Neurofilosofia.
1. ¿Por qué Neurofilosofía?
Aunque el nombre no es afortunado, Neurofilosofía, tenemos que
tener presente que el gran debate científico de estos tiempos radica en
la naturaleza de la mente y conciencia.
Como estamos en tiempo de conocimiento libre y global, cosa que
aplaudo, subordino otras deficiniciones de mente más sesudas, para
ofrecer al lector, sin rubor alguno y para hacerle propaganda, si
propaganda, no se asusten, la que acertadamente por cierto ofrece
Wikipedia. Quien esto escribe cree firmemente en la Red y estima que ya
no hay otro medio viable y sostenible que la Web para lograr la meta de
una Sociedad del Conocimiento para todos que, además, sea sostenible.
En Wikipedia, esa enciclopedia de la que todos somos co-responsables, leemos: La
mente es uno de los nombres de lo que hoy en día en ciencias se
denomina más comúnmente conciencia. La mente propiamente dicha, es
aquello característico de los seres humanos que permite, con una
importante aportación de la realidad a través de los sentidos, razonar y
discernirla, así como solucionar problemas y deducir, prever, la
realidad próxima. Se ve condicionada por el exterior, distinguiendo
matices, aunque, mediante la abstracción, se puede evitar la influencia
no deseada siempre que haya opción. La potente actividad lógica y
creativa de la mente es la base que caracteriza a los humanos como los
únicos seres que pueden desarrollar una evolución cultural, pudiendo
diferir no estando condicionada por nada que no sea la inspiración. Es
la base de la cultura y el progreso.
En cuanto a la conciencia, La
conciencia o consciencia, del latín conscientia, es definida en general
como el conocimiento que el ser humano tiene de sí mismo y de su
entorno. "Conscientia" significa literalmente "con conocimiento" (del
latín: cum scientiā). En humanos, la conciencia implica varios
procesos cognitivos con aspectos interrelacionados. La conciencia puede
tambien ser definida como el estado cognitivo no-abstracto que permite
la ínter actuación, interpretación y asociación con los estímulos
externos denominados realidad. La conciencia requiere del uso de los
sentidos sensoriales organolépticos como medio de conectividad entre los
estímulos externos y sus asociaciones.
Está demostrado científicamente que animales de otras especies diferentes a la nuestra también tienen conciencia
Desde el punto de vista de la filosofía, Es
el estado de razón del espíritu humano. En términos filosóficos, es la
facultad de decidir y hacerse sujeto, es decir, actor de sus actos y
responsable de las consecuencias que de ellos se siguen, según la
percepción del bien y del mal. Como fenómeno psíquico, la conciencia es
objeto de estudio de la psicología y la psiquiatría. Como concepto
moral, de la ética, un campo de la filosofía.
La filosofía de la mente se ocupa de la naturaleza de los estados
mentales, de sus efectos y sus causas. La cuestión del comportamiento de
los estados mentales y físicos ocupa aquí un lugar central. Además de
las cuestiones ontológicas acerca de la naturaleza de los estados
mentales, la filosofía de la mente estudia cuestiones epistemológicas en
torno a la cognoscibilidad de la mente.
Los procesos de aprendizaje, la memoria y el comportamiento,
incluidos la ética y los sentimientos, están contenidos en redes de
neuronas.
Si alguien pierde parte de su lóbulo frontal su mente cambia y se
vuelve antisocial: deja de trabajar, se vuelve agresivo, tiene conductas
obscenas: no ama igual, no valora igual. ¿Por qué no pensar entonces
que en ese grupo de neuronas reside la ética? No se trata de una nueva
forma de localizacionismo, sino de buscar nexos en esa central cognitiva
que es el cerebro y aquellas habilidades que nos hacen humanos. (...)
Gracias al desarrollo de las técnicas de neuroimagen, a través de
procedimientos como la resonancia magnética funcional, hoy podemos
cartografiar áreas del cerebro, bien cuando éste realiza procesos
normales o de sobre-esfuerzo, como cuando su estado se presupone
patológico. Ahora podemos observar qué áreas se activan cuando alguien
intenta aprender un idioma, discute, se emociona, piensa profundamente,
se abstrae…. Antes, sólo hacíamos inferencias.
Ciertamente, hay que reconocer que fue Patricia Churchland, de la
Universidad de California, EE.UU, la que postuló esta disciplina como
tal, pero su iniciador fue Francis Crick, (Northampton, Reino Unido, 8
de junio de 1916 - San Diego, Estados Unidos, 28 de julio de 2004),
físico y biólogo británico que recibió el premio Nóbel en 1963 por la
descripción de la estructura en doble hélice del ADN y que desde 1976 y
hasta su muerte, se dedicó al estudio del cerebro.
Autor del libro La búsqueda científica del alma, Crick plantea
que existe en el cerebro humano un grupo de neuronas que son el origen
del alma y la conciencia, y de ese modo la mente y aun sus productos más
sublimes pueden ser explicados por reacciones bioquímicas del cerebro.
Pero ¿no reduce a pura biología la cuestión?
Nosotros tenemos la convicción científica de que ya no funcionan
los esquemas compartimentados, con un departamento de metafísica
dedicado a reflexionar sobre el alma y otro de neurobiología que se
limita a decir "infartamos el lóbulo cerebral de un ratón y no
controlará los esfínteres". Existe una fuerte relación entre el producto
del cerebro y lo que se llama mente, psiquis, espíritu, alma o ser-ahí,
si como es nuestro caso, el bagaje filosófico que portamos –nada
dogmático ni fiel a escuela alguna- tiene elementos heideggerianos
claros, aunque no sólo esos como se irá pudiendo ver.
