El filòsof i la política en Ciceró.
La patria no
nos engendró o educó bajo esta ley: de no esperar de nosotros, por así decir,
ningún alimento, y tan sólo para, sirviendo ella misma a nuestras comodidades,
proporcionar un refugio seguro a nuestro ocio y un lugar tranquilo para el
descanso, sino para tomarse ella misma en prenda, para su utilidad, las partes
más numerosas y más grandes de nuestro ánimo, ingenio, inteligencia y
entregarnos para nuestro uso privado tanto y cuando pudiera sobrarle a ella
misma. Cicerón
Ciceró |
En la antigua Grecia, en especial
en el período ateniense, era imposible pensar al hombre fuera de la vida
pública. El hombre es un animal político por naturaleza[1], y
aquél que pueda vivir lejos de la sociedad será un dios o una bestia, mas no un
hombre[2].
Aristóteles recalca la necesidad que
tiene el ser humano de una vida política, pues inevitablemente requerimos de
los demás para satisfacer nuestras necesidades básicas y sociales, e incluso en
nuestra búsqueda de la felicidad.
La virtud juega un papel
importante en la concepción griega, pues ésta no sólo beneficia al hombre que
la posee, sino que también beneficia al Estado, y ese es precisamente el
propósito de los políticos: formar ciudadanos virtuosos para el beneficio
propio y el colectivo.
Pese al espíritu griego, hubo
muchos filósofos que consideraban a la vida especulativa y sólo especulativa
como la mejor forma de vivir, sin ninguna aportación a la vida pública y
política. Pitágoras y Epicuro[3] son
claros ejemplos. Ante la apatía política
de muchos filósofos, Cicerón
consideró que no había nada mejor que la virtud, pero no es suficiente
tenerla, como un arte, a no ser que se practique.[4] La
virtud no se agota en la teoría, sino que tiene que llegar a la práctica. Un
hombre virtuoso siempre será un hombre dedicado a los asuntos políticos. Cicerón rechazó las posturas de muchos
filósofos que proponían una vida de ocio especulativo, como los epicúreos o los
pitagóricos, pues nada hay peor para un hombre sabio que ser gobernado por un
hombre malvado.[5]
El político es superior al
filósofo, pues el primero logra fomentar la virtud, lo que el segundo no puede
con la persuasión. ¿Cómo logra el político fomentar la virtud? Estableciendo
leyes que deben de seguirse y castigando a quien no las obedezca[6].
Pero, para que los políticos puedan cumplir su propósito pedagógico necesitan
de la filosofía, pues sólo con ésta lograban entender la naturaleza de la
virtud y cómo enseñarla[7]. En conclusión, el filósofo debía ser
aquel político que gobernara la República, o de menos, los políticos debían
tener formación filosófica.[8]
Los postulados políticos de Cicerón, influenciados por los de Platón, son utópicos; sin embargo, Cicerón, siguiendo el espíritu del
pensamiento griego, consideró que el filósofo cumplía un papel importante en el
beneficio del Estado, pues si bien, no es él quien gobierna o crea las leyes,
sí es él quien educa y enseña sobre la virtud y el que puede guiar el camino a
seguir, mediante la especulación de la teoría política, para beneficio de los
políticos. El mismo Cicerón, por
ejemplo, estuvo toda su vida al servicio de la República, hasta que llegó un
tiempo de tensión política, causada por la muerte de Julio César, en que se vio
obligado a dejar la vida política; no obstante, no abandonó la filosofía y su
utilidad política, pues en sus dos años de ocio – los dos últimos de su vida –
se dedicó a escribir su ópera filosófica con el propósito de guiar a los
jóvenes ciudadanos por el camino de la virtud práctica y el beneficio de la
República.
En tiempos actuales el problema
de la virtud ha quedado de lado en las teorías éticas y políticas, por lo cual,
también parece difícil continuar con la
utilidad de la filosofía que propone Cicerón;
sin embargo, la actitud pasiva del ocio especulativo no parece ser la mejor
opción, pues – según este discurso – es un mayor deber el beneficio común que
el beneficio propio:
Todos los deberes que sirven para
unir y proteger a la sociedad humana deben preferirse a los del conocimiento.[9]
El deber que se deriva de la
comunidad es el mayor, pues el conocimiento es manco, de cierto modo, si no
conlleva una acción.[10]
Marcelo
Pérez Silva, Cicerón y el papel de la filosofía en el estado, aion.mx,
julio-agosto 2012
[1] Aristóteles. Política.,
1253a
[2] Cfr. Ibidem
[3] Pitágoras
considera que la vida teorética es la mejor, aquélla que sólo se dedica a la
contemplación de las cosas divinas. Epicuro, aunque no cae en el extremo de
Pitágoras, promovía una vida alejada de la política.
[4] Cicerón. De
la República. I, II 2
[5] Ibid. I,
V 9 sigue la influencia de Platón Cfr. República I 347
[6] Ibid. I,
II, 3
[7] Cicerón
considera que la naturaleza engendró en el alma las semillas de la virtud, de
esta forma no se nace virtuoso pero hay una disponibilidad natural para
alcanzarla.
[8] Es
indiscutible la influencia del filósofo rey de Platón en los optimates de
Cicerón.
[9] Cicerón. De
los deberes. 158
[10]Ibid. I,
153
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