La paradoxa de l'edat.

«¿Cómo es que la persona se va volviendo más prudente con la edad, cuando tocaría todo lo contrario?», me digo mientras trato de arreglar la cisterna del váter, que pierde. Al fin y al cabo, si yo muero en un accidente, apenas habré perdido diez o, a lo sumo, quince o veinte años de vida. Ellos, en cambio, si se matan en moto, se pierden cincuenta, sesenta, setenta..., quién sabe. Lo propio sería, pues, que fuesen más cautos quienes, como ellos, tienen más que perder, y más alocados los que menos vida arriesgamos. Pero de eso nada: los jóvenes se juegan la piel con santa alegría, y de ese modo van directos de la discoteca al cielo olvidándose de pasar por casa. Nosotros, en cambio, guardamos como un tesoro la poca vida que nos queda...

Xavier Rubert de Ventós,  Demonios íntimos, Alfaguara, Barna 2012

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