La neurofilosofía plantea nuevas definiciones de inteligencia
Durante mucho tiempo se identificó la inteligencia con capacidades
lógico-matemáticas, y luego se habló de distintos tipos de
inteligencia, o de la capacidad de una persona de adecuarse al medio.
Hoy se postula la llamada teoría triárquica, que incluye el contexto
interno del individuo (sus capacidades), el contexto externo (el
ambiente donde se desarrolla) y la interacción entre ambos. La
inteligencia es esa adaptabilidad dinámica al medio, porque al adaptarse
lo modifica. Ejemplo de ello es el de una persona de unos cincuenta
años que pierde su trabajo y es capaz de generar una nueva actividad que
le permite sostenerse. Ese es un caso claro de individuo muy
inteligente."
Hoy sabemos que el cerebro humano, y por lo tanto sus
capacidades, si bien está determinado por condicionamientos genéticos
siempre está inacabado intelectualmente: es posible generar neuronas
nuevas toda la vida y por eso se puede aprender y mejorar.
Como Tendencias 21 señaló el 7 de enero de 2007, en un interesante artículo titulado Las neuronas adultas también se regeneran. El cerebro no se desgasta, sino que se fortalece con la actividad neuronal,
firmado por Yaiza Martinez, se revelaba que mediante el uso una nueva
tecnología que permite obtener imágenes en tres dimensiones y en tiempo
real de la actividad cerebral de ratones vivos, investigadores del MIT
habían conseguido la primera reconstrucción completa de neuronas en la
corteza adulta.
Esta reconstrucción ha descubierto que las neuronas son capaces de
crecer en un cerebro adulto, lo que desacreditaba la creencia,
ciertamente dogmática establecida hasta entonces, que precononizaba el
que una vez alcanzada su madurez, las neuronas no volvían a
desarrollarse (Véase dicho artículo porque además de su interés
intrínseco, aporta bibliografía capital).
Como todo paradigma científico, este de la no regeneración
neuronal adulta, no ha resistido el paso del tiempo. Por lo tanto en el
sentido kuhnianiano, la demostración de la regeneración dendrítica de
las neuronas adultas es una revolución científica.
Y hablamos de dendritas porque la neurobiología había trabajado
hasta ese momento en la regeneración de los axones dañados de una
neurona para combatir determinadas enfermedades cerebrales. Sin embargo,
este nuevo descubrimiento permitirá otro tipo de terapia: hacer crecer
otra parte de la neurona, las dentritas, que son una prolongación
ramificada de la célula nerviosa y las responsables directas de la
actividad cerebral.
La dendrita sirve como receptor de los impulsos nerviosos
provenientes de los axones de otras neuronas, y es fundamental en la
correcta transmisión de los impulsos eléctricos a las células del
cuerpo. Su nombre proviene del griego, y significa “árbol”.
Esta idea es muy importante y tiene un alcance muy largo, tan
largo que, si reflexionamos en profundidad, Vg., las teorías económicas
que basan las desigualdades en las diferencias, o el darwinismo social,
que postula la aptitud del más fuerte, demuestran su invalidez
científica. La ciencia relativiza esos drásticos conceptos tan caros a
muchos. Por eso, hoy más que nunca, es una actitud criminal permitir que
los niños crezcan y se desarrollen en un ambiente de desnutrición
generalizada.
El horizonte intelectual no se halla férreamente determinado; está
abierto y depende más de las proteínas que un individuo ingiera y del
enriquecimiento cultural del que se provea que de cualquier
determinismo, aunque no negamos, mantenemos que el componente genético
existe y debe ser tenido el cuenta.
Siempre que viene a cuento, no cansamos de repetir algo que
aprendimos en clase de Genética en 1971 de boca del estimado profesor y
maestro de muchos biólogos, Juan Ramón de Lacadena y que aquí conviene
ponerlo una vez más de manifiesto en un sentido más amplio, y es que el
fenotipo es igual al genotipo más el ambiente más la interacción
genotipo-ambiente: P = G + E + IGE, donde:
P = valor fenotípico
G = valor genotípico
E = desviación ambiental
El genotipo es el conjunto particular de genes que posee el
individuo y el ambiente es el conjunto de todas las causas no genéticas
que influyen en el valor fenotípico. El genotipo da un cierto valor al
individuo, pero este valor se ve afectado por el ambiente, que produce
un incremento positivo o negativo. Por ejemplo, la altura de una planta
dependerá en principio de su genotipo, pero según las condiciones de
cultivo la planta crecerá más o menos.
Si no existiera influencia del ambiente el valor genotípico sería
igual al fenotípico. Cuando medirnos el valor fenotípico de un carácter
en individuos que han crecido en el mismo ambiente, las diferencias
entre unos y otros se deben exclusivamente a causas genéticas. Si no
hubiera influencia del genotipo todo el valor fenotípico se debería al
efecto ambiental. Cuando medimos el valor fenotípico de un carácter en
individuos con el mismo genotipo, las diferencias se deberán a causas
ambientales.
