La tesi Duhem-Quine (VI).
Karl Popper |
La aproximación falsacionista a la ciencia se asocia fundamentalmente
con Karl Popper. El mismo Popper no asumía que el falsacionismo fuese el método científico definitivo; de hecho, no pensaba que hubiese un método científico
definitivo. Lo que sí afirmaba es que la falsación era un elemento
clave de la ciencia, un criterio clave con el que distinguir las teorías
científicas de las que no lo eran. Pero profundicemos un poco más.
En general, el argumento de Popper es que la ciencia debe poner el
énfasis en intentar la refutación de las teorías en vez de en la
confirmación de las mismas. Según Popper es demasiado fácil encontrar
pruebas confirmatorias de muchas teorías. Por usar uno de los ejemplos
de Popper, tomemos el psicoanálisis freudiano: las “predicciones” hechas
por esta hipótesis son lo suficientemente generales como para
que cualquier acontecimiento pueda ser interpretado como una
confirmación de la hipótesis. Por consiguiente, las pruebas
confirmatorias de hipótesis de este estilo no tienen mucho significado
(a estas alturas ya sabemos que ni confirmatorias ni disconfirmatorias).
Para Popper es necesaria la asunción de riesgos por parte de una hipótesis. Retomemos el ejemplo de Desviación de la luz y falsabilidad.
La teoría de la relatividad general de Einstein predecía que la luz de
una estrella debería sufrir una desviación cuando pasase cerca de un
objeto masivo como el Sol. Y dado que esta desviación, si realmente
tenía lugar, podía ser observada durante un eclipse solar, la teoría de
Einstein hacía una predicción concreta, crucial,
una predicción no hecha por ninguna teoría competidora y que podía
demostrarse con relativa facilidad si era incorrecta (esto ya vimos en Desviación de la luz y falsabilidad
que es muy matizable, pero así es como aparece en muchos libros de
historia de la física). La hipótesis de Einstein era, en este sentido,
muy arriesgada.
Como decíamos, en cierto sentido, para Popper cuanto más arriesgada
es una teoría más científica es: por ello la teoría de la relatividad
general de Einstein es mucho más científica que el psicoanálisis de
Freud. En general, para Popper esta es la seña de identidad de la buena
ciencia, a saber, la ciencia hace hincapié en la falsación frente a la
confirmación, y debe formular hipótesis lo más arriesgadas que sea
posible.
Por tanto, para Popper, como para muchos falsacionistas, dan igual
todas las pruebas que parezcan confirmar una hipótesis, lo que
caracterizaría a una buena hipótesis científica, una hipótesis de éxito,
una teoría, es que sobreviva a intentos continuados de falsarla
mediante la comprobación experimental de predicciones espectaculares y
arriesgadas (cruciales) concretas.
Este es el planteamiento de Popper, en general, y el que muchos
científicos tienen en mente en su aproximación a la ciencia, tal ha sido
su éxito (que nosotros atribuimos a su simplicidad lógica que casa muy
bien con la mentalidad físico-matemática). Ahora bien, vemos que esta
argumentación hace aguas por todas partes si tenemos en cuenta la tesis
de Duhem-Quine. Los casos de disconfirmación clara son mucho más raros
de los que nos gustaría admitir. Como hemos repetido en varias
ocasiones, en el caso de que un resultado no salga como se espera
siempre se puede atribuir a una hipótesis auxiliar y, en muchos casos, lo más razonable es rechazar la hipótesis auxiliar y no la propia teoría.
En definitiva, si bien es innegable el papel que los casos de
disconfirmación han jugado y juegan en la ciencia, los problemas
asociados a este tipo de pruebas y que se recogen en la tesis de
Duhem-Quine son lo suficientemente complejos como para poder afirmar que
la disconfirmación, esto es, la falsación, no puede ser esa
característica central en la ciencia que muchos piensan que es. Y es que
la falsación ya no es lo que era. De hecho, es una actitud que no depende de la hipótesis.
César Tomé López, La tesis de Duhem-Quine (y VI); La falsación ya no es lo que era, Cuaderno de Cultura Científica, 17/12/2013
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