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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: novembre, 2017

Nova ontologia i racionalidad ecològica.

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El Mito del Progreso tal y como se configuró con la Modernidad europea, y especialmente en el siglo XIX, está asociado a una concepción del mundo muy concreta: la imagen mecanicista del mundo, cartesiana-newtoniana, que nos incita a pensar el cosmos (y a todas us criaturas) como mecanismos gigantescos, una suerte de gran reloj universal que contiene infinidad de máquinas más pequeñas. La idea de progreso lineal impulsado por los avances tecnológicos y el crecimiento económico está asociado con aquella inadecuada ontología, y con la reductiva antropología del Homo economicus (...) Pero si partimos de una ontología más adecuada, una donde el concepto básico sean sistemas complejos adaptativos , vamos a llegar a una visión mucho más matizada del progreso. Desde los años cuarenta del siglo XX se gestó, en efecto, un cambio de perspectiva científica de enorme trascendencia. Por decirlo en dos palabras, la visión mecanicista centrada en relaciones lineales de causa-efecto se vi

Informació i prejudicis (El Roto)

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El Roto

La il·lusió de la competència.

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Sin duda, es típico que la gente sobreestime sus habilidades. Un   estudio   encontró que el 80 por ciento de los conductores se clasifican como por encima del promedio – una imposibilidad estadística. Y tendencias similares se han encontrado cuando las personas valoran su   popularidad   relativa y sus   habilidades cognitivas . El problema es que cuando las personas son incompetentes, no sólo llegan a conclusiones equivocadas y toman decisiones desafortunadas, sino que también carecen de la capacidad de darse cuenta de sus errores. En un   estudio   semestral de estudiantes universitarios, los estudiantes buenos podían predecir mejor su desempeño en los exámenes futuros si se les daba retroalimentación sobre sus calificaciones y percentil relativo. Sin embargo, los peores no mostraron ninguna muestra de reconocimiento, a pesar de comentarios claros y repetidos, de que lo estaban haciendo mal. En lugar de estar confundidos, perplejos o reflexivos por sus errores, la gente incom

Carrera (il·lusió)

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La política de l'empenta.

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Dada esa dificultad que tenemos para tomar las mejores decisiones en función de nuestro propio beneficio, tiene sentido que cualquier autoridad, ya sea gubernamental, empresarial o de nuestra propia familia, nos dé un empujoncito para ir por el buen camino. Así, las cafeterías de muchas escuelas colocan ahora las frutas y no las golosinas en los lugares más visibles y de mayor accesibilidad para los estudiantes. Todos los demás productos están disponibles, pero la primera opción que se les da es la de los alimentos más sanos. De la misma manera, muchas compañías ofrecen a sus empleados la alternativa de ahorrar una parte del salario de su nómina. Con lo que se está jugando aquí es con lo que se ha llamado la “arquitectura de la   escogencia ”, un término que se refiere a cómo se organizan las elecciones que se le presentan a la gente para que decidan cuál escoger. La idea ha sido expuesta también como “paternalismo libertario”; un intento de influir sobre las decisiones i

Quan les banderes són necessàries.

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En un mundo en el que incluso la razón y la piedad --lo más invisible y delicado-- se expresan con trapos y ladrillos y en el que la universalidad sólo puede defenderse a partir de un territorio concreto y malogrado, la causa del hombre contra la estrechez de las patrias ha de tener por fuerza fronteras y banderas; ha de tener también su patria. Fronteras cada vez más anchas, banderas cada vez menos aparatosas. Patrias cada vez más matrias. Santiago Alba Rico , Elogio de las banderas , ctxt.es 24/11/2017 http://ctxt.es/es/20171122/Firmas/16329/banderas-patrias-izquierda-alba-rico-ctxt.htm#.WhhTsyGsxPs.twitter

Qui mana en democràcia?