Los estudios de Johansen y Nilsson-EhIe, que se plasmaron,
respectivamente, en la teoría de las líneas puras y de los factores
polímeros aclararon esta dificultad inicial, y constituyen lo que se
denomina base mendeliana de la variación continua.
Johansen (1903) estudió el efecto de la selección sobre el
carácter "peso de sernilla" en judías, Phaseolus vulgaris. Esta especie
es autógama, es decir, que la descendencia de cada planta se produce
como consecuencia de autofecundación, las ovocélulas son fecundadas por
el polen de la propia planta.
Sin embargo, una reduccionista dura, la norteamericana Patricia
Churchland, es la primera en el mundo en llamarse a sí misma
neurofilósofa. Y también lo hizo Antonio Damasio, neurólogo de los
EE.UU. que estudió las consecuencias de los daños del lóbulo prefrontal
sobre la vida corporal y emocional.
Desde nuestra perspectiva relacional, integradora y que defiende
como principio básico que el todo es más que la suma de las partes, en
una unidad de Neurofilosofía y Neurobiología deben trabajar
conjuntamente ingenieros TICs y bioingenieros para trabajar en redes
neuronales y algoritmos de inteligencia artificial; también deberán
integrarse personas más orientados a estudiar áreas funcionales del
cerebro como biólogos y médicos especialistas en neuroimagen y
diagnóstico por imágenes, un método no invasivo que irá dando respuestas
a cuestiones como el conocimiento, la experiencia, la conciencia o la
mente, todos consecuencia del funcionamiento cerebral, que sólo serán
entendidos cuando el cerebro sea propiamente comprendido. Los resultados
podrán ser valorados de una manera transversal, multidisciplinar y
consensuada con filósofos, matemáticos y otros para avanzar
holísticamente en la comprensión del cerebro y la conciencia.
La Neurofilosofía desarrolla las consecuencias filosóficas del
conocimiento neurocientífico contemporáneo. Pero debe de desarrollarlas
todas y no sólo la visión materialista, si bien disfrazada de otros
adjetivos.
La posición dominante, hay que decirlo, está constituida hoy por
una filosofía eliminativista de los predicados mentales. "Creer",
"desear", "comprender", "decidir", y los demás verbos intencionales se
consideran sospechosos de poseer una referencia concreta identificable
por medios empíricos. El supuesto fundamental de la Neurofilosofía de
Patricia Churchland y Daniel Dennett es muy simple: toda la actividad
psicológica de las personas depende del funcionamiento de su cerebro.
Así como nadie duda de que la actividad motora de una persona dependa
del estado de su sistema nervioso, tampoco dudamos de que el resto del
comportamiento humano dependa de lo mismo.
Creer que los gatos tienen cuatro patas, desear comer un helado, o
comprender la ecuación de la recta son estados y procesos que ocurren
en los cerebros de la gente. Ahora bien, aquello que llamamos "creer" no
se da de la misma manera en diferentes personas. Dos personas que creen
que los gatos tienen cuatro patas sólo creen aproximadamente lo mismo. Y
hay una diferencia enorme entre el hecho de que los gatos tengan cuatro
patas y la creencia verdadera de estas personas en que los gatos tienen
cuatro patas. En realidad, cuando decimos de alguien que cree que los
gatos tienen cuatro patas, estamos caracterizando muy superficialmente
su estado cerebral.
Por esta y otras razones, se piensa que los predicados mentales
tienen una referencia difusa y equívoca. En este punto pueden plantearse
dos opciones:
a) formular una definición de "creencia" (o de cualquier otro
predicado mental) en términos de funcionamiento neural (tesis de
reemplazo) o bien,
b) prescindimos totalmente de la noción de "creencia" y nos
quedamos solamente con las descripciones neurales (tesis
eliminativista). Optar entre a o b es una cuestión empírica. La
investigación conjunta, inter y transdisciplinaria, será la que, en el
futuro, deba responder.
Estos supuestos afectan a todas las disciplinas filosóficas.
En primer término, la Antropología filosófica se enfrenta a una
concepción biológica del ser humano. El hombre es una especie entre
especies y, por ende, el ser del hombre se encuentra profundamente
historizado.
Las Teorías del conocimiento y de la ciencia deberán atender a los
mecanismos biológicos de formación y almacenamiento del saber,
estableciendo una distinción interna entre saberes legítimos e
ilegítimos.
Análogamente, la Ética se enriquecerá con el descubrimiento de las causas físicas de la acción humana.
En Lógica aparecerá la legalidad del pensar plasmada en circuitos neurales evolutivamente estabilizados.
La Neurofilosofía es un proyecto que tiende a la unificación del
esfuerzo filosófico y científico con el objeto de mejorar la comprensión
de la naturaleza humana. Hallaremos más rápido una solución a los
problemas humanos optando por estrategias cooperativas de investigación,
y dejando de lado el enfrentamiento entre culturas cientificistas que
desprecian el saber filosófico y culturas presuntamente humanistas que
desprecian el saber científico. Buscando honestamente la verdad, los
científicos son filósofos y los filósofos son científicos. Si la meta no
es la verdad ni el bienestar humano, no son ni lo uno ni lo otro.
2. Nuestra posición y el respeto a las otras.
Llegados a este punto que no es otro que la filosofía de la mente y
dada la naturaleza tan delicada de la cuestión que hemos decidido
plantear, fijaremos nuestra posición desde el principio pero con un
absoluto respeto a las otras que pretendemos analizar en profundidad.
