Les ficcions de la societat productivista.
En nuestras sociedades las necesidades humanas se satisfacen, por una parte,
con bienes y servicios producidos socialmente, a través de la economía mercantil
y las instituciones políticas (alimento, vivienda, medios de transporte,
atención médica, servicios educativos, etc.); y también mediante relaciones con
las personas cercanas (afecto, crianza, cuidado, atención a los seres humanos
dependientes, etc.).
Por otra parte, es importante subrayar que las necesidades también se
satisfacen fuera de la economía humana, “con las funciones útiles de la
naturaleza no producidas y en general no producibles (agua para beber, aire que
respirar, el petróleo que quemamos). La segunda fuente de servicios no puede ser
sustituida por la primera. Si llega a desaparecer, también desaparecerá la vida
humana, por muy grande que se haya hecho la capacidad productiva de la economía
o por mucho que se hayan extendido los valores altruistas y solidarios” (Ernest
Garcia, Medio ambiente y sociedad, Alianza, Madrid 2004, p. 160).
Ahora bien, en la sociedad productivista/ consumista todo funciona como
si la anterior imposibilidad fuese posible: como si el capital pudiese
sustituir a la naturaleza sin trabas y sin límite. Algunos economistas
extraviados defienden eso literalmente, aunque son los menos: pero lo grave es
que, aunque la mayoría de los economistas –y de la gente que considere
seriamente esta cuestión— reconocería que se trata de un verdadero disparate,
todo en nuestra economías funciona como si ese tenebroso dislate fuese
cierto. Por eso no parece fuera de lugar hablar de una “economía del
como si”, trayendo a las mientes a aquel filósofo nietzscheano alemán a
caballo entre el siglo XIX y el XX, Hans Vaihinger (1852-1933), inventor de una
ficcionalista “filosofía del como si”
En efecto, la economía depende de la biosfera y debe funcionar como un
subsistema integrado en el “supersistema” que es la biosfera, pero esto se
niega sistemáticamente. En la medida en que el medio ambiente se toma en
consideración, se lo trata como un subsistema de la economía: el mundo al revés.
Hagamos como si existieran mercados con competencia perfecta; como
si el modelo del Homo economicus se aproximase al comportamiento
de seres humanos reales en contextos económicos; como si los recursos
naturales fuesen infinitos; como si el valor de mercado de los
minerales y metales fuese un indicador fiable de su escasez o abundancia;
como si los ecosistemas pudiesen metabolizar cualquier cantidad de
contaminación; como si, como si, como si…
Resulta demencial: pero dentro de esa demencia colectiva estamos viviendo.
Después de haber asistido a la destrucción –como quien dice de un día para otro—
de más de la cuarta parte de la “riqueza” mundial en la crisis financiera y
bursátil de 2008, ¿cómo seguir creyendo en esa ficción que la economía
convencional llama “creación de valor”? Para salir de la crisis económica actual
hacia una sociedad de verdad sostenible, el primer paso debe ser reconocer esas
ficciones en lo que son y asentar nuestro pensamiento económico sobre bases
nuevas: esto es lo que propone la economía ecológica. (En España funciona desde
hace tiempo años una red de investigadores en esta materia: su página web es
www.ecoecoes.es).
Jorge Reichmann, la economia del "como si", tratar de comprender, tratar de ayudar, 14/11/2012
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