Windows i Proust

Marcel Proust
Quizás una de las características más relevantes del mundo de hoy sea la idea, para algunos la convicción, de que ya todo está a un clic de distancia, de que todo está a un paso de clic: una compra, un nuevo amigo, un surtido inagotable de posibilidades.

Como es natural, todo esto produce una sensación de inmediatez, como si el tiempo quedara abolido. Antes, no hace mucho, para hacer algo había que realizar un proceso temporal. Ahora, para “Clic-man”, todo está ahí mismo, en la pantalla siguiente.

Dado que ese clic es tan fácil, tan deseable, tan de hoy, podemos decir que, por oposición, para “Clic-man” la introspección, el escuchar la sensación y no digamos el pensar se convierten en algo lento, complicado, anticuado podríamos decir, porque todo ello requiere un proceso, un tiempo, un esfuerzo, una concentración algo a lo que nos estamos desacostumbrando. Además clicar se asocia a sensación de poder, de omnipotencia, a la idea de que con un clic se puede cambiar el mundo.

Paradójicamente estamos celebrando, justo ahora, el aniversario de los cien años de la edición (autoedición para ser más exactos, porque nadie se lo quería publicar) de En busca del tiempo perdido , la monumental obra en la que Marcel Proust, desde luego un individuo de otros tiempos, por ejemplo nos describe a lo largo de 20 páginas todo aquello que le viene a la mente, sus sensaciones, sus rememoraciones…..¡¡al mirar a través de un ventanal ¡¡

Curiosamente hoy llamamos ventana a cada paso de clic, a cada paso de pantalla. Pero, con frecuencia, para nosotros hoy ese paso es casi instantáneo, una pantalla no es más que la anticipación de la siguiente, en una concatenación que parece no tener fin, que muchas veces es un fin en sí misma. Porque quizás nos entra el miedo de pensar que podríamos estar perdiéndonos algo si no pasamos ya a la pantalla siguiente.

En “El tiempo recobrado” el último tomo de En busca del tiempo perdido Proust escribe: “el ser que había vuelto a nacer en mí cuando, con aquel estremecimiento de dicha, oí el ruido ese que les era común a la cuchara que toca el plato y al martillo que golpea la rueda, y cuando noté el desnivel de los adoquines del patio de Guermantes y del baptisterio de San Marcos, ese ser solo se nutre de la esencia de la cosas, solo en ellas halla la subsistencia y en ellas se deleita. Se mustia si contempla el presente, en que los sentidos no pueden proporcionársela, si se fija en un pasado que la inteligencia le agosta, si espera un porvenir que la voluntad construye con fragmentos del presente y del pasado a los que desvía aún más de su realidad, no conservando de ellos sino lo que encaja con la finalidad utilitaria y cicateramente humana que les asigna”

Hoy todo tiende a ser muy rápido, pero el riesgo es que acabe siendo muy superficial.

Joseba Achotegui, "Clic-man" y el tiempo perdido de Proust ¿Está todo a un paso de clic?, Público, 15/12/2013

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