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En la democracia, el poder está en todas partes y en ningún sitio , en el sentido de que no pertenece propiamente a nadie, ni siquiera a los que lo ejercen. Las   democracias tienen procedimientos para que nadie ocupe ese lugar , para someterlo a la confirmación popular o revocarlo. Para que el poder sea democrático no puede ser monopolizado ni estabilizado para siempre, ni capturado por nadie. El poder es un lugar de tránsito, inestable: se ejerce pero no se detenta, y generalmente esto ocurre de manera acordada, limitada y compartida. Debemos a   Claude Lefort   la mejor explicación, en mi opinión, de este estado de hechos cuando definía el poder en una democracia como un lugar vacío.   El poder no pertenece a nadie; es un lugar ocupado solo provisionalmente . De este modo, Lefort está poniendo al conflicto —la diversidad de opiniones, la ausencia de un saber incontestable, los poderes que se neutralizan mutuamente, la falta de una garantía absoluta…— en el centro de nuestras

Revolució, història i ciència.

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Hegel En su libro sobre las sectas milenaristas medievales, el historiador británico Norman Cohn señala que estos movimientos ‒que creían en la Segunda Venida de Cristo y en el establecimiento de un reino de mil años que precedería al Juicio Final‒ presentan la salvación como un suceso colectivo, mundano, inminente, total y milagroso. Es decir, uno que atañe a todos los seres humanos, se produce en este mundo, está a punto de llegar, produce una transformación completa de la vida en la tierra y es facilitada por agentes sobrenaturales. Salta a la vista que la promesa de felicidad intramundana formulada por el marxismo-leninismo cumple con todas esas características, salvo la última: nada habría de «milagroso» en un proceso de transformación social impulsado políticamente. O, al menos, eso parece. Pero, ¿no cumplirá aquí la concepción marxista de la historia el papel que el milenarismo cristiano asignaba a los agentes supramundanos? ¿No es la fe en la historia el equivalente a la

Revolució rusa: construir ex novo.

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Sobre todo, la revolución bolchevique nos pone ante los ojos un sueño que se convierte en pesadilla: el sueño de comenzar el mundo desde cero. Es decir, de construir   ex novo   una sociedad justa con arreglo a un plan racional cuyo objetivo final es la desaparición de la desigualdad y de la propia conflictividad política. ¡No hay quien dé más! También eso nos seduce de la revolución norteamericana, que, sin embargo, no desempeñó ningún papel conocido en los planes del bolchevismo. Si sus líderes tuvieron presente un precedente, fue el de la Revolución Francesa; una revolución cuyo desenvolvimiento se parece mucho más al ruso, Terror incluido, con la única salvedad de que no se alcanza a discernir a quién podríamos atribuir el papel de Napoleón. Para Hannah Arendt , el rasgo común a las revoluciones francesa y rusa está en el protagonismo que posee en ambas la cuestión   social , frente a una revolución norteamericana que podría prescindir de ella y dedicarse enteramente a l

Nostàlgia de futur.

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El antisemitismo como otros ejemplos de fabricación de un chivo expiatorio, se alimenta del pesimismo histórico. Cierto tipo de izquierda europea, que tiene simpatizantes en las universidades estadounidenses, nunca han superado el colapso de las expectativas políticas revolucionarias que surgieron en las décadas de 1960 y 1970. Algunos movimientos anticoloniales se convirtieron en dictaduras de partido único, el modelo soviético desapareció, los estudiantes dejaron la política para desarrollar careras empresariales, los sistemas de partidos de las democracias occidentales se mantenían intactos, las economías han producido riqueza (compartida de manera desigual) y todo el mundo está fascinado por la conectividad. Hubo una revolución cultural exitosa -el feminismo, los derechos de los homosexuales, el declive de la autoridad de los padres- e incluso ha empezado a extenderse fuera de Occidente. Pero no hubo revolución política y no hay perspectiva de que se vaya a producir ahora.

