La construcció cerebral del jo.



… de modo semejante a como el cerebro construye un mundo virtual que “da la impresión” de que es el mundo real, también se elabora un complejo proceso neurológico que “da la impresión” de ser un sujeto que está experimentando ese mundo virtual. Al fin y al cabo, la función biológica primordial de los cerebros, o de los sistemas nerviosos en general, no solo en el caso de los seres humanos, es contribuir a que el individuo desarrolle una conducta exitosa (lo que, en términos biológicos, equivale a vivir lo bastante para poder dejar muchos descendientes). Para ello, el cerebro necesita construir un mapa de los aspectos relevantes del entorno del individuo, pero obviamente también necesita actualizar constantemente la información sobre qué le está pasando en cada momento al propio individuo, no solo acerca de dónde está, sino también de si necesita alimento, si necesita descansar, si ha llegado el día de buscar pareja, etc. Tanto el “mapa” del entorno como el “mapa” del propio organismo tienen que ser lo suficientemente precisos para que la interacción entre el organismo y el entorno sea lo más adecuada posible, de tal manera que, aunque el mundo no sea exactamente como nos parece que es, nuestras acciones sí tengan realmente las consecuencias que nos conviene que tengan. (14-15)
En el caso del yo, también es muy probable que este yo no sea exactamente como nos da la impresión que es, pero eso no quiere decir que la forma en la que la evolución ha diseñado esas “apariencias” no sea bastante apropiada para conseguir que hagamos lo que nos conviene hacer en cada momento. El yo, por lo tanto, no es que sea una “ficción”, como tampoco lo es la imagen que percibes de tu dedo, pero ambos son algo que el cerebro construye, y aquello que corresponde en la realidad a ambas “imágenes” no tiene por qué coincidir punto por punto con nuestra “impresión”. (15)
Por decirlo en palabras de otro gran neurocientífico, Antonio Damasio, el cerebro no solo crea una “película”, sino que también crea al espectador de esa película, como un personaje dentro de la película misma. El yo es una de las muchas ilusiones cognitivas generadas por nuestro cerebro, cuya función no es la de representar con exactitud y absoluta fidelidad la esencia de las cosas (incluida nuestra propia e inexistente esencia), sino permitirnos actuar en nuestro entorno con la soltura necesaria para poder vivir y reproducirnos. Esa metáfora cinematográfica nos da pie a concluir con una recomendación: ya que tu propio “yo” es solo un personaje de la película con la que tu cerebro representa lo que sucede a tu alrededor (un personaje que también cuenta con apariciones más o menos estelares o más o menos secundarias en las películas creadas por otros cerebros), no creo que puedas plantearte ningún objetivo en la vida más importante que el de intentar que tu propia película y las de quienes te rodean resulten agradables de vivir. Ya que eres solo un personaje de ficción, sé al menos uno que merezca la pena serlo. (138)
Jesús Zamora Bonilla, En busca del yo. Una filosofía del cerebro, EMSE EDAPP, S.L. 2018

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