Asimismo, y en tanto que filósofos de la biología, biólogos
teóricos para entendernos, hemos de decir que ese punto de partida que
fijaremos es provisional y que el tema es tan fluido, tan abierto, que
en este dialogo que abrimos hoy con nuestros amigos lectores y con el
mundo, podemos cambiar de parecer. Con este espíritu de apertura
absoluta, comenzamos nuestro filosofar.
Nuestra posición filosófica ha sido, véase Biofilosofía en esta
misma revista Tendencias 21 (que seguirá vivo, para vigilar los abusos
anunciados por la tecno-genética y para analizar un fenómeno a priori
interesante: lo que se ha dado en llamar Nueva Biología), esencialmente
anti-reduccionista. Y como tales, en neurofilosofía, anunciamos, con
cautela, que nuestra posición inicial es emergentista. No nos dejen de
leer por ello. Nosotros no vamos a pontificar sino a dialogar –con Uds. y
con nosotros mismos- y no sabemos donde no llevará esa reflexión.
3. La filosofía de la emergencia
La emergencia hace referencia a aquellas propiedades o procesos de
un sistema no reducibles a las propiedades o procesos de sus partes
constituyentes. El concepto de emergencia se relaciona estrechamente con
los conceptos de autoorganización y superveniencia y se define en
oposición a los conceptos de reduccionismo y dualismo.
La mente, por ejemplo, es considerada por muchos como un fenómeno
emergente ya que surge de la interacción distribuida entre diversos
procesos neuronales (incluyendo también algunos corporales y del
entorno) sin que pueda reducirse a ninguno de los componentes que
participan en el proceso (ninguna de las neuronas por separado es
consciente). El concepto de emergencia es muy discutido en ciencia y
filosofía debido a su importancia para la fundamentación de las ciencias
y las posibilidades de reducción entre las mismas.
Resulta igualmente crucial dadas las consecuencias e implicaciones
que tiene para la percepción misma del ser humano y su lugar en la
naturaleza (los conceptos de libre albedrío, responsabilidad o
consciencia dependen, en gran medida, de la posibilidad de la
emergencia). El concepto de emergencia ha adquirido renovada fuerza a
raíz del auge de las ciencias de la complejidad y juega un papel
fundamental en la filosofía de la mente y la filosofía de la biología.
El emergentismo como posición filosófica tiene varios antecedentes
históricos, pero no será hasta finales del s. XIX y comienzos del s. XX
cuando el concepto de emergencia se desarrolle explícitamente como
tal, dando lugar a un prolongado y sofisticado debate filosófico. El
origen de este debate se lo debemos a la polémica entre los vitalistas y
los mecanicistas en la definición y caracterización de los fenómenos
vivos (en el contexto del desarrollo de las ciencias químicas y la
mecánica clásica).
Los emergentistas se oponen tanto a los vitalistas como a los
mecanicistas: frente al vitalismo, niegan la existencia de sustancias,
fuerzas o entidades de carácter sobrenatural como el élan vital; frente
al mecanicismo, se oponen a la reducción de las propiedades de lo
viviente a meros procesos químicos y mecánicos. "El todo", argumentan,
"es más que la suma de las partes".
4. La observación de George Henry Lewis.
Stuart Mill, en su obra A system of Logic (1843), estableció la
distinción entre leyes homopáticas y heteropáticas. Las leyes
homopáticas siguen el principio de Composición de Causas que dicta que
el efecto conjunto de varias causas es igual a la suma de sus efectos
por separado. Este principio se cumple en la mecánica clásica, por
ejemplo, en el efecto conjunto de diversas fuerzas actuando sobre el
mismo cuerpo.
Sin embargo, no todas las leyes naturales siguen este principio.
El ejemplo paradigmático al que alude Mill es el de las reacciones
químicas. En química las propiedades del compuesto resultante no pueden
formularse como la suma de las propiedades de los compuestos reactivos
(el agua tiene propiedades que no pueden reducirse a la suma de las
propiedades del oxígeno y el hidrógeno).
Por lo tanto, algunas leyes científicas no cumplen el principio de
la Composición de Causas. A este tipo de leyes Mill las llamó leyes
heteropáticas. Sería un alumno suyo, George Henry Lewis, quien, por
primera vez, acuñaría el término emergente para referirse, precisamente,
a los efectos heteropáticos. La distinción entre propiedades últimas y
propiedades derivadas (de gran importancia en el debate posterior sobre
la emergencia) también se la debemos a Mill. Las propiedades últimas son
características de las sustancias elementales y no pueden derivarse de
otras, mientras que las propiedades derivadas pueden, como su nombre
indica, derivarse de las primeras.
5. La aparición del emergentismo.
En 1920 surge la corriente de los emergentistas británicos, que
sientan las bases del debate moderno (McLaughlin, 1992). Entre ellos
destacan Samuel Alexander (Space, Time and Deity, 1922), C. Lloyd Morgan
(Emergent Evolution, 1923) y Charlie D. Broad (The Mind and its Place
in Nature, 1925). En esta última obra, Broad plantea el problema de la
reducción, no sólo de algunas propiedades especialmente controvertidas
(como la vida o la mente), sino de las propias disciplinas científicas
entre sí.
