Percepcions i al·lucinacions.
En 1911, el montañero y
neurofisiólogo escocés Thomas Graham Brown mostró que el programa para mover
los músculos a la hora de caminar está incorporado a la maquinaria de la médula
espinal. Cortó los nervios sensoriales de las patas de un gato y demostró que
el gato podía caminar sobre una cinta continua perfectamente bien. Esto
indicaba que el programa para caminar es generado internamente en la médula
espinal y que la retroalimentación sensorial de las piernas se utilizaba tan
sólo para modular el programa:
cuando, por ejemplo, el gato pisaba una superficie resbaladiza y necesitaba
mantenerse erguido. (58)
El gran secreto del cerebro es
que no sólo la médula espinal funciona así, sino todo el sistema nervioso
central: la actividad generada internamente viene modulada por la entrada
sensorial. Desde esta perspectiva, la diferencia entre estar despierto y
dormido consiste simplemente en que los datos que llegan procedentes de los
ojos anclan la percepción. La visión
cuando dormimos (el soñar) es la percepción totalmente desvinculada del mundo
real; la percepción de la vigilia es algo parecido a soñar, pero un poco más
vinculada a lo que tenemos delante. Otros ejemplos de percepción no anclada se
encuentran en presos confinados a solas en una oscuridad completa, o en la
gente que se halla en cámaras de privación sensorial. Ambas situaciones
conducen rápidamente a alucinaciones. (…)
… lo que denominamos percepción
normal no difiere realmente de las alucinaciones, a excepción de que estas
últimas no están ancladas por entradas externas. Las alucinaciones son
simplemente una visión no sujeta a nada. (59-60)
David Eagleman, Incógnito.
Las vidas secretas del cerebro, Anagrama, Barcelona segunda edición 2013
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