Ciència i creativitat.



Hoy ha sido un gran día para la ciencia: las ondas gravitacionales propuestas por Albert Einstein, hace aproximadamente un sigo, han podido ser finalmente detectadas experimentalmente. Pero sobre la importancia de la imaginación y la creatividad en el trabajo de Einstein, haciéndose preguntas como ¿Qué pasaría si uno pudiera subirse en un haz de luz, no se estaría moviendo en absoluto?, ya he tenido la oportunidad de escribir en este medio, así como también en otros de aire más generalista.

Hoy me gustaría hablarles de la importancia de la imaginación, la creatividad, pero también de los sueños (o ensoñaciones) en el trabajo de otros eminentes científicos. Aunque como bien dice el magnífico divulgador científico y buen amigo Pere Estupinyà, divulgar la química es una ardua tarea, en ocasiones encontramos buenas historias que merecen ser contadas, como la del alemán August Kekulé.

Aunque hay versiones distintas sobre el tipo de sueño o ensoñación que llevaron a Kekulé a imaginarse la molécula de benceno (una serpiente que se mordía la cola o una horda de monos enlazados como los de la imagen), como también a desarrollar la teoría de la estructura molecular en química orgánica (tal vez mientras estaba montado en la parte superior de un carro de tracción animal en Londres), lo cierto es que las anécdotas en si no son lo más importante. Lo realmente relevante es que August Kekulé fue uno de los padres de la química tal y como la conocemos hoy en día, pero también un ferviente defensor de la inspiración y el fomento de la creatividad. Pero Kekulé no fue ni mucho menos el único, el ruso Dmitri Mendeléyev afirmaba que había llegado al orden de los elementos en una tabla periódica, durante un sueño.

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Izquierda: Horda de monos enlazados, una imagen en la que Kekulé pudo haber soñado (otras fuentes dicen que soño con una serpiente enrollada) para imaginar la molécula de benceno (derecha) y resolver uno de los misterios de la química de la época.
Por otro lado, uno de los científicos españoles más eminentes del momento, el profesor Juan Ignacio Cirac, confesaba recientemente en una entrevista el lugar y momento en que trabaja de manera especialmente productiva: "Muchas veces me despierto a las tres o las cuatro de la madrugada y no puedo volver a dormirme en dos horas. En vez de dar vueltas, me pongo a ordenar ideas".

Pero, ¿son todos los casos pura coincidencia, o podrían los "momentos eureka", durante el descanso, tener una explicación científica? Tal y como explica el neurocientífico Marcus Raichle, cuando el cerebro recibe una tormenta de estímulos y tareas que hacer, éste no es capaz de ser tan creativo. Por el contrario, "cuando no hacemos nada, una red neuronal especial se activa, la llamada "default-mode-network".

Es por ello que no debería soprendernos que una persona tan creativa como Einstein diera largos paseos entre horas de trabajo, o que Kekulé y Mendeléyev tuvieran sueños reveladores, tamposo que Cirac se despierte a media noche cargado de ideas: la ciencia nos dice que los momentos creativos se dan cuando permitimos que nuestro cerebro adopte un estado de reposo, lo que algunos llaman "tiempo para reverberar". 

Así pues, aunque Einstein, Kekulé, Mendeléyev o Cirac puedan parecer muy distintos, todos tienen algo en común: son grandes científicos con buenas dosis de creatividad. Y ahora todavía sabemos algo más: para desarrollar la creatividad, a veces hace falta dejar a nuestro cerebro "no hacer nada".

Guillermo Orts-Gil, De Einstein a Cirac: la importancia de la creatividad y los sueños en la ciencia, Big Nano. Investigación y Ciencia 11/02/2016

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