El concepto de emergencia se enmarca en el debate sobre la
posibilidad de la reducción de la psicología a la biología, de la
biología a la química, y de ésta, finalmente, a la ciencia más
fundamental, la física. Broad defiende que sólo hay dos opciones
coherentes para el científico: el mecanicismo o el emergentismo. Para
Broad, el mecanicismo concibe sólo un tipo de materia (o elemento
constitutivo de la realidad) y una sola ley de composición de relación
entre estos componentes y sus agregaciones de niveles superiores.
Esto permite una reducción progresiva de unas ciencias a otras.
Para el mecanicismo, por tanto, todas las ciencias son estudios de casos
particulares de la física, ciencia última y universal cuyas leyes
definen la unidad ontológica de toda realidad. El emergentista, en
cambio, aunque coincide en la existencia de una última y única sustancia
física, considera que esta materia se organiza en niveles
caracterizados por propiedades específicas no reducibles a los niveles
inferiores.
Más concretamente, para Broad, una propiedad de una estructura E
es emergente si y sólo si no puede ser deducida del conocimiento más
completo posible de las propiedades de sus compuestos tomados
aisladamente o integrados en otros sistemas diferentes a E: En términos
abstractos la teoría de la emergencia afirma que hay unidades holistas
(wholes), compuestos (digamos) de los constituyentes A, B y C, en un
relación R entre ellos; que toda unidad holista compuesta de
constituyentes del mismo tipo que A, B y C en relación del mismo tipo R
poseen propiedades características; que A, B y C pueden ocurrir en otros
tipos de complejos en los que la relación no es del mismo tipo que R; y
que las propiedades características de la unidad holista R(A, B, C) no
puede, ni siquiera en principio, ser deducida del conocimiento más
completo de las propiedades de A, B y C aisladamente o en otras unidades
holistas que no sean de la forma R(A, B, C). Broad, 1925, p. 61.
Esta definición marcará el debate posterior sobre la emergencia y
la noción de ley emergente: "De acuerdo con Broad, la ley que conecta la
propiedad emergente de una estructura con las propiedades de los
componentes de esa estructura, es una ley única, última e irreducible"
(Eronen, 2004: 16).
6. Crisis y retorno del emergentismo.
A pesar del auge de los emergentistas británicos durante los años
20 el concepto fue perdiendo fuerza en la década de los 30 debido, según
McLaughlin (1992), al desarrollo de la mecánica cuántica (que permitía
dar razón de las reacciones químicas en términos subatómicos) y,
posteriormente, de la biología molecular (que prometía dar cuenta de los
fenómenos vivos en términos de sus componentes moleculares).
Otro factor determinante para la caída del emergentismo, según Kim
(1999), es la influencia del positivismo lógico en filosofía y en
psicología. El marcado carácter reduccionista y anti-metafísico de esta
escuela filosófica buscaba eliminar toda referencia a conceptos
metafísicos. Un ejemplo palpable es el del reduccionismo conductista que
evita hacer alusión a términos mentalistas que no sean directamente
definibles en términos conductuales.
Sin embargo, durante los años 70 y 80, el emergentismo volvió a
renacer de la mano de posturas filosóficamente más sofisticadas en
relación al problema mente-cuerpo y la fundamentación de la psicología
(en concreto el funcionalismo) que desbancaron al fisicalismo
reduccionista que defendían algunos positistas lógicos. También el auge
de las ciencias de la complejidad (vida artificial, biología de
sistemas, teoría del caos, etc.) y las simulaciones por ordenador de
propiedades sistémicas han dado lugar a un nuevo interés por el término.
7. Propiedades del emergentismo.
El concepto de emergencia puede implicar aspectos tan variados
como la naturaleza cuántica de los procesos físicos, la capacidad de
generar modelos simulados por ordenador, la relación entre la
perspectiva fenomenológica (subjetiva) y fenoménica (objetiva) de la
realidad o propiedades matemáticas como el caos. Además, el concepto se
aplica a ámbitos del conocimiento tan diferentes como la psicología o la
termodinámica. La diversidad de teorías de la emergencia y sus
aplicaciones es, por tanto, enorme y difícil de sintetizar. Podemos, sin
embargo, profundizar en el concepto de emergencia resaltando ciertas
características comunes a las diversas posturas emergentistas y
distinguiendo diversos tipos de emergencia.
7.1. Naturalismo anti-reduccionista
Una característica común a todas las posturas emergentistas es una
combinación de naturalismo y anti-reduccionismo: de acuerdo con el
naturalismo, no existen sustancias sobrenaturales o especiales que no
puedan explicarse científicamente; de acuerdo con el antireduccionismo,
existen propiedades de nivel superior que no pueden reducirse a las del
nivel inferior. Compaginar ambas posturas es una de las mayores
dificultades del emergentismo. Dependiendo del concepto de reducción y
de sustancia o componente natural, se definirán unas u otras formas de
emergentismo.
Por ejemplo, el filósofo y científico Mario Bunge (1977), se
considera a sí mismo emergentista en oposición a la reducción por
separación de componentes (al modo de un ingeniero mecánico) y define
como emergente toda propiedad sistémica de carácter holista. Sin
embargo, según algunas concepciones del reduccionismo, como la de Nagel
(1960), Bunge no sería un emergentista sino un reduccionista ya que, a
pesar de invocar la naturaleza holista de algunas propiedades, éstas
serían, en última instancia, redefinibles en términos de una teoría más
general (Vg., la física).
