creo exagerar al decir que el sistema sanitario es el servicio público que ha conseguido ganarse un reconocimiento mayor de sus usuarios. Un reconocimiento que se mantiene a pesar de la crisis y de los recortes. La gente lo sabe, aunque quienes lo sostienen no aparezcan más que anecdóticamente en los medios de comunicación y no siempre para ser elogiados. Los políticos, en cambio, aparecen con profusión, sin conseguir mejorar su credibilidad.

La información rigurosa y la deliberación requieren tiempo y más discreción. Lanzar mensajes desde los gabinetes de comunicación sirve para hacer propaganda y provocar debates sin sustancia, para que los ciudadanos se sienten tratados sólo como electores, como espectadores o como encuestados. Por eso no se fían.

Victoria Camps, Debates sin substancia, El País, 03/12/2013

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