Naturalesa, ésser humà i sentit.
Tras el diluvio, Noé vivió todavía 350 años. Sus hijos Sem, Cam y Jafet
junto a sus esposas, más los animales del arca fueron suficientes para
garantizar el ciclo de las generaciones y con ello la pervivencia del
ser humano, es decir, del ser por el que se cumple la palabra de Jahvé
relativa al perdurar de la vida animal. Vida reducida a las formas o
especies de las que el hombre es testigo y que están por él conservadas.
La extensión de este cuidado a las especie vegetales, convertiría ya al
hombre en depositario de la vida en general y con ello en efectiva
medida de las cosas esenciales.
Víctor Gómez Pin, Tras la catástrofe (III): la especie que arranca a la insignificancia, El Boomeran(g), 22/01/2013
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