Definició d'intel·ligència.



¿Qué es la inteligencia? A falta de un criterio unificado sobre la superdotación —tampoco hay un protocolo de actuación escolar común a todas las comunidades autónomas españolas—, el doctor en Psicología Roberto Colom define la inteligencia como “la capacidad general que nos permite razonar, resolver problemas y aprender de la experiencia”. Contra lo que establece el psicólogo Howard Gardner en su Teoría de las inteligencias múltiples (intelectuales, lingüísticas, lógico-matemáticas, visual-espaciales…), Colom reconoce una inteligencia general que controla las demás capacidades cognitivas: “Hay una inteligencia general compuesta de diferentes capacidades que están relacionadas. El alumno que hace bien las pruebas de matemáticas hace bien también lenguaje y ciencias, aunque puede haber excepciones”. Profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, Colom encuentra en la figura del candelabro —una base única con varios brazos—, la analogía más adecuada para su tesis. Tener conocimientos enciclopédicos, buena memoria, dominio del lenguaje o ser muy creativo no implica, en su opinión, por sí solos, ser muy inteligente. “Si quieres medir la capacidad atlética de una persona no le pongas solo a correr los 100 metros, ponle también con saltos de altura, a levantar pesas…”.

Este especialista español asegura que las altas capacidades pueden objetivarse gracias a las nuevas técnicas de neuroimagen. “Podemos analizar lo que ocurre en el cerebro, comprobar hasta qué punto las conexiones entre diferentes áreas cerebrales cambian según el nivel intelectual de los individuos”. Colom considera necesario combatir los estereotipos y contradicciones ambientales. “La idea de que la inteligencia del grupo es mayor que la suma de las inteligencias individuales de sus componentes es objetivamente falsa. Las altas capacidades mentales son vistas como algo perturbador y hasta facha, cuando resulta que tenemos que movernos en contextos muy competitivos que nos obligan a cuidar el capital humano, a no desperdiciar el talento. De hecho, la sociedad sí premia a los más inteligentes. No hay más que ver quiénes se sientan en la dirección de las compañías de éxito: o son superdotados o son personas que suplen con esfuerzo y tesón su menor potencia intelectual. Sería interesante que la selección para los puestos de responsabilidad estuviera en manos de la gente más capacitada, aunque ser más inteligente no te convierte en mejor persona”. 

José Luis Barbería, Superdotados, el puzle de las altas capacidades, El País semanal 24/03/2018

 

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