"Som poca cosa, però no res" (Jorge Riechmann)
El transhumanismo es una de las figuras más amenazantes del nihilismo para el siglo XXI. El nihilismo tecnocientífico prefiere antes la extinción del género humano que considerar en serio la reconstrucción de la cultura que ha engendrado. El proyecto transhumanista es nihilista en cuanto pretende abolir la imperfección humana: sólo puede liberar al ser humano de las incertidumbres y angustias de su condición al precio de eliminar esa misma condición humana. No cabe concebir un humanismo que no sea humanismo del ser humano defectuoso. Somos poca cosa, pero no nada. Poco, pero no nada. O amar la imperfección, o dimitir de lo humano. Se trata de aceptar -hasta el fondo, la finitud y la diferencia, como base para la construcción de una comunidad humana. La dignidad del ser humano estriba en mirar de frente su finitud, su precariedad, su imperfección constitutiva -sin el velo de ilusiones con que solemos disfrazar esas incómodas realidades-, y asumirlas contra el nihilismo.