Tres assumptes per a la política.



Pensemos en tres asuntos de naturaleza muy difícil de determinar, pero que algunos manejan sin el menor índice de asombro: el pueblo, los expertos y la identidad. Cada vez resulta más complejo identificar lo que el pueblo realmente quiere, se cuestiona más la autoridad de los expertos y tenemos una identidad, por así decirlo, menos rotunda. Pero esto no impide que se multipliquen las apelaciones a zanjar nuestros debates por algún procedimiento que deje fuera de dudas cuál es la voluntad popular, los expertos imponen sus recetas económicas con una determinación que parece des- conocer sus recientes fracasos y se restablece la divisoria entre nosotros y ellos de manera meridianamente clara. 

No quiero decir que estas tres cosas no existan, sino que son conceptos cuya invocación no nos resuelve definitiva- mente ningún problema porque concretarlas es un asunto político. Como otros conceptos similares, se invocan legítimamente, pero hay que considerarlos construcciones políticas y no datos innegociables. Lo que la política pretende es que estos conceptos y otros similares no sean armas arrojadizas, sino asuntos controvertidos pero sobre los que es posible lograr un compromiso político. El objetivo de la política es conseguir que la voluntad popular sea la última palabra, pero no la única, que el juicio de los expertos se tenga en cuenta, pero que no nos sometamos a él, que las naciones reconozcan su pluralidad interior y se abran a redefinir y negociar las condiciones de pertenencia.

Daniel Innerarity, Política para perplejos, Galaxia Gutenberg Barcelona 2018

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