Quan es perd el respecte.
Un líder marginal, considerado histriónico y vergonzoso en 1930, cuyas diatribas nadie tomaba en serio, pasó ese mismo año de 12 a 107 diputados en el Reichstag. En un abrir y cerrar de ojos se convirtió en el Führer. La fascinación hacia “el descaro salvaje” de Hitler, relata Haffner, el “encanto de lo repugnante” y “la embriaguez provocada por la maldad”, prendieron por todo el país. Voegelin nos alerta en cualquier caso sobre tomar a Hitler como coartada de millones de alemanes que lo apoyaron. Quizá la corrupción intelectual y ética de una gran mayoría, sugiere, había dejado el campo de cultivo preparado para la eclosión política de un líder cruel y oportunista como aquel. El caso es que el gamberro se volvió peligroso, pues tocaba ya poder político. Arendt recordaba en 1964 que, a partir de ese momento, en un solo clic, ella tuvo claro que ya no había esperanza para los judíos en Alemania. ¿Cómo se pudo pasar tan rápido de cero a cien? Este tipo de preguntas fundamentales aún nos