7.2. Autoorganización y emergencia: niveles micro y macro
Algunos autores consideran que los sistemas autoorganizados (como
un tornado) son ejemplos paradigmáticos de fenómenos emergentes. Se
distingue entre el nivel micro (compuesto en el caso del tornado por las
moléculas de aire) y el nivel macro (constituido por la espiral que
forma el tornado).
El emergentismo diferencia entre los niveles micro y macro en un
proceso autoorganizado. Se considera que de las interacciones locales
entre los componentes de una red (nivel micro) emerge una estructura o
patrón global (nivel macro). Por ejemplo un huracán puede considerarse
un proceso emergente (el nivel micro está constituido por las moléculas
de aire en movimiento y el nivel macro por el patrón en espiral que
observamos).
En relación al reduccionismo, cabe destacar que gran parte de la
literatura sobre la emergencia está relacionada con las propiedades
no-lineales de los sistemas autoorganizados. En concreto, algunos tipos
de redes, cuyos componentes interactúan de forma no-lineal, resultan
analíticamente intratables. Las ecuaciones diferenciales que rigen su
comportamiento no se pueden resolver analíticamente y calcular el cambio
de una variable en el sistema exige calcular el cambio simultáneo en
las demás variables.
Por tanto, cualquier transición de micro estados requiere hacer
referencia a todo el sistema, dando lugar a un holismo irreducible. Por
este motivo, los sistemas complejos no están sujetos a una reducción
localizacionista (Bechtel y Richardson, 1993) y sus propiedades suelen
considerarse emergentes. Las simulaciones por ordenador (que hacen uso
del cálculo numérico para realizar un estudio cualitativo del
comportamiento) se utilizan para "naturalizar" estos sistemas y
estudiarlos científicamente sin reducirlos a agregados de sus
componentes.
7.3. Novedad e impredecibilidad
Los fenómenos emergentes están generalmente asociados a la novedad
o la sorpresa y a la impredecibilidad de su aparición dado un estado
previo. Sin embargo, para muchos autores (Vg. Collier y Muller, 1999),
la novedad o la impredecibilidad suponen un criterio demasiado débil
para la emergencia. Que algo sea novedoso o impredecible es una
propiedad relacional entre el observador y el fenómeno observado (algo
puede resultar novedoso la primera vez pero absolutamente predecible
después de familiarizarse con el fenómeno).
Además, según se vaya estudiando la naturaleza de los procesos
emergentes y se vayan clasificando, la impredecibilidad, argumentan,
dejará de ser un factor determinante de la noción de emergencia. Por
otro lado, podemos entender la impredecibilidad a través de la teoría
del caos determinista.
En este caso, un sistema puede pasar por estados caóticos pero
también por otros no caóticos y fácilmente predecibles, lo que haría que
el mismo sistema fuera emergente y no-emergente dependiendo del momento
en que se encuentre. Por tanto, y en relación a la impredecibilidad, lo
importante para una caracterización adecuada de la emergencia es la
impredecibilidad en principio (es decir, independiente de la falta de
conocimientos previos o de la falta de capacidad de cálculo del
observador) y antes de que suceda por primera vez (Stephan, 1999a).
8. Modelos emergentistas.
8.1. Emergencia débil y fuerte
El término emergencia se ha utilizado para describir fenómenos muy
diversos que, en muchos casos, no pueden considerarse estrictamente
emergentes (lo son sólo en apariencia o bien en relación a una teoría
considerada incompleta). Para distinguir ambos tipos de fenómenos se han
acuñado los términos de emergencia débil y emergencia fuerte.
8.1.1. Emergencia débil
Se habla de emergencia débil cuando existen propiedades que son
identificadas como emergentes por un observador externo pero que pueden
explicarse a partir de las propiedades de los constituyentes primarios
del sistema. Es el caso de la cristalización de las moléculas de agua:
las cualidades del cristal no pertenecen ni al hidrógeno ni al oxígeno,
pero pueden explicarse y predecirse a partir de ellos. En muchos casos, a
los fenómenos de emergencia débil se los denomina epifenómenos, ya que
se consideran una construcción lógica del observador que no tiene
consecuencias causales en la realidad (por encima de las que pueden
explicarse en relación a sus componentes). El ejemplo del tornado
(mencionado anteriormente) sería considerado por muchos como un ejemplo
de emergencia débil.
8.1.2. Emergencia fuerte
La emergencia fuerte hace referencia a propiedades independientes
de toda observación y con "poderes" causales propios. Se trata de
propiedades intrínsecas al sistema y que actúan con los otros
constituyentes del mismo de un modo original. La emergencia de la vida a
partir de lo inanimado o de la mente a partir del sistema nervioso son
los ejemplos clásicos de emergencia fuerte.
Así, por ejemplo, se habla de causalidad descendente (downward
causation, término acuñado por Donald Campbell en 1974) cuando las
propiedades del nivel emergente tienen efectos causales sobre las
propiedades o procesos de nivel inferior. Campbell alude para ilustrarlo
al caso de la selección natural: el organismo como un todo (extendido
en el tiempo en sucesivas generaciones) tiene un efecto causal sobre las
moléculas de ADN, ya que es el organismo (el fenotipo como un todo) el
que se selecciona causando un cambio en las frecuencias y disposiciones
de sus componentes de micronivel (los nucleótidos de ADN en el
genotipo).
