Mapes i realitat.
No hace poco tiempo que se habla del descrédito de la ficción en Occidente, así como de la emergencia de formas artísticas híbridas caracterizadas por un modo sesgado, atormentado o paradójico de relación con “la realidad”, pero esa “realidad” (digámoslo una vez más) no existe o es inaprensible y vivimos rodeados de ficciones. Gerardus Mercator Pensemos en una de las más habituales de esas ficciones, los mapas. En el pasado, la aparición en ellos de monstruos marinos, de panoplias y de querubines de carrillos hinchados no sólo tenía como función disimular el hecho de que el proyecto europeo de descubrimiento y colonización mundial todavía presentaba huecos, sino también la de estetizar la visión de una humanidad salvaje y deseosa de ser normalizada, de “entrar” en el mapa mediante la subordinación a las capitales europeas y la adopción de sus ideas en materia política y, especialmente, económica. Si esta interpretación parece excesiva, piénsese en la popularidad de la que aún