La raó humana no és monològica, és dialògica.
Hölderlin Uno de los obstáculos para crear sociedades justas y convivencia pacífica es la intolerancia que se expresa en las palabras, y no sólo en las acciones. Algunos grupos se sienten autorizados para desacreditar a otros, porque estos últimos cuentan con una característica que los intolerantes consideran especialmente despreciable, digna del repudio generalizado y la exclusión. La actitud del intolerante suele reconocerse con el sufijo “fobia”, y es tan vieja como la humanidad. La xenofobia, la aversión al extranjero, es, por desgracia, bien conocida, pero también la homofobia, el odio a las personas homosexuales, la fobia hacia gentes que practican una religión, como judíos, musulmanes o cristianos; y la gran desconocida, aunque universalmente practicada, es la aporofobia , el odio al pobre, y más si es indigente y vulnerable. Este cúmulo de aversiones, y tantas más que deben existir, se basan en un déficit de humanidad, porque al intolerante le falta una capacidad