La idea d'Europa i el nacionalisme (Stefan Zweig)

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Stefan Zweig Reconozcamos ante todo, por lo tanto, la efectiva superioridad fáctica de la idea opuesta, la idea del nacionalismo en el marco de nuestra época. La idea de Europa no es, como el sentimiento patriótico, un sentimiento primario, no se parece en nada al sentimiento surgido de saberse parte de un pueblo determinado; no es algo que nazca de un instinto ancestral, sino a lo que se llega gracias a una conclusión, no es producto de la pasión espontánea, sino el fruto de la lenta floración de un modo de pensar más avanzado. La idea europea carece totalmente, en primer lugar, de ese instinto apasionado tan propio del sentimiento patriótico, de modo que el sacroegoísmo nacionalista seguirá siendo para el hombre medio algo más palpable que el sacroaltruismo del sentimiento europeísta; y es que siempre será más fácil reconocer lo propio que entender, con actitud de respeto y abnegación, lo del vecino. A ello se añade el hecho de que el sentimiento nacional está organizado d

"Poble" com a llicència poètica.

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Porque esa palabra, "pueblo", parece exigir una homogeneidad entre los miembros del colectivo, una identidad moral y quizá étnica que los determina y a la vez excluye a quienes no deben pretender mezclarse con ellos. El pueblo es un   nosotros  que equivale siempre y primordialmente a un “no-a-otros”. Invocar al pueblo, conjurarlo en la noche de Walpurgis del nacionalismo, proclamar su infalibilidad y a la vez su pureza frecuentemente traicionada, es utilizarlo como un biombo tras el cual arrinconar bien tapaditos a los ciudadanos, cada cual dueño de la gestión de sí mismo y no obligado a parecerse por decreto a los demás. Por detrás del biombo (chino, preferentemente, como las urnas catalanas), asoma de vez en cuando irreverente la testa despeinada y sudorosa de algún ciudadano: un enemigo del pueblo, quién se atrevería a dudarlo... La solución ya la dio hace tiempo la Reina de Corazones de Lewis Carroll: “¡Qué le corten la cabeza!”. Desde luego, llamar pueblo a

En l'era de las post-veritat (documental).

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El gall d'indi de Bertrand Russell.

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Este pavo descubrió que, en su primera mañana en la granja avícola, comía a las 9 de la mañana. Sin embargo, siendo como era un buen inductivista, no sacó conclusiones precipitadas. Esperó hasta que recogió una gran cantidad de observaciones del hecho de que comía a las 9 de la mañana e hizo estas observaciones en una gran variedad de circunstancias, en miércoles y en jueves, en días fríos y calurosos, en días lluviosos y en días soleados. Cada día añadía un nuevo enunciado observacional a su lista. Por último, su conciencia inductivista se sintió satisfecha y efectuó una inferencia inductiva para concluir: “Siempre como a las 9 de la mañana”. Pero ¡ay! Se demostró de manera indudable que esta conclusión era falsa cuando, la víspera de Navidad, en vez de darle la comida, le cortaron el cuello.   Una inferencia inductiva con premisas verdaderas ha llevado a una conclusión falsa . Bertrand Russell El texto propuesto está extraído del ensayo  ¿Qué es esa cosa llamada cienci

Pluralisme i democràcia (Isaiah Berlin).

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A pesar de sus discrepancias, Berlin cita una vez más a Kant para ironizar sobre la teoría del hombre nuevo, aireada con el mismo fervor por marxistas y fascistas. Sin desdén o arrogancia, Kant advierte que “con una madera tan retorcida como es el hombre no se puede conseguir nada completamente derecho”. No podemos caer en la barbarie de Procusto, que ofrecía su lecho al viajero solitario para descuartizarlo mientras dormía. Procusto es el revolucionario, según el cual es necesario destruirlo todo, reventar el sistema y crear un mundo nuevo. Escribe Berlin : “El pluralismo, que implica libertad negativa, me parece un ideal más verdadero y humano que aquellos que buscan en las grandes estructuras disciplinarias y autoritarias el ideal del autocontrol positivo de las clases, de los pueblos o de la entera humanidad.   Es más verdadero porque, al menos, reconoce el hecho de que los fines humanos son múltiples, son en parte inconmensurables y están en permanente conflicto”. En d

El sentit positiu de la llibertat (Berlin).

