Zaratustra i el problema de la domesticació humana.
Lo que hay que
hacer aquí con seriedad, ya lo puso en limpio con señales angustiosas el
maestro del pensamiento riesgoso, Nietzsche,
en la tercera parte de Así habló
Zaratustra, bajo el título: «De la virtud empequeñecedora»:
“Pues quería
(Zaratustra) enterarse de lo que entretanto había ocurrido con el hombre: si se
había vuelto más grande o más pequeño. Y en una ocasión vio una fila de casas
nuevas; entonces se maravilló y dijo:
“¿Qué significan
esas casas? ¡En verdad, ningún alma grande las ha colocado allí como símbolo de
sí misma!”
“(...) Y esas
habitaciones y cuartos: ¿pueden salir y entrar ahí varones? “(...) Y Zaratustra
se detuvo y reflexionó. Finalmente dijo turbado: «¡Todo se ha vuelto más pequeño!»
“Por todas partes
veo puertas más bajas: quien es de mi especie puede pasar todavía por ellas sin
duda– ¡pero tiene que agacharse!”
“(...) Camino a
través de este pueblo y mantengo abiertos los ojos: se han vuelto más pequeños
y se vuelven cada vez más pequeños– y esto se debe a su doctrina acerca de la
felicidad y la virtud.”
“(...) Algunos de
ellos quieren, pero la mayor parte únicamente son queridos...”
“(...) Redondos,
justos y bondadosos son unos con otros, así como son redondos, justos y bondadosos
los granitos de arena con los granitos de arena. “Abrazar modestamente una
pequeña felicidad– ¡a esto lo llaman ellos «resignación»!... “En el fondo lo
que más quieren es simplemente una cosa: que nadie les haga daño... “Virtud es
para ellos lo que vuelve modesto y manso: con ello han convertido al lobo en
perro, y al hombre en el mejor animal doméstico del hombre.”
[KSA 4, pp.
211-214; Así habló Zaratustra, pp.
237-240 de la versión española de Andrés Sánchez Pascual.]
Peter Sloterdijk, Normas para el parque humano. Una respuesta
a la ‘Carta sobre el humanismo’ de Heidegger, (1999)
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