Què són cent seixanta-quatre vides a canvi de milers?

 
Supongo que la mayoría de las personas se sentirían mal en el caso de una absolución. (vegeu http://pitxaunlio.blogspot.com.es/2013/12/tres-vides-per-una.html) Pero considere otras cifras. ¿Qué ocurriría si la muerte del muchacho no hubiera salvado a tres, sino a trescientas personas? ¿Cambiaría algo si se tratara de treinta mil o trescientos mil? ¿Es efectivamente una cuestión cuantitativa? No se trata de un problema teórico, sino de plena actualidad: imagine que un avión despega del aeropuerto de Colonia/Bonn. Un hombre logra acceder a la cabina y mata al piloto y al copiloto. El hombre explica por radio que volará con el avión lleno de combustible hacia Berlín y lo estrellará contra Potsdamer Platz. Cuatro cazas interceptores del Ejército alemán despegan. Vuelan muy cerca del avión secuestrado. Se ha evacuado a la canciller. Si el Gobierno autoriza disparar contra el avión, salvará a miles de personas inocentes. La canciller ha pedido la lista de pasajeros. Ciento sesenta y cuatro viajeros, hombres de negocios de camino a Berlín, dos mujeres embarazadas, seis niños, un perro. El Gobierno debe decidir: ¿qué son ciento sesenta y cuatro a cambio de miles? Y si el avión se estrella, de todas formas a los pasajeros solo les quedan unos minutos hasta una muerte segura. ¿Qué haría usted? 

Nuestra Constitución comienza con las siguientes palabras: “La dignidad de las personas es inviolable”. Naturalmente esto es falso, ya que la dignidad es continuamente violada. Esto viene a significar que la dignidad no se puede violar. No es casualidad que esta frase aparezca al principio de nuestra Constitución. Es su mensaje más importante. Este primer artículo tiene “garantía de eternidad”, es decir, no puede modificarse mientras la Constitución esté vigente. Pero ¿qué es en realidad esta dignidad de la que tanto les gusta hablar a los políticos? Para el Tribunal Constitucional alemán la dignidad significa que un ser humano nunca puede ser convertido en un mero objeto de la intervención estatal. Pero ¿qué es eso de “un mero objeto de la intervención estatal?”. 

La idea se remonta a Kant. El ser humano, decía Kant, puede dictar sus propias leyes morales y actuar según ellas, lo que lo diferencia de cualquier otro ser. Reconoce el mundo, puede reflexionar sobre sí mismo. Por eso, siempre según Kant, es sujeto y no un mero objeto, como un animal o una piedra. Kant llama a este ser humano sensato “persona”, y a esta le corresponde exclusivamente la dignidad. 

Schopenhauer reprochó a Kant no haber definido el término lo suficiente. No se equivocaba del todo: Kant no explica por qué un ser consciente de sí mismo debe ser “persona” y todos los demás seres vivos no. Yo creo que no necesita más justificación. Ya que, nos guste o no, todo nuestro pensamiento está profundamente influido por el cristianismo en todos los ámbitos. Y no importa lo más mínimo si creemos en Dios o no. Al fin y al cabo, lo nuevo de esta religión no fue que creara un nuevo dios. Lo nuevo fue el firme respeto por el prójimo. Nuestra filosofía, nuestro arte, nuestra cultura son impensables sin este respeto. El respeto al prójimo no es más que convertirlo en sujeto. Por tanto, la Constitución va más allá que Kant: en este solo las personas sensatas eran personas; un niño o un discapacitado psíquico no entrarían en este grupo. En cambio, en la Constitución basta con que el ser humano sea tal. Esto ya lo convierte en sujeto que posee dignidad. Ahora bien, si se decide sobre un ser humano sin que este pueda ejercer influencia alguna, es decir, cuando se decide por encima de él, se convierte en objeto. Y con esto queda claro lo siguiente: el Estado nunca puede poner una vida por encima de otra. Nadie puede ser más valioso que otro, precisamente porque las personas no son objetos. Y esto también se aplica a las grandes cifras. 

¿Es esta una idea solamente de catedráticos y filósofos? ¿Una exigencia de los jueces del Tribunal Constitucional alemán, que deciden a años luz de los problemas de nuestras vidas reales?

 Ferdinand von Schirach, ¿Tortura salvadora? , Babelia. El País, 07/12/2013

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