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¿A qué podemos llamar libertad positiva? “El sentido positivo de la palabra libertad -escribe Berlin - se deriva del deseo por parte del individuo de ser su propio amo. Quiero que mi vida y mis decisiones dependan de mí mismo, y no de fuerzas exteriores, sean éstas del tipo que sean. Quiero ser el instrumento de mis propios actos voluntarios y no de los de otros hombres. Quiero ser un sujeto y no un objeto; quiero persuadirme por razones, por propósitos conscientes míos y no por causas que me afecten, por así decirlo, desde fuera”.   El ideal de la libertad positiva es la autorrealización. El problema surge cuando las ideologías afirman que la verdadera libertad consiste en realizar un ideal colectiv o , ya sea el imperialismo económico y militar, la utopía socialista, la liberación nacional de un pueblo supuestamente oprimido o la pureza racial y religiosa. Hegel afirma que el Estado prusiano es el reino de la libertad, pues constituye la objetivación de la Razón. El régime

Isaiah Berlin: la defensa de les desigualtats legítimes.

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Al igual que los clásicos literarios, los clásicos del pensamiento nos obligan a abandonar los lugares comunes, revelándonos perspectivas nada complacientes con nuestros prejuicios. Isaiah Berlin , el primer judío becado por el Alls Souls College de la Universidad de Oxford, escribió   Dos conceptos de libertad   como discurso de toma de posesión de su cátedra de teoría social y política.   Su reflexión sobre la libertad alerta sobre la carga letal de las utopías, que suelen justificar la inmolación del individuo para crear un supuesto paraíso.   En su obra, apunta que la discrepancia es un rasgo esencial de la naturaleza humana, sin el cual no existiría la sociedad, la historia o el conocimiento. El primitivo Edén es un estadio pre-humano, pues sus habitantes no utilizan su raciocinio hasta que adoptan una decisión, desafiando a Dios. Los paraísos totalitarios se parecen al mítico Edén, pues someten al hombre a una tiranía que los infantiliza, arrebatándoles la capacidad de

Revolució i ideologia.

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... quizá sería más apropiado hablar del fracaso de la ideología. Y de una ideología que combina elementos racionales y elementos afectivos. Por una parte, podemos describir la ideología como un conjunto de conclusiones racionales que forman un sistema cerrado; desde este punto de vista, la convicción de que existen verdades absolutas en el terreno de los asuntos humanos puede derivar sin mayores dificultades en una dictadura de la razón. Pero, por otra, hay que prestar atención a los elementos afectivos o emocionales de la ideología; en este caso, de la ideología comunista. El mismo Derrida sostenía que el «espíritu del marxismo» creó en su momento una gran herencia para el anhelo mesiánico, para la esperanza política en sentido casi religioso. Por su parte, François Furet subrayó el papel de las «pasiones ideológicas» del comunismo, entre las que destacaba, por encima de todas, el odio a la burguesía. A ello podemos sumar un astuto empleo del tribalismo moral (definiendo a u

Revolució, racionalisme i messianisme.

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No sería descabellado concluir que la fascinación que provoca el comunismo soviético se deba a la atrevida combinación de cientifismo (racionalista) y milenarismo (religioso): no es un profeta quien dibuja el horizonte de la salvación eterna después de la muerte, sino el líder político quien promete construir la sociedad sin clases con arreglo a un método bien definido. Método, por cierto, que encontraba impulso en la descalificación absoluta de la sociedad burguesa y la política parlamentaria, que Marx ya describía como meros trampantojos destinados a escamotear el hecho decisivo de la explotación obrera. De ahí que, en sus escritos de 1906, el heterodoxo pensador francés Georges Sorel dejase establecido que, contra la violencia oficial y legítima de la sociedad burguesa, sólo podía responderse con otra violencia no menos violenta, pero regeneradora y legisladora, una violencia mesiánica que sirve a los fines revolucionarios. He aquí una doctrina que apenas ha perdido actuali