A pesar de que el ejemplo característico de Campbell es el de la
evolución (una forma de emergencia diacrónica) el uso del concepto de
causación descendente se ha extendido en el ámbito de la filosofía de la
mente y se usa para hacer referencia al poder causal de propiedades
mentales (como la intencionalidad o el deseo) sobre las físicas; p.e. el
efecto causal de la intención de mover un objeto (nivel emergente,
psicológico o mental) sobre la posición del objeto (nivel inferior,
físico).
8.2. Emergencia epistemológica y ontológica
El concepto de emergencia puede definirse en función de criterios
ontológicos (relativos a la estructura de la realidad misma) o
epistemológicos (relativos a la capacidad del ser humano de conocer esa
realidad).
8.2.1. Emergencia epistemológica
Desde el punto de vista epistemológico, la emergencia hace
referencia a la imposibilidad del observador de predecir el surgimiento
de propiedades nuevas en el sistema que estudia. Cariani (1989, 1991) ha
definido este tipo de emergencia como emergencia en relación a un
modelo. Según esta concepción, dado un modelo del funcionamiento de un
sistema, se da un fenómeno emergente si para predecir su comportamiento
adecuadamente, es necesario introducir un nuevo elemento o propiedad en
el modelo (que no sea la mera combinación de sus elementos anteriores).
8.2.2. Emergencia ontológica
El emergentismo ontológico contempla el problema desde la
perspectiva de las propiedades intrínsecas del sistema, independiente de
su relación epistémica con un sujeto. Según esta concepción, el mundo
físico está constituido por estructuras físicas, simples o compuestas,
pero estas últimas no son siempre meros agregados de las simples. Los
distintos niveles organizativos tienen una autonomía tanto esencial como
causal que requerirá tanto conceptos como leyes distintas.
Muchos autores consideran que la emergencia epistemológica es un
tipo de emergencia débil, ya que depende de las capacidades predictivas
del observador. Sin embargo, el problema radica en la imposibilidad de
decir algo sobre la realidad si no es presuponiendo un aparato teórico y
la dificultad de distinguir, en última instancia, entre qué propiedades
son epistemológicas y cuáles ontológicas.
8.3. Emergencia diacrónica y sincrónica
8.3.1. Emergencia diacrónica
Desde el punto de vista diacrónico, la emergencia se define como
una relación temporal entre los estadios que un sistema atraviesa desde
un estadio simple a otro complejo. En este contexto, la emergencia se
identifica con la impredecibilidad: las propiedades emergentes son
propiedades de los sistemas complejos que no pueden ser predichas a
partir del estado pre-emergente. La impredecibilidad es una propiedad
epistemológica, pues no implica indeterminismo.
Mark Bedau (1997) define este tipo de emergencia como "emergencia
débil": en estos casos, los estados macroscópicos pueden deducirse (no
siempre predecirse con exactitud) a partir del conocimiento de la
microdinámica del sistema y de las condiciones externas, pero sólo
mediante su simulación. Es el caso de los sistemas caóticos, cuya
no-linearidad les hace sensiblemente dependientes de las condiciones
iniciales.
8.3.2. Emergencia sincrónica
Desde el punto de vista sincrónico, la emergencia se define en el
contexto de las relaciones entre los niveles micro y macro de un
sistema. Desde esta perspectiva, la emergencia se identifica con la
irreducibilidad conceptual: las propiedades y leyes emergentes son
rasgos sistémicos de sistemas complejos gobernadas por leyes
irreducibles a las de la física por razones conceptuales (tales patrones
macroscópicos no pueden ser aprehendidos por los conceptos y la
dinámica de la física).
Éste es el tipo de emergencia definido por Paul Teller y Andy
Clark. Para Paul Teller (1992), una propiedad es emergente si y sólo si
no es explícitamente definible en términos de las propiedades no
relacionales de cualquiera de las partes del objeto en cuestión. Andy
Clark (1996) sugiere que un fenómeno es emergente sólo en el caso de que
sea mejor comprendido atendiendo a los valores cambiantes de una
variable colectiva.
Una variable colectiva es aquella que dibuja el patrón resultante
de las interacciones entre múltiples elementos de un sistema (en teoría
de sistemas dinámicos la variable colectiva es también llamada parámetro
de control). Cuando la variable colectiva incluye elementos tanto
internos como externos al sistema, estamos ante un fenómeno de
emergencia interactiva (Hendrick-Jansen, 1996).
8.4. La emergencia como superveniencia
En filosofía, la superveniencia es una relación de dependencia
entre propiedades de 'alto nivel' y de 'bajo nivel'. Un grupo de
propiedades X superviene de un grupo de propiedades Y cuando las
propiedades del grupo X están determinadas por las del grupo Y.
Formalmente, un grupo de propiedades X superviene de un grupo de
propiedades Y si y sólo si, para todos los objetos a y b se cumple
cualquiera de las siguientes condiciones (lógicamente equivalentes):
1. a y b no pueden diferir en las propiedades de su grupo X sin diferir también de las propiedades del grupo Y.
2. Si a y b tienen propiedades idénticas a las del grupo Y,
entonces también tienen propiedades idénticas a las del grupo X.
3. Si a y b no tienen propiedades idénticas al grupo X, entonces tampoco tienen propiedades idénticas a las del grupo Y.
Si las propiedades de A supervienen las propiedades de B. Las
propiedades de B son las propiedades base y las de A son llamadas
propiedades supervenientes. Si dos cosas difieren en sus propiedades
supervenientes, esto quiere decir que deben diferir de sus propiedades
de base.
