Veritat contra totalitarisme.
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Hannah Arendt piensa sobre todo en los efectos perversos de los totalitarismos del siglo XX -del nazismo, que conoció en primera persona, al comunismo-, aunque en realidad su crítica resulta inseparable del ámbito de la política y del poder concebidos en su totalidad. La filósofa judía distingue entre una verdad puramente racional -científica o metafísica, por poner dos ejemplos- y otra que se corresponde con los hechos: la denominada «verdad factual», que incide directamente en la política al relacionarse con la opinión (o con lo que la posmodernidad llama «relatos» o «narrativas»). «Los hechos y las opiniones -subraya Arendt -, aunque deben mantenerse separados, no son antagónicos; pertenecen al mismo campo. Los hechos dan forma a las opiniones, y las opiniones, inspiradas por pasiones e intereses diversos, pueden divergir ampliamente y aún así ser legítimas mientras respeten la verdad factual. La libertad de opinión es una farsa si no se garantiza la información objetiva y no