Fetitxisme de la mercaderia.



Eso no significa que Marx escriba todo esto en el volumen uno de El capital, o en ningún sitio. No lo hace. Pero no resolvemos nuestros problemas recitando el libro. Las metáforas son potentes para transmitir un significado; de hecho las metáforas son significados a medida que las construimos. No tienen por qué ser el sustituto, o la puerta de entrada, a teorías más rigurosas de proposición, silogismo y conclusión. En realidad presentan el argumento de Marx a sus lectores, junto a su explicación formal. Tiene que ser así, de lo contrario no estarían ahí. En esencia, Marx está diciendo (si bien con mis palabras) lo siguiente:
Querido lector: al igual que no crees en brujas, duendes y hadas, o en vampiros, hombres lobo y magia, tampoco deberías tener mucha fe en los conceptos y teorías de una economía que da por sentado al capitalismo, y que construye un homo economicus a su imagen y semejanza. Nuestra experiencia social del capitalismo es un producto histórico, un constructo humano, no una verdad eterna e imprescindible que proviene de la naturaleza humana, la voluntad de Dios o el progreso de la historia. Sabes que los sistemas sociales han sido radicalmente distintos en el pasado, que el dinero es un invento histórico relativamente reciente y que la espiral creciente de expansión que beneficia a una pequeña minoría (y que se correlaciona con las “austeridades” impuestas al 99%, como dice el eslogan de Occupy) es un producto de las últimas décadas. Si las instituciones democráticas y las leyes de propiedad están más que nunca en el bando del 1% (o, en años más recientes, el 0.01%, según algunas observaciones), entonces es hora de luchar y “¡recuperar el control!”
Marx también nos alertó de que los privilegiados lucharían (o más bien contratarían a gente más pobre para que luchara por ellos) para mantener el sistema del que se benefician. Nos avisó incluso de que ni él ni nadie más puede pretender que el cambio social en oposición al capitalismo sea simple y fácil de realizar.

Una de las metáforas más potentes y ubicuas del volumen uno de El capital es el “fetichismo de la mercancía”, a menudo interpretado de manera equivocada en un sentido neofreudiano para referirse a una preocupación excesiva por los productos comerciales y los valores publi- citarios. Eso no es lo que él quería decir. “Relaciones sociales entre cosas y relaciones ‘cosificadas’ entre personas” es más acertado como resumen de lo que en realidad está mal. O, en otras palabras, hemos creado un mundo de mercados y precios (“relaciones sociales entre cosas”) que experimentamos como una realidad diaria y a menudo brutal (“relaciones ‘cosificadas’ entre personas”). Así, muchos de nosotros nos hemos convertido en el tipo de gente que se mezcla con las realidades económicas y por lo tanto se acostumbra y normaliza, a menudo inconscientemente, cualquier brutalidad dentro del sistema. El “enfoque” de Marx sobre el capitalismo es que el mundo social podría ser de otra manera, menos brutal y destructivo, si nos organizamos para cambiarlo. Pero no cambiará si no lo hacemos. 

Terrell Carver, Marx para nuestra era, Letras Libres 01/0472018

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