Como ejemplo, si las propiedades psicológicas supervienen a lo
físico, dos personas que son físicamente indistinguibles, deberían ser
físicamente iguales. Lo mismo si son psicológicamente diferentes
deberían ser físicamente diferentes. Lo interesante es que lo
superviniente no es simétrico. Dos personas pueden ser psicológicamente
iguales y no ser físicamente iguales.
Lo último da por el concepto de múltiples posibilidades. Las
propiedades psicológicas tienen muchos modos de ser posibles en lo
físico. La superveniencia ha sido usada tradicionalmente para describir
relaciones entre conjuntos de propiedades de modo que no implique una
fuerte relación hablando de la reducción y el reduccionismo.
Muchos sostienen que las propiedades económicas supervienen a las
propiedades físicas. Si por ejemplo dos mundos son iguales físicamente
deberían ser iguales económicamente, sin embargo eso no significa que la
economía puede ser reducida de modo un directo a lo físico.
La superveniencia permite asumir que los niveles altos (como la
economía y la psicología) dependen al final de lo físico, pero queda
claro que no se puede estudiar a los fenómenos de alto nivel usando
medios que si bien son apropiados para estudiar lo físico, no lo son
para estudiar los niveles altos. Superveniencia quiere decir “la
ocurrencia de algo nuevo, adicional o inesperado”.
- En filosofía de la mente, la tesis de la superveniencia (lo
mental superviene de lo físico) ha encontrado una gran acogida en los
últimos años, especialmente en la obra de Donald Davidson.
- Significante y significado: la transmisión de un mensaje implica
siempre relaciones de superviniencia. Así, el significado de la letra
'a' impresa en un papel, superviene de la geometría de la letra, que, a
su vez, superviene de la tinta estampada en el papel.
8.4.1. Versiones alternativas a la emergencia como superveniencia
Varios autores se han opuesto a la definición de la emergencia
como superveniencia, entendiendo que la relación entre propiedades
primitivas y emergentes no tiene porqué ser unívocamente causal:
-Timothy O'Connor (2000) acude a la indeterminación cuántica: si
los fenómenos cuánticos no están determinados, entonces los fenómenos
que siguen a un estado indeterminado pueden ser diversos. Así, un
electrón puede ser onda o partícula (propiedades emergentes) a partir de
un mismo estado de indeterminación (propiedades pre-emergentes).
-Paul Humphreys (1997) define las propiedades emergentes como
resultado de una "fusión" entre entidades primitivas que, al formar
parte de una unidad superior y dejar de existir como unidades separadas,
pierden algunos de sus poderes causales, mientras que las unidades
emergentes adquieren otros nuevos. La emergencia no es aquí
superveniencia, pues las condiciones basales no coexisten con el rasgo
emergente.
8.5. Ejemplos de emergencia
8.5.1. Emergencia en biología
Muchos de los rasgos y procesos estudiados por las ciencias biológicas son considerados emergentes:
En biología evolutiva, la teoría jerárquica de la evolución
sostiene que la selección actúa sobre individuos evolutivos a muchos
niveles jerárquicos (genes, organismos, demes, especies, clados). Desde
esta perspectiva, la selección de nivel superior se define como la
proliferación diferencial de individuos evolutivamente relevantes basada
en la interacción causal de sus propiedades (emergentes) con los
entornos circundantes y no en el efecto de propiedades características
de los individuos de niveles inferiores (Véase el artículo Unidad de
selección).
En biología del desarrollo, las teorías epigenetistas se oponen al
reduccionismo genético que considera a la ontogénesis como resultado de
un mapeo lineal entre genes y caracteres fenotípicos. En particular, se
defiende que el desarrollo animal es resultado de la interacción no
lineal entre distintos niveles organizativos (genético, celular y
tisular) irreducibles entre sí (Véase el artículo Epigénesis). Estas
teorías del desarrollo han tenido, a su vez, una repercusión importante
en la concepción de la evolución (Véase el artículo evo-devo).
La Biología de sistemas busca integrar la enorme cantidad de datos
generados por la biología molecular en modelos sistémicos de procesos
biológicos generalmente con la ayuda de simulaciones por ordenador. Es
el caso de las redes regulatorias genéticas, epigenéticas, metabólicas,
etc. (Véanse los artículos Biología de sistemas y Niveles estructurales
de la vida).
La definición e investigación de la organización básica de la vida
como fenómeno emergente de las interacciones no-lineales que
constituyen las redes metabólicas y genéticas busca recuperar el
espíritu holista del vitalismo en el nuevo marco de las ciencias de la
complejidad (Véase el artículo Complejidad biológica). Algunos autores
(Moreno y Umerez 2000) argumentan que la relación entre metabolismo y
ADN es del tipo de la "causación descendente".
8.5.2. Emergencia en Vida Artificial y Computación Distribuida
La Vida artificial es fuente de innumerables ejemplos que han sido
utilizados para ilustrar los conceptos de autoorganización y
emergencia. Entre ellos destacan: la simulación de bandadas de pájaros
de Craig Reynols, los modelos de inteligencia emergente o colectiva en
hormigas, termitas y abejas, y patrones emergentes en autómatas
celulares.
Javier Del Arco, La era de la Neurofilosofía, Tendencias 21, 10/03/2008
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