Diferències entre ascetisme cínic i ascetisme cristià (Michel Foucault).
Pablo el ermitaño by José de Ribera. |
Si tuviera que analizar el pasaje de un ascetismo pagano
al ascetismo cristiano, me parece que por el momento iría más o menos en la
dirección siguiente.
Me parece que entre el cínico –militante, digamos,
agresivo, duro consigo mismo y con los otros- y el asceta cristiano hay unos
cuantos puntos en común. (…) En un inicio, el problema de la ascesis
alimentaria es muy importante. (…) En el cinismo la cuestión pasaba por llegar,
mediante un trabajo continuo sobre sí mismo, a un punto en el que la
satisfacción de las necesidades se cumpliera con toda exactitud, sin hacer
concesiones al placer mismo. O, mejor dicho, a fin de obtener el máximo de
placer con un mínimo de medios, el cínico practicaba una forma de alimentación
reducida. Reducir la alimentación, reducir lo que se come y se bebe al alimento
y la bebida elementales que procuran el máximo placer con el menor coste, la
menor dependencia: eso era, en suma, lo que buscaba el cinismo. En el caso del
cristianismo tenemos, con todo, algo diferente. Está la misma idea de que hay
que buscar el límite, pero ese límite no es en absoluto un punto de equilibrio
entre el máximo placer y el mínimo de medios. Será al contrario, la reducción
de todos los placeres, con el objeto de que ni la alimentación ni la bebida
provoquen jamás, por sí mismas, ninguna forma de placer. (…)
Si tuviera que la historia del paso del ascetismo cínico
al ascetismo cristiano, me inclinaría actualmente a destacar dos cosas que me
parecen importantes.
Primero, en el ascetismo cristiano hay, por supuesto, una
relación con el otro mundo, y no con el mundo otro (…): en el cristianismo se
plantea la idea bastante constante de que la vida otra a la cual el asceta debe
consagrarse y que ha escogido no tiene por meta la mera transformación del
mundo, sino que su fin también es, y sobre todo, dar a los individuos, y
llegado el caso a todos los cristianos, a la totalidad de la comunidad
cristiana, acceso a un mundo otro. Y en ese sentido puede decirse, creo, que
uno de los golpes de fuerza del cristianismo, su importancia filosófica, radica
en que unió uno con otro el tema de una vida otra como verdadera vida y la idea
de un acceso al otro mundo como acceso a la verdad. (…) A mi entender, esa
estructura es la combinación, el punto de encuentro, el punto de unión entre un
ascetismo de origen cínico y una metafísica de origen platónico. Soy muy
esquemático, pero me parece que ésa es una de las primeras grandes diferencias
entre el ascetismo cristiano y el ascetismo cínico. El ascetismo cristiano
logró unir la metafísica platónica con esa visión, esta experiencia histórico
crítica del mundo.
La segunda gran diferencia es de muy otro orden. Se trata
de la importancia atribuida en el cristianismo, y sólo en él, a algo que no
encontramos ni en el cinismo ni en el platonismo. Me refiero al principio de
obediencia, obediencia en el sentido lato del término. Obediencia a Dios
concebido como el amo (el despotes) de
quien uno es esclavo, servidor; obediencia, por fin, a quienes representan al despotes (el amo y señor), que han
recibido de Él una autoridad a la cual hay que someterse por completo. Me
parece, pues, que el otro punto de inflexión, en esta larga historia del
ascetismo contado, en contrapunto, frente a la relación con el otro mundo, es
el principio de una obediencia al otro, en este mundo de aquí, desde este mundo
de aquí, y para poder tener acceso a la verdadera vida. Sólo habrá verdadera
vida a través de la obediencia al otro, y sólo habrá verdadera vida para un
acceso al otro mundo. (…) Por tanto, no habría que caracterizar la diferencia
entre paganismo y cristianismo como una diferencia entre una moral ascética
cristiana y una moral no ascética que sería la de la Antigüedad. (…) El
ascetismo fue una invención de la Antigüedad pagana, de la Antigüedad
grecorromana. (…) La diferencia entre el ascetismo cristiano y otras formas que
pudieron prepararlo y precederlo debe situarse en esta doble relación: relación
con el otro mundo al cual tendríamos acceso gracias a ese ascetismo, y
principio de obediencia al otro (obediencia al otro en este mundo, obediencia
al otro que es a la vez obediencia a Dios y a los hombres que lo representan).
Y de tal modo veríamos perfilarse un nuevo estilo de relación consigo mismo, un
nuevo tipo de relaciones de poder, otro régimen de verdad. (328-332)
Clase del 28 de
marzo de 1984. Primera hora.
Michel Foucault, El coraje de la verdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires
2010
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