Justícia i indults.
Como un ministro, así salió Gao Ping de la cárcel al poco de haber
entrado en ella. Con esta gente siempre se comete algún error formal que
justifica su liberación. Y cuando no hay error formal, ahí está el
Gobierno para indultarlos. Ya es sabido, por metafórico, que en el
último Consejo de Ministros presidido por Zapatero se indultó a un
banquero. Según una información de Álvaro de Cózar y Mónica Ceberio
aparecida en las páginas de este periódico, 107 malversadores y 25
prevaricadores fueron indultados entre 2000 y 2012. Si repasas los
perdones concedidos por los diversos Gobiernos a lo largo de los últimos
años, resulta que la prevaricación, la malversación de caudales
públicos y el cohecho están muy bien vistos. También la tortura, pues a
unos mossos d’esquadra que se emplearon a fondo con sus víctimas se les
indultó hasta dos veces porque con una, dados los daños producidos, no
bastaba. Si a los defectos de forma y a la generosidad de los
gobernantes con determinado tipo de delitos les añadimos las
prescripciones, que son el pan nuestro de cada día, es muy difícil que
un delincuente con corbata acabe entre rejas. Los hay, pero pocos y con
mucha vocación. Son los que en la soledad de la celda se descubren a sí
mismos o a Buda o se dedican a la práctica del taichí. Precisamente, Gao
Ping acababa de manifestar su deseo de enseñar esta disciplina a los
compañeros de cautiverio, cuando la Audiencia Nacional descubrió el
defecto de forma y no hubo otra que excarcelarle. ¡Con la escasez
endémica de profesores de taichí que sufren las prisiones españolas!
Juan José Millás, Escasez endémica, El País semanal, 27/01/2013
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