Què és una il·lusió cognitiva?



Definir rigurosamente lo que es una “ilusión” se topa con algunas dificultades, pues en cierto sentido toda visión es una ilusión. La resolución en su visión periférica es más o menos equivalente a mirar a través de una puerta de ducha esmerilada, y sin embargo disfruta de la ilusión de ver la periferia con claridad. Eso se debe a que, allí donde dirige su visión central, ésta siempre parece estar enfocada. Para comprobar este hecho, pruebe con la siguiente demostración: pida a un amigo que sostenga un puñado de rotuladores de colores a un lado. Mantenga la mirada fija en su nariz, y ahora intente decir el orden de los colores que tiene en la mano. Los resultados son sorprendentes: aun cuando sea capaz de afirmar que hay algunos colores en su periferia, sería incapaz de determinar el orden exacto. Su visión periférica es mucho peor de lo que habría imaginado, porque bajo las circunstancias habituales su cerebro coloca los músculos oculares para que dirijan su visión central de alta resolución directamente hacia las cosas que le interesan. Allí donde proyecta la mirada, todo parece estar perfectamente enfocado, con lo que supones que todo su mundo visual está enfocado. (35)
Piensen lo que esto significa: el cerebro sales al mundo y extrae activamente el tipo de información que necesita. El cerebro no necesita ver todo lo que ocurre, y no necesita almacenarlo todo internamente; lo único que necesita saber es dónde ir a buscar la información. A medida que sus ojos interrogan el mundo, son como agentes en una misión, optimizando su estrategia en busca de datos. Aun cuando sean “sus” ojos, sabe muy poco de lo que está haciendo. Igual que en una misión secreta, los ojos actúan debajo del radar, demasiado rápido para que su ruidosa conciencia pueda seguirlos.
Para ilustrar de manera gráfica los límites de la introspección, considere los movimientos oculares que lleva a cabo mientras lee este artículo. Sus ojos saltan de un lugar a otro. Para apreciar los rápidos, deliberados y precisos que son esos movimientos oculares, observe a otra persona mientras lee. Y sin embargo no tenemos conciencia de este examen activo de la página, sino que más bien parece como si las ideas simplemente fluyeran a la cabeza desde un mundo estable. (42)
Como la visión parece requerir tan poco esfuerzo, somos como peces a los que se les desafía a comprender el agua: como el pez nunca ha experimentado otra cosa, le resulta casi imposible ver o concebir el agua. Pero si una burbuja pasa por delante del inquisitivo pez, le puede ofrecer una pista crucial. Al igual que las burbujas, las ilusiones visuales puede llamar nuestra atención hacia lo que normalmente damos por sentado, y de este modo son herramientas cruciales para comprender los mecanismos que se dan entre los bastidores del cerebro. (42-43) 

David Eagleman, Incógnito. Las vidas secretas del cerebro, Anagrama, Barcelona segunda edición 2013

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