Queipo de Llano: "Enseñar lo que significa ser un hombre".
General Queipo de Llano. |
En cambio, para los vencedores de la Guerra Civil, las mujeres fueron
un pilar importante de su nuevo régimen dictatorial. Enfocaron en ellas
toda su ideología y las convirtieron en su arma más importante para
educar a futuras generaciones, para conseguir que las familias fueran el
núcleo de la sociedad en donde "los valores del franquismo" se
mantuviesen y proliferasen.
Y, por supuesto, con el entusiasmo de la jerarquía católica. No
olvidemos que la mayoría de las hacinadas y cochambrosas cárceles fueron
administradas y custodiadas por órdenes religiosas femeninas.
La influencia que las mujeres lograron para reproducir la represión
moral y política fue una de las más útiles armas del régimen franquista.
Abnegadas, calladas y obedientes, las mujeres del franquismo
renunciaron, quizás sin saberlo, a vivir su propia vida, para servir a
los intereses del poder establecido.
En cuanto a las republicanas, por el hecho de haber perdido una
guerra se convirtieron en seres inferiores, en lo que el historiador
Ricard Vinyes denomina la "degeneración social del disidente". "Al fin y
al cabo", añade Vinyes, "desproveer al enemigo de condición humana ha
sido un requerimiento previo a su aniquilación".
Y si hay que recordar a algún experto en humillar y aniquilar a estas
mujeres fue el comandante-psiquiatra Vallejo Nájera, que no dudaba en
definirlas como "débiles mentales". Director del Gabinete de
Investigaciones Sociológicas, nombrado directamente por Franco, teorizó
hasta la saciedad sobre la inferioridad mental de la mujer-disidente.
En sus experimentos en la cárcel de Málaga, agrupaba a las presas por
categorías de peligrosidad, considerando "las más degeneradas" a las
que eran marxistas y catalanas.
En medio de tanto odio, la Fiscalía del Estado se alarmaba del
aumento espectacular de suicidios: un 71,3% más que en el año 1932. Fue
lo que acabó haciendo la licenciada en Ciencias Matilde Landa, detenida y
trasladada a la cárcel de Ventas de Madrid en 1939, condenada a muerte e
indultada gracias a las numerosas gestiones de sus familiares. Pasó 30
años en prisión antes de quitarse la vida.
De las presas de la cárcel de Málaga, Vallejo Nájera afirmaba que
habían actuado "empujadas por el resentimiento y el fracaso social que
en las mujeres era más notorio dada su perversión moral y sexual". Se
las machacó de forma especial no solo por sus ideas políticas, sino por
el hecho de ser mujeres. La virilidad de los vencedores se conformó como
un elemento esencial. De ahí que la principal forma de represión fue la
violación.
Como afirmaba la madrileña Juana Doña, militante del Partido
Comunista condenada a muerte, "se violaba en las comisarías, en los
centros de Falange, en las cárceles, en los domicilios requisados",
hasta el punto de que incluso en los informes de la Fiscalía se habló
del alarmante ingreso en prisión de mujeres por el hecho de haber
abortado, añadiendo siempre la coletilla ideológica: "La mujer ahora
prefiere la muerte a la maternidad".
Esta violencia fue impulsada desde el poder. Solo hay que recordar
las arengas del general Queipo de Llano: "Nuestros valientes legionarios
han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y
de paso también a sus mujeres. Esas comunistas y anarquistas se lo
merecen. No se van a librar por mucho que forcejeen".
Mercè Rivas Torres, ¿Republicanas? prostitutas o débiles mentales, El País, 27/09/2013
http://elpais.com/diario/2010/09/27/opinion/1285538405_850215.html
http://elpais.com/diario/2010/09/27/opinion/1285538405_850215.html
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