L'aparició del complex home-llenguatge.
Enfatizaba en la columna anterior el hecho de que la vida es ante todo una emergencia, de ahí su radical irreductibilidad a las formas (inferiores) de la physis, es decir, los etes compuestos que se agotan en la yuxtaposición de sus componentes. Pero el pensamiento de lo emergente tiene aún ante sí un fundamental envite. Los animales intercambian información útil para su vida individual y para la vida de la especie. Y lo hacen mediante un código, una pluralidad interrelacionada de cosas físicas, sonidos por ejemplo, que dejan de valer por sí mismas para convertirse en signos (nada extraño puesto que la vida supone ya interconexión e intercambio). Estos códigos pueden alcanzar una elevada complejidad, que en muchos casos los estudiosos del comportamiento animal han llegado a descifrar con elevada precisión.
Hay sin embargo una especie animal (o quizás un género
un conjunto de especies, tesis esta cara a Eudald Carbonell) que tiene
un extraño código. Un código que en ocasiones sirve a la vida, pero en
otras parece tener como finalidad el enriquecerse a sí mismo, hasta
alcanzar sorprendentes estructuras que a veces carecen de finalidad
práctica como es el caso de ciertos sistemas simbólicos y el del
conocimiento puramente teorético, sea éste filosófico o científico: Un
singular código cuyo poseedor hace del mármol materia para el Taj
Mahal y llega a tener como objetivo vital el mantener la potencia de
forjar metáforas y encadenar fórmulas.
Tarea
irrenunciable de la paleontología y la filosofía, sustentadas firmemente
en la lingüística y la genética, es intentar establecer el estado de
la cuestión sobre ese radical caso de emergencia que en la historia
evolutiva supuso la aparición del complejo hombre-lenguaje,
contribuyendo así a determinar dónde reside exactamente la
especificidad humana, y sobre todo lo que esta especificidad posee de
singular. Se acepta por los neurofisiólogos que el lenguaje es un
fenómeno emergente que surge como resultado del ejercicio de los
circuitos nerviosos, pero añadiré por mi cuenta que esta práctica es más
bien una condición de posibilidad que una condición exhaustiva del tipo
de emergencia que manifiesta el lenguaje.
Víctor Gómez Pin, Asuntos metafísicos 29, El Boomeran(g), 19/12/2013
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