Experiències que demostren la ceguesa al canvi.
En una asombrosa demostración de
la ceguera al cambio, un experimentador detuvo a unos peatones al azar en un
patio y les pidió que le indicara cómo llegar a un lugar concreto. En cierto
momento, mientras el desprevenido sujeto estaba explicándole cómo llegar, unos
trabajadores que llevaban una puerta pasaron groseramente justo en medio de las
dos personas. Sin que el sujeto se diera cuenta, el experimentador fue
subrepticiamente reemplazado por un cómplice que se había ocultado tras la
puerta mientras la transportaban: cuando la puerta hubo pasado, había allí otra
persona. La mayoría de los sujetos siguieron indicando cómo llegar al sitio
solicitado sin observar que la persona no era la misma que le había pedido esas
indicaciones. En otras palabras, sólo codificaban una pequeña cantidad de la
información que llegaba a sus ojos. El resto era suposición. (Simons, D. J. y D. T. Levin. 1998. “Failure to detect changes topeople during a
real-world interaction”. Psychonomic
Bulletin & Review, (5): 644-649) (38)
Los neurocientíficos no fueron
los primeros en descubrir que dirigir los ojos hacia algo no garantiza que lo
veamos. Los magos lo descubrieron hace mucho tiempo, y perfeccionaron la manera
de sacarle provecho. Al manipular su atención, los magos llevan a cabo sus
trucos de prestidigitación a la vista de todo el mundo. Sus acciones deberían delatar
el truco, pero puede tener la seguridad de que su cerebro procesa tan sólo
pequeños fragmentos de la escena visual, y no todo los que llega a su retina. (Macknik, S.L., M. King, J. Randi et al.
2008. “Attention and awareness in stage magic: Turning tricks into research”. Nature Reviews Neuroscience, 9: 871-879)
(38)
Este hecho ayuda a explicar el
colosal número de accidentes de tráfico en que los conductores atropellan a
peatones a los que ven perfectamente, colisionan con coches que tienen justo
delante, e incluso se cruzan desafortunadamente con trenes. En muchos de estos
casos, los ojos están en el lugar correcto, pero el cerebro no está viendo los
estímulos. La visión no consiste sólo en mirar. (39)
David Eagleman, Incógnito.
Las vidas secretas del cerebro, Anagrama, Barcelona segunda edición 2013
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