La tesi Duhem-Quine (V).

 
Comentábamos en la introducción de esta serie que hay mucho profesor y, en general personas interesadas por la ciencia, que mantienen posiciones que son filosóficas, aunque ellos piensen que son “la posición”, en el sentido de la única descripción fiel de la realidad, de una inocencia conmovedora. Una de esas posiciones es la creencia en que existe una cosa llamada “el método científico” en el que se asume un falsacionismo naíf. Si se les pregunta en qué consiste dicho método la respuesta no viene a diferir mucho de lo siguiente (muy esquemáticamente):
Dado un fenómeno y con objeto de explicarlo…
1 Usa tus conocimientos y experiencia. Considera los distintos aspectos del problema, reune datos suficientes y, con lo que sabes, intenta explicarlo. Si lo consigues, problema resuelto. Si los conocimientos existentes ya desarrollados no son suficientes para encontrar una explicación satisfactoria, el fenómeno lo consideraremos un problema nuevo; pasa al punto 2.
2 Con las observaciones y mediciones disponibles y los conocimientos teóricos existentes crea una conjetura, a la que llamaremos hipótesis.
3 A partir de la hipótesis deduce predicciones
4 Diseña experimentos que prueben que la hipótesis creada en el paso 2 es falsa.
5 Si es falsa, vuelve al punto 2. Si no lo es, problema explicado.
Esta es la base del método hipotético-deductivo (MHD) que muchos, como decíamos, confunden con “el” método científico. Tenemos que hacer notar que el punto 4 habitualmente no se formula así, sino que se plantea como “verificación de la hipótesis”; en estas situaciones estamos solamente ante un caso más de falta de reflexión sobre lo que se está describiendo. El método hipotético-deductivo y el falsacionismo naíf van de la mano necesariamente.

En este punto, si el amable lector ha leído las entregas anteriores de esta serie, será capaz por sí mismo, muy probablemente, de concluir que el MHD tiene muchos puntos débiles, y el que no es una descripción fiel del modo en que se hace ciencia es sólo uno de ellos. Pero veámoslo de forma algo más explícita desde la descripción más habitual del MHD.

La idea básica tras el MHD es que a partir de una hipótesis o conjunto de hipótesis (habitualmente llamado, en sentido amplio, teoría) se pueden deducir consecuencias observables y que se pueden diseñar experimentos/observaciones para comprobar si esas consecuencias se observan. Si esto es así, tal y como explicamos en su día lo que es el razonamiento confirmatorio, se toma como confirmación o apoyo a la hipótesis. Si las consecuencias predichas no se observan, entonces esto se toma como una prueba en contra de la hipótesis, en virtud del razonamiento disconfirmatorio.

Cuando el MHD se plantea así hay un paso que suele obviarse y es el de la generación de las hipótesis. El MHD sólo habla de la “confirmación” o, a lo sumo, “justificación”, de las hipótesis. La creación de hipótesis es una de las partes más creativas y fundamentales de la ciencia (la otra es el diseño de experimentos capaces de comprobar las consecuencias) y es el proceso que realmente explora nuevos territorios habitualmente. Esta distinción entre cómo se generan las hipótesis y cómo se confirman se suele denominar en filosofía de la ciencia, en terminología de Hans Reichenbach, como la diferencia entre el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación. El contexto de descubrimiento se suele considerar el más complejo de los dos; de hecho, muchas veces la historia de la ciencia queda reducida a una historia del contexto de los distintos descubrimientos, con sólo menciones de pasada a los experimentos relevantes que favorecieron a una u otra hipótesis. Con todo, con lo que llevamos visto en la serie, podemos comprobar que el contexto de justificación ya es bastante complejo por sí mismo.

No hay duda de la importancia que los razonamientos confirmatorios y disconfirmatorios tienen en ciencia. Como estos modos de razonamiento están íntimamente ligados al MHD, podemos decir que el MHD juega un papel importante en el desarrollo de la ciencia; aún más si consideramos que muchos científicos creen seguirlo cuando hacen ciencia. Sin embargo, si consideramos la tesis de Duhem-Quine y otros aspectos que venimos discutiendo, a saber,
podemos llegar fácilmente a una conlusión: 
La idea de que la ciencia sigue un método y que éste consiste en generar predicciones a partir de hipótesis, y que después estas hipótesis se aceptan o rechazan dependiendo de que la observación se observe o no, es demasiado simplista como para describir con un mínimo de aproximación lo que realmente sucede en ciencia. 
Por tanto, con las limitaciones que indicábamos más arriba, y teniendo en cuenta el factor psicosocial de la creencia en el MHD por parte de muchos científicos, podemos decir que el MHD es, a lo sumo, uno de los métodos de la ciencia.

César Tomé López, La tesis de Duhem-Quine (V): Los métodos de la ciencia, Cuaderno de Cultura Científica, 10/12/2013

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