La neurotècnica i la barrera kantiana.
Los documentales en los que vemos cómo los enfermos de Parkinson y de
epilepsia pueden ser curados de golpe mediante la estimulación del cerebro
resultan impresionantes. Ambas dolencias están asociadas a una región cerebral
muy determinada. El impulso eléctrico de un “marcapasos cerebral” actúa en el
área del cerebro enferma y superactiva, y frena los síntomas al momento. El
paciente de Parkinson, que antes no podía sostener la taza porque le
temblequeaban las manos, ahora se sienta en el sillón y se toma tranquilamente
su café. El paciente de epilepsia deja de tener ataques. Y así como la
neuroprótesis puede estimular la facultad de oír o de andar, también podría ser
útil contra los trastornos psíquicos. Los electyrodos implantados en el cerebro
podrían actuar inmediatamente sobre los circuitos neuroquímicos. Para actuar
contra las depresiones, un electrodo podría activar las sustancias “positivas”
que de otro modo permanecerían inactivas.
Todos estos logros son maravillosos y parecen prometer curaciones bíblicas:
(…) ¿Dónde está, pues, el problema? ¿Qué tienen que ver los neuroimplantes y
las estimulaciones del cerebro con los trasplantes de cabeza frankesnteinianos?
La respuesta es sencilla: todas las nuevas posibilidades de manipular nuestro
cerebro pueden ser utilizadas con fines cuestionables o directamente abusivos.
En cualquier caso, será posible influir en el cerebro en una medida mucho mayor
que la permitida actualmente por los fármacos bioquímicos.
No es difícil imaginar lo que podrían hacer con estas posibilidades unos
usuarios potenciales tan diabólicos como el ejército y los servicios secretos.
En los interrogatorios podrían no sólo torturar a los prisioneros con
estimulaciones del cerebro, sino también manipularlos actuando sobre
determinadas regiones del cerebro. (…)
Actualmente los expertos en escáneres de resonancia magnética desempeñan
una función muy importante en los tribunales. Los neuropsiquiatras utilizan
este aparato para determinar el grado de responsabilidad de los autores de
crímenes graves. Los crímenes más crueles y los asesinatos en serie suelen
corresponderse con deficiencias y lesiones en la región ventromedial del
criminal, lesiones como las que sufrió el famoso Phineas Gage. Estas
instantáneas del estado psicológico de los asesinos y violadores no sólo
facilitan la respuesta a la pregunta de si un criminal es totalmente
responsable de sus actos o no; también plantean un dilema a la justicia: ¿cómo
debe proceder en tales casos?
No cabe descartar del todo que en un futuro próximo algunas lesiones cerebrales
que producen graves trastornos de la conducta puedan ser curadas mediante una
operación quirúrgica. ¿No sería mejor, tanto para el delincuente como para la
sociedad, someter al enfermo mental a una operación, en lugar de encerrarlo de
por vida o ejecutarlo? Ahora bien, ¿quién tendría la última palabra en estos
casos? ¿El neuropsiquiatra, el juez, el delincuente o sus familiares? ¿Y quién
evitaría los abusos que se podrían cometer en los casos dudosos, ya que siempre
sería más barato recurrir al bisturí que financiar una estancia vitalicia en
prisión?
(…) Cuanto más sabemos sobre el cerebro, tanto más fácil resulta
manipularlo. Las sustancias psicoactivas que estimulan la atención de los
enfermos de demencia seguramente podrán comercializarse como drogas de diseño
para jóvenes. Especialmente peligrosos son los efectos producidos en los
receptores de serotonina y el metabolismo de la dopamina. (…) En su núcleo de
fenetilamina, la dopamina contiene la misma sustancia química que la mescalina
o el LSD y produce la excitación o sobreexcitación de determinadas regiones del
cerebro. Cuantas más posibilidades tengamos de actuar sobre los niveles de
dopamina en el cerebro, tanto más potentes serán las drogas de diseño que
podrán fabricar.
Y aunque no se lleguen a producir drogas duras ilegales, ¿con qué clase de
pacientes es legítimo prescribir sustancias psicoactivas para estimular su
atención? ¿Con los enfermos de demencia? ¿Las personas con problemas de
memoria? ¿Las personas con ligeros problemas de concentración? ¿O acaso, en un
futuro próximo, será habitual que los padres den cada mañana a sus hijos una
pastillita con el cacao para aumentar su capacidad de concentración en la
escuela? ¿Todavía necesitaremos la técnica genética y la medicina reproductiva,
si podemos “optimizar” el rendimiento de nuestros hijos de una forma tan fácil?
El político y el directivo rendirán al máximo durante su jornada de dieciséis
horas, y el ciclista del Tour de Francia no sólo dopará su cuerpo, sino que,
incluso en las pendientes más empinadas, su estado de ánimo no desfallecerá.
(…) El departamento de marketing de los supermercados, las agencias de
publicidad y los diseñadores de sitios web casi todos los días tienen motivos
para frotarse las manos ante la aparición de nuevas noticias sobre el
subconsciente de sus clientes. Los seres humanos tienen una tendencia natural a
la derecha para orientarse en los espacios desconocidos, cosa que el
supermercado tiene muy en cuenta a la hora de colocar los productos en las
estanterías. (…) ¿Quién recurrirá a las encuestas de antes, si ahora el sistema
nervioso central del ser humano se ha convertido en una fuente de información
que se puede explotar de forma inmediata?
Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias de este proceso tan espectacular?
Sin duda, las cosas que atraen nuestra atención no sólo actúan sobre nuestro
cerebro, sino que también modifican nuestros circuitos neuronales, en parte de
forma duradera. Quien juega mucho al ajedrez potencia ciertas capacidades, lo
que sólo comporta cosas buenas para él. Pero ¿qué ocurre con el jugador de
videojuegos que cada día mata a cien soldados enemigos? ¿Qué consecuencias
tendrá en su cerebro todo este ametrallamiento? Por otro lado, es difícil creer
que la velocidad vertiginosa de los videoclips y las películas modernas no deje
ninguna huella en los cerebros de nuestros hijos. Al menos, nadie que tenga
alguna idea sobre neurología pondría la mano en el fuego. (…)
En el ámbito de la investigación del ataque de apoplejía, se espera que en
los próximos años se llevarán a cabo programas internacionales para realizar
trasplantes cerebrales con el fin de reemplazar ciertas regiones cerebrales “defectuosas”.
Sin embargo, esto sólo será posible si se logran restablecer los conductos y
los contactos nerviosos destruidos en el trasplante. Pero, cuando esto sea posible,
¿no se estará en condiciones de fabricar un cerebro? (…)
Sin embargo, apenas puede describirse lo que esto significará para nuestra
concepción del hombre. Pues una prótesis cerebral sería inmortal, sería una
máquina sin espíritu. ¿No convertirá a su poseedor en un superhombre provisto
de un cerebro no fungible? (…)
El desafío moral de la neurociencia y sus aplicaciones prácticas es, cuando
menos, doble. La moral debe proteger a los seres humanos de los abusos y debe
preparar a la sociedad para los cambios radicales en nuestra comprensión del
mundo y de nosotros mismos que acarrearán ciertas intervenciones médicas en el
cerebro. También aquí topamos con la barrera kantiana que establecía que el
hombre no podía ser desfinalizado, pues los abusos que cometan el ejército y
los servicios secretos, como también los cometidos por el marketing y el sector
del ocio electrónico, contienen al menos algunos aspectos de desfinalización.
Richard David Precht, ¿Quién soy
y…cuántos?, Ariel, Barna 